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| Foto: Mexsport |
Cuando hablamos de la Liga MX Femenil, es imposible no mencionar un antes y un después marcado por el amarillo y el azul. Mientras muchos clubes dudaban al inicio de la liga en 2017, en San Nicolás de los Garza tenían algo claro: no querían solo participar, querían reinar. Hoy, analizamos qué compone el famoso "ADN Amazonas" que ha convertido a Tigres en la dinastía más dominante de la última década.
La diferencia principal radica en la cartera, sí, pero sobre todo en cómo se usa. Tigres entendió que el fútbol femenil es un producto premium. No se trataba de darles las "sobras" del equipo varonil. Desde el día uno, hubo uniformes a la medida, gestión de prensa profesional y salarios que, aunque el mercado aún está creciendo, marcaron la pauta para obligar a los rivales a subir el nivel. Sinergia Deportiva trató al equipo femenil como un negocio serio, y los resultados (copas en la vitrina) son el retorno de esa inversión.
El "Perfil Tigre" no distingue género. La directiva ha sido agresiva trayendo a lo mejor de lo mejor.
La base nacional: Repatriar a jugadoras que estaban en el extranjero o "robárselas" a la competencia (como Steph Mayor o Lizbeth Ovalle, quien se ha convertido en leyenda).
El toque internacional: La llegada de figuras mundiales (como Jenni Hermoso en su momento o Thembi Kgatlana) envió un mensaje al mundo: la Liga MX Femenil es un destino atractivo.
El Estadio Universitario no se llena por casualidad. Tigres Femenil logró algo que pocos equipos en el mundo han hecho: crear una identidad propia independiente del varonil. Cuando las Amazonas juegan, el "Volcán" pesa. La afición adoptó al equipo, compró los abonos y normalizó ver estadios llenos para el fútbol femenil, rompiendo récords de asistencia que dieron la vuelta al mundo.
Técnicos van y vienen, pero la exigencia se queda. El ADN Amazonas es esa capacidad de nunca dar un balón por perdido. Han ganado finales agónicas y han remontado marcadores imposibles. Esa resiliencia mental se trabaja y se hereda de las jugadoras veteranas a las nuevas generaciones.
Tigres Femenil no solo ha ganado títulos; ha ganado el debate cultural sobre si el fútbol femenil es rentable y espectacular. Su dominio en esta década no es suerte, es la consecuencia lógica de la profesionalización. Para el resto de la liga, el mensaje es claro: si quieren la corona, tendrán que invertir y trabajar al nivel de las Amazonas.
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