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Sin brillo pero con vida: El Madrid escapa de Mendizorroza con tres puntos vitales. En el fútbol de élite, hay victorias que se celebran con champaña y otras que se reciben con un profundo suspiro de alivio. La de esta noche en Vitoria pertenece categóricamente al segundo grupo. El Real Madrid venció 1-2 al Deportivo Alavés en un partido ríspido y gris, resuelto únicamente por la jerarquía individual de Rodrygo Goes en los instantes finales, otorgando un tanque de oxígeno vital al proyecto de Xabi Alonso.
Si la misión era ganar, se cumplió. Si la misión era convencer, la asignatura sigue pendiente. El cuadro de Xabi Alonso saltó al césped de Mendizorroza con la presión mediática en la nuca, y eso se notó en la fluidez del juego. Lejos de la maquinaria ofensiva que se espera de la "Casa Blanca", el equipo se mostró espeso, predecible por momentos y sufriendo más de la cuenta en las transiciones defensivas ante un Alavés combativo que olió sangre.
El conjunto local planteó un partido físico, cerrando espacios y obligando al Madrid a circular el balón sin profundidad real. El empate 1-1 que imperaba en el marcador hasta el tramo final era, para muchos en la grada, un castigo justo para un Madrid que no encontraba la brújula y un premio al esfuerzo de los babazorros.
Cuando las ideas tácticas se nublan, aparecen las estrellas. Con el reloj convirtiéndose en un enemigo más y la sombra de una crisis acechando el banquillo merengue, Rodrygo asumió la responsabilidad.
No fue una jugada colectiva de antología, sino un momento de determinación pura. El brasileño, especialista en noches complicadas, encontró el espacio donde no lo había para marcar el 1-2 definitivo de forma agónica. Un gol que no solo vale tres puntos en la tabla, sino que sirve como bálsamo para un vestuario y un cuerpo técnico que necesitaban desesperadamente volver a la senda del triunfo.
El pitazo final dejó una sensación agridulce. El resultado maquilla el desempeño, pero no borra las interrogantes. Xabi Alonso gana tiempo y tranquilidad para trabajar, pero queda claro que este Real Madrid ganó por escudo y talento individual, no por superioridad futbolística. Hoy, Rodrygo evitó el incendio, pero la alarma sigue encendida.
Foto: Realmadrid.com
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