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sábado, diciembre 13, 2025

¡Inmortal! María Fassi ingresa al Salón de la Fama de la WGCA y consagra su leyenda en el golf universitario de EE. UU.

 


Hay atletas que pasan por la universidad y ganan títulos; hay otras, muy pocas, que transforman programas enteros y redefinen lo que significa dominar. María Fassi pertenece al segundo grupo. La Asociación de Entrenadores de Golf Femenino (WGCA, por sus siglas en inglés) anunció oficialmente el ingreso de la golfista mexicana a su prestigioso Salón de la Fama, un honor reservado exclusivamente para quienes, como bien dicta el criterio de selección, "dejaron una huella real e imborrable".


Para entender la magnitud de este nombramiento, hay que rebobinar a su etapa con la Universidad de Arkansas (@RazorbackWGolf). Fassi no solo fue buena; fue una fuerza de la naturaleza. La hidalguense culminó su carrera amateur en 2019 de la manera más cinematográfica posible: ganando el Campeonato Individual de la NCAA en su propio campo, el Blessings Golf Club, frente a su gente y su familia.


Su paso por la NCAA se resume en dominio absoluto: ganadora del ANNIKA Award en dos ocasiones consecutivas (2018 y 2019) —el equivalente al Heisman del golf femenino— y múltiples selecciones al equipo First Team All-American.


Lo que llevó a Fassi al Salón de la Fama de la WGCA no fueron solo los trofeos, sino el "cómo". Su estilo de juego agresivo, su potencia desde el tee de salida y esa pasión latina desbordada en cada putt contagiaron a todo el circuito colegial. Fassi elevó el perfil del golf universitario femenino, atrayendo miradas que antes no existían en la categoría.


Con este reconocimiento, María Fassi se une a la élite histórica del deporte. Mientras continúa su batalla semana a semana en la LPGA, su nombre ya está grabado en letras doradas en los libros de historia del deporte universitario estadounidense. Desde Pachuca para el mundo, Fassi ya es eterna.


Foto: @WGCAGOLF


viernes, diciembre 12, 2025

El reinado de Aitana Bonmatí: ¿Estamos ante la mejor mediocampista de la historia?

foto: DAZN

 


El fútbol, a menudo, se define por ciclos. Hemos visto eras marcadas por goleadoras implacables o defensas de hierro. Pero lo que estamos presenciando hoy con Aitana Bonmatí trasciende la estadística: estamos viendo la sublimación del juego.


No es solo que gane; es cómo gana. 

En un mundo deportivo donde la inmediatez reina, detenerse a analizar la trayectoria de la actual Balón de Oro es casi una obligación moral para quienes amamos este deporte. Aitana no solo ha conquistado títulos; ha redefinido el estándar de la excelencia profesional en el fútbol femenil.


La arquitecta del caos ajeno. 

Para entender la magnitud de Bonmatí, hay que mirar más allá de los goles. Su juego es una mezcla letal de inteligencia espacial y técnica depurada.


A diferencia de otras leyendas que brillaban por potencia física o velocidad pura, Aitana domina el tiempo. Tiene esa capacidad —reservada históricamente para elegidos como Iniesta o Zidane— de hacer que el partido se mueva a su ritmo.


Visión 360: Recibe el balón y ya sabe dónde están las 21 jugadoras restantes.

Versatilidad: Puede romper líneas, asistir, recuperar y finalizar. Es la mediocampista total.

Resiliencia: Su capacidad para aparecer en los momentos críticos (finales de Champions, Mundial) demuestra una fortaleza mental de élite.


Su influencia en el campo ha obligado a los equipos rivales a reestructurar sus sistemas defensivos. Ya no basta con marcarla; hay que intentar desconectarla del sistema, y aun así, suele encontrar la grieta.


¿Es precipitado hablar de "la mejor de la historia"? Miremos la vitrina reciente. En un periodo de tiempo ridículamente corto, Aitana lo ha ganado absolutamente todo:


Copa del Mundo con España (MVP del torneo).

UEFA Women's Champions League (MVP del torneo).

Ligas y Copas domésticas con el FC Barcelona.

Balones de Oro consecutivos.


Este nivel de dominio es el resultado directo de la profesionalización. Aitana es, quizás, el primer gran producto global de una estructura que (finalmente) ha invertido en el talento femenino desde la base. Su éxito es la prueba irrefutable de que, cuando a las niñas se les dan las mismas herramientas, entrenamientos y recursos que a los niños, el techo de cristal no solo se rompe: se pulveriza.


Aitana Bonmatí se ha convertido en una marca global. Ya no es solo una futbolista; es un icono cultural. Las grandes marcas (Nike, Adidas, patrocinadores globales) se pelean por su imagen debido a los valores que transmite: esfuerzo, talento puro y liderazgo.


Esto es vital para la industria. Que una mediocampista técnica sea la cara visible del deporte ayuda a educar a la audiencia. Nos enseña a valorar el talento sobre el espectáculo vacío. Aitana vende entradas y camisetas porque inspira, y esa es la forma de marketing más poderosa y sostenible que existe.


Estamos viviendo historia. A menudo, valoramos a las leyendas solo cuando se retiran, cuando la nostalgia hace su trabajo. Pero con Aitana, tenemos el privilegio de ver su reinado en directo.


Decir que es la mejor mediocampista de la historia puede generar debate, sí. Hay nombres como Marta (en sus inicios), Akers o su propia compañera Alexia Putellas. Pero si analizamos la consistencia, la influencia en el juego y la capacidad de ganar títulos mayores siendo la protagonista absoluta, los argumentos a favor de Aitana son aplastantes.


Ella no juega para ser la mejor de la historia; juega para que el fútbol sea mejor. Y en el camino, nos está enseñando a todas que el lugar de una mujer es, indiscutiblemente, en la cima del mundo.

El ADN de las Amazonas: Las claves detrás de la dinastía de Tigres Femenil

Foto: Mexsport
 


Cuando hablamos de la Liga MX Femenil, es imposible no mencionar un antes y un después marcado por el amarillo y el azul. Mientras muchos clubes dudaban al inicio de la liga en 2017, en San Nicolás de los Garza tenían algo claro: no querían solo participar, querían reinar. Hoy, analizamos qué compone el famoso "ADN Amazonas" que ha convertido a Tigres en la dinastía más dominante de la última década.


La diferencia principal radica en la cartera, sí, pero sobre todo en cómo se usa. Tigres entendió que el fútbol femenil es un producto premium. No se trataba de darles las "sobras" del equipo varonil. Desde el día uno, hubo uniformes a la medida, gestión de prensa profesional y salarios que, aunque el mercado aún está creciendo, marcaron la pauta para obligar a los rivales a subir el nivel. Sinergia Deportiva trató al equipo femenil como un negocio serio, y los resultados (copas en la vitrina) son el retorno de esa inversión.


El "Perfil Tigre" no distingue género. La directiva ha sido agresiva trayendo a lo mejor de lo mejor.

La base nacional: Repatriar a jugadoras que estaban en el extranjero o "robárselas" a la competencia (como Steph Mayor o Lizbeth Ovalle, quien se ha convertido en leyenda).

El toque internacional: La llegada de figuras mundiales (como Jenni Hermoso en su momento o Thembi Kgatlana) envió un mensaje al mundo: la Liga MX Femenil es un destino atractivo.


El Estadio Universitario no se llena por casualidad. Tigres Femenil logró algo que pocos equipos en el mundo han hecho: crear una identidad propia independiente del varonil. Cuando las Amazonas juegan, el "Volcán" pesa. La afición adoptó al equipo, compró los abonos y normalizó ver estadios llenos para el fútbol femenil, rompiendo récords de asistencia que dieron la vuelta al mundo.


Técnicos van y vienen, pero la exigencia se queda. El ADN Amazonas es esa capacidad de nunca dar un balón por perdido. Han ganado finales agónicas y han remontado marcadores imposibles. Esa resiliencia mental se trabaja y se hereda de las jugadoras veteranas a las nuevas generaciones.


Tigres Femenil no solo ha ganado títulos; ha ganado el debate cultural sobre si el fútbol femenil es rentable y espectacular. Su dominio en esta década no es suerte, es la consecuencia lógica de la profesionalización. Para el resto de la liga, el mensaje es claro: si quieren la corona, tendrán que invertir y trabajar al nivel de las Amazonas.

miércoles, diciembre 10, 2025

¿RÉCORDS IMPOSIBLES?

 



Dicen que los récords están hechos para romperse. Que la evolución del entrenamiento, la tecnología y la nutrición hacen que los atletas de hoy sean más rápidos y fuertes que los de ayer. Sin embargo, en la historia del deporte femenino existen cifras que desafían esa lógica. Son marcas tan absurdas, tan dominantes, que parecen congeladas en el tiempo.


En esta entrega de Deporte en Rosa, abrimos el libro de historia para analizar esas hazañas que, pasan los años, y nadie se atreve ni siquiera a tocar.


Aquí presentamos 4 récords femeninos que difícilmente veremos caer en nuestra vida.


1. El "Golden Slam" de Steffi Graf (Tenis, 1988)

Ganar los cuatro Grand Slams (Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open) en una carrera es el sueño de cualquier tenista. Ganarlos todos en un mismo año es una proeza. Pero lo que hizo la alemana Steffi Graf en 1988 es sencillamente ridículo.


No solo ganó los cuatro grandes torneos, sino que también se colgó la Medalla de Oro en los Juegos Olímpicos de Seúl. 5 títulos mayores en un año calendario. Ni Serena Williams, ni Federer, ni Djokovic, ni Nadal han podido igualar esta perfección. En la era moderna, con la exigencia física del calendario, parece imposible que alguien vuelva a dominar todas las superficies sin fallar una sola vez.


2. Los 10.49 segundos de Flo-Jo (Atletismo, 1988)

Florence Griffith-Joyner no corría, volaba. En los trials olímpicos de Indianápolis en 1988, la estadounidense detuvo el cronómetro en 10.49 segundos en los 100 metros planos.


Para ponerlo en perspectiva: en más de 30 años, las mujeres más rápidas del mundo apenas han logrado acercarse a los 10.54s (Elaine Thompson-Herah en 2021). Esas pocas centésimas de diferencia son una eternidad en el atletismo. La marca de Flo-Jo sigue siendo el Everest de la velocidad, una cifra mítica que muchos expertos consideran inalcanzable bajo condiciones normales.


3. La racha de 111 victorias de UConn (Básquetbol Universitario)

En el deporte de equipo, perder es parte del juego. Un mal día lo tiene cualquiera... menos las Huskies de la Universidad de Connecticut. Entre 2014 y 2017, este equipo de básquetbol femenil encadenó 111 victorias consecutivas.


Pasaron 867 días sin conocer la derrota. Durante esa racha ganaron dos campeonatos nacionales de la NCAA y trituraron a sus rivales por un promedio de victoria de más de 30 puntos. En el deporte moderno, mantener ese nivel de concentración y dominio durante tres años seguidos es una anomalía estadística que quizás nunca volvamos a ver.


4. Los 17 Goles de Marta en Mundiales (Fútbol)

Marta Vieira da Silva es, para muchos, la reina indiscutible del fútbol. Y tiene un dato para probarlo. La brasileña es la máxima goleadora en la historia de las Copas del Mundo, y no solo hablamos de la rama femenil.


Con 17 goles, supera al máximo goleador varonil (Miroslav Klose, con 16). Lo impresionante de este récord es la longevidad: Marta ha anotado en 5 ediciones distintas del mundial. Con el nivel defensivo actual aumentando en el fútbol femenino, ver a una sola jugadora marcar tal cantidad de goles en el torneo más difícil del planeta se antoja, cuanto menos, titánico.


¿Cuál te parece el más difícil?

El deporte siempre nos da sorpresas, pero estas mujeres pusieron la vara en la estratosfera. ¿Crees que veremos caer alguno de estos récords pronto? Déjanos tu opinión en los comentarios.

Más que un Juego: La Revolución Imparable del Fútbol Femenil en México



 

Durante décadas, el fútbol en México fue narrado, jugado y dirigido casi exclusivamente por hombres. Las mujeres que amaban el deporte lo practicaban en las sombras, en ligas amateurs, enfrentando prejuicios y una falta crónica de apoyo. Sin embargo, el panorama actual en 2025 es radicalmente distinto. El fútbol femenil en México ha dejado de ser una nota al pie de página para convertirse en un protagonista vibrante de la cultura deportiva nacional, impulsando una transformación que va mucho más allá de la cancha.


El punto de inflexión innegable fue la creación de la Liga MX Femenil en 2017. Lo que comenzó como un proyecto incierto, para finales de 2025 se ha consolidado como una de las ligas femeninas más seguidas y pasionales del mundo.


El alcance actual del circuito es tangible y contundente. Ya no es sorpresa ver estadios de primera división —como el Universitario, el BBVA, el Akron o el Azteca— abrir sus puertas para partidos de fase regular y Liguilla, registrando asistencias que rivalizan, y a veces superan, a las de la rama varonil. La afición ha respondido, creando una identidad propia y una lealtad feroz hacia clubes que han invertido seriamente en sus proyectos, como Tigres, Rayadas, América, Chivas y Pachuca.


A nivel comercial y mediático, el crecimiento es exponencial. Las transmisiones televisivas y digitales han multiplicado su alcance, atrayendo patrocinadores que ahora ven en el fútbol femenil un mercado robusto y en expansión. Deportivamente, la liga ha elevado su nivel técnico y táctico, nutriéndose no solo de talento nacional surgido de unas fuerzas básicas cada vez más estructuradas, sino también atrayendo a jugadoras internacionales de alto calibre que ven a México como un destino competitivo y atractivo para desarrollar sus carreras.


Más allá de los goles, los récords de asistencia y los títulos, la verdadera revolución del fútbol femenil mexicano radica en su impacto sociocultural.


Visibilidad y Representación: Hoy, las niñas mexicanas crecen viendo a referentes como Lizbeth Ovalle, Kenti Robles o Charlyn Corral en espectaculares y en televisión en horario estelar. "Si puedes verlo, puedes serlo". La existencia de estas ídolas profesionales valida los sueños de nuevas generaciones, demostrando que el deporte de alto rendimiento es un camino viable y respetado para ellas.


Rompiendo Estereotipos: Cada partido disputado es una refutación directa a los viejos estigmas sobre la fragilidad o la supuesta falta de habilidad atlética de las mujeres. El fútbol femenil es fuerza, es inteligencia táctica, es resiliencia y es pasión desbordada, redefiniendo la noción misma de feminidad en el deporte.


Profesionalización y Oportunidades: La industria del fútbol femenil ha abierto un abanico de oportunidades laborales. No solo para futbolistas, sino también para directoras técnicas, preparadoras físicas, médicas, árbitras y periodistas deportivas. Está creando un ecosistema donde la experiencia femenina es valorada en roles de liderazgo y toma de decisiones.


Empoderamiento Colectivo: La cancha se ha convertido en un espacio seguro de expresión y empoderamiento. Las jugadoras han utilizado su plataforma para alzar la voz sobre temas cruciales como la equidad salarial, el respeto a la diversidad y la lucha contra la violencia de género, convirtiéndose en agentes de cambio social.


A finales de 2025, el fútbol femenil en México no es una moda pasajera; es una realidad estructural. Aunque persisten desafíos significativos —especialmente en la reducción de la brecha salarial y la homogeneización de la infraestructura en todos los clubes—, el camino recorrido es monumental. El fútbol ha demostrado ser una herramienta poderosa para que las mujeres ocupen el espacio público que les corresponde, reescribiendo la historia del deporte nacional con cada balón que rueda.