“CENTENARIO” La novela Episodio 2



por Augustus Doors.

…En el estadio pusieron a su disposición un coche oficial con chofer, así que decidió pasar por su departamento para cambiarse, recoger su grabadora portátil y su arma.

Poco más tarde tarde Pepe Garabato entraba al Sanborns de Plaza Loreto y desde lejos pudo ver que alguien le levantaba la mano, era el militar que había conocido en el estadio, el general de división Ramiro García. Un tipo de casi uno ochenta, de tez morena y modales refinados.

Otra cosa que pudo apreciar mientras se dirigía a la mesa era que el general daba ordenes a sus subalternos sin abrir la boca, bastaba con una mirada para que sus hombres supieran lo que quería.

El general se puso de pie para saludarlo.
-Gracias por venir, siento haberlo molestado tan tarde pero sabía que Usted estaba dando vueltas por la ciudad…
-¿Me están siguiendo? Ah, se me olvidaba que tengo un chofer que responde a sus ordenes…
-Lo hacemos por su seguridad –sonrió el general- ¿Averiguo algo?
-Solo algunos rumores sin importancia…
-Necesito que me ayude a terminar con esto rápido, hay mucha presión para resolver este asunto…
- Nadie dice saber lo que sucedió… es como si no hubiese ocurrido.
-Alguien tiene que saber algo, sólo hay que apretar algunas tuercas…
-Ese es el estilo del ejército, pero le advierto que si mete miedo, menos van a hablar… Si me permite tengo algunas preguntas…
-¡Espere un momento!... El Secretario viene para acá y está a punto de llegar… Así que si me permite quiero preguntarle algo primero…
-Usted dirá general.
-¿Qué hacia en el estadio…?
-Voy a todos los juegos del América desde hace años…
-Osea tiene mal gusto deportivo.
-¿No me diga que Usted es Chiva…?
-¿Usted cree que si fuera pendejo hubiese llegado a ser general?
No mi amigo yo le voy al Cruz Azul, y ahórrese sus burlas… ya sé que hace años que estamos mal, y que el Jefe Boy no va a conseguir sacarnos del hoyo.
-Un militar de sangre azul, ya me lo imaginaba por sus modales…
-Me cae bien Garabato… pero la verdad es que no sé como le hace para conocer tanta gente importante…
-Muy simple, visitamos los mismos puteros…
-Ah como será canijo, pues…
-¿De adónde conoce al Licenciado González…?
-Al Doctor querrá decir…
-Es cierto doctor en Leyes…
-Y en economía, además de sus estudios de teología y física cuántica…
-¿Estudiaron juntos?
-No.
-¿De dónde se conocen pues…?
-Pregúntele a él. Yo no hablo sobre mis clientes…
-Sé que Usted logró rescatar a su hermana de unos secuestradores, cosa que no pudo todo el sistema de inteligencia del gobierno…
-Fue un golpe de suerte…
-Y ahora Usted tiene la protección del hombre más poderoso del país después del Presidente.
-Insisto, fue solo suerte…
-¿Dónde estudio?
-Como ya debe de saber estudié en el seminario de Aguascalientes… Pero antes de ordenarme, descubrí que me gusta más la vida rodeado de mujeres…
-¿Y lo de detective?
-Ah eso lo estudié por correspondencia, ofrecían un curso de tres meses en la revista  Reader’s Digest…
-No joda…
-Tengo el título enmarcado en mi departamento y una placa en inglés, que sirve para apantallar pendejos…

El general no sabía si estaba hablando de verdad o si bromeaba, ese Garabato era un tipo de cuidado, difícil de leer a primera vista, inteligente, con mucho sentido del humor, y con acceso directo con los poderosos del país, nada mal para un ex-seminarista aficionado al  América y a las viejas.

En ese momento hubo un despliegue de elementos de seguridad revisando el lugar. Cambiaron de lugar a una pareja de la entrada, y hablaron con el gerente para que  atendiera personalmente al grupo. Luego entró el Secretario de Gobernación Manuel González, seguido por su asesor el Licenciado Gerardo Olmos.

El secretario saludó de mano al general y con un abrazo a Pepe; Olmos saludó con una inclinación de cabeza a ambos, los cuatro se sentaron, y esperaron que el gerente terminara de servir los cafés para comenzar a hablar.

-¿Sabes algo nuevo? –le preguntó el Secretario a Pepe.
-Solo pude averiguar es que hubo un momento de confusión en el estadio, y todo empezó el la zona VIP, y después del primer disparo, se formó un caos. Eran todos contra todos y nadie parecía saber que pasaba.

Ocho guarros muertos y hasta ahora cinco civiles muertos… Todos iban armados hasta los dientes…
-¿Sabemos quiénes son?-preguntó el Secretario.
-Nadie quiere hablar, hay mucho miedo en la calle, deje que pasen unas horas…
Garabato vio que el licenciado Olmos tomaba notas, y le pasaba mensajes de texto al celular del Secretario.

-¿De adónde sacó el dato de los cinco muertos…? -preguntó el general.
-En el estadio quedaron tres, en la calle se habla de otros seis heridos, y de esos murieron dos más. Llegaron malheridos a sus “casas de seguridad” y utilizaron los servicios de médicos que hicieron salir de un bar de la zona sur. Las paredes oyen… Es más, se dice que hay un herido que están tratando de sacar de la ciudad…
-¿Sabe dónde está?
-No. Deme 12 horas… mientras que sus hombres no se muevan…
-Y si se escapa…
-Estaríamos en el mismo lugar…
-No se diga más…-dijo el Secretario de Gobernación mientras se ponía de pie.              –Los espero en mis oficinas cuando tengan algo más. General si se entera de algo, ya sabe donde localizarme. Y métales presión a los de inteligencia…
-Si, Señor Secretario, a sus ordenes...
-Ah, espera -le dijo Garabato- el general quiere saber donde nos conocimos…
-¡En un putero…! -contestó el Secretario y salió del café rodeado de toda su seguridad.
-Es Usted un cabrón Garabato… -le dijo el general.
-No más que Usted general y dígale a sus hombres que no me sigan…

Sin ofender, esos maleantes tienen muchas orejas entre sus soldados rasos, y no queremos que estén un paso delante de nosotros…
Garabato un saludo militar burlón y salió del café.

Entró el gerente con la nota de consumo, preguntando quien pagaba…
-El ejército siempre termina pagando por todo… -dijo el general mientras dejaba cuatro billetes encima de la mesa.

*

Garabato llegó a su departamento y se sirvió un tequila blanco con Squirt y tres hielos,  luego puso el viejo tocadiscos de LP’s a todo volumen y sonó “Mediterráneo” de Joan Manuel Serrat… Le gustaba poner canciones viejas para relajarse.

Jaló su computadora portátil y comenzó a ver las páginas de internet sobre el Club América. Todo eran críticas, hasta los propios comentaristas de Televisa cuestionaban a los jugadores, al entrenador y sobre todo a la gestión los directivos.

A Garabato como aficionado no le caía bien el presidente deportivo del América: Ricardo Peláez, le parecía un poco arrogante, pero pensó lo difícil que iba a ser  para él los siguientes días, pero aguantar chingadazos era parte del trabajo y por esos cobraba millones.

Se sirvió la segunda paloma y le mandó un mail al general García recordándole que no le mandase el coche oficial al día siguiente. Pensaba que en los camiones, metro y los taxis de la ciudad, se escuchan más cosas y se tiene mayor libertad de movimiento que con una Suburban blindada, con un soldado manejando.

Hizo una lista de cosas pendientes, del lado izquierdo lo que era urgente, y en la columna de la derecha notas para no olvidarse de algunos detalles que le habían llamado la atención y que tenía que volver a revisar.

Cerró las ventanas que daban al parque, bajó el volumen de la música y decidió leer en la cama, tenía la mala costumbre de leer más de un libro a la vez. Se acercó al librero y jaló una copia de la novela del italiano Sandrone Dazieri: “No estás solo” y se quedó dormido pensando en la inspectora Colomba Caselli…

*

La semana estuvo movida, lunes y martes se dedicó a vagar por los antros y cantinas que solía frecuentar cuando necesitaba información y no encontró nada.

Lo extraño era que normalmente cuando sucede algo en la ciudad, siempre las historias disparatadas se multiplicaban y recorren largas distancias de boca en boca. En fin había que tener paciencia, la ciudad no sabía estar callada por mucho tiempo, y pronto alguien soltaría la lengua.

Mientras tomó un taxi y pidió que lo llevaran a la concentración del América, allí darían una conferencia de prensa a las tres de la tarde. Le dijo al taxista que se apurara, pero el tráfico estaba del carajo.

En la puerta del las instalaciones del club América el policía no lo dejó entrar, hizo un par de llamadas, y al poco rato salieron a la puerta un par de jóvenes que se apuraron en darle la bienvenida.
-Señor Garabato siento que lo hallan hecho esperar pero no sabíamos que venía hoy… -Se disculpó uno de los juniors, mientras el otro, regañaba al pobre poli de la puerta.
-Anota el nombre del señor y cada vez que venga lo dejas pasar a las oficinas y nos avisas… ¿Entendiste?... Perdón otra ves –Dijo el segundo Junior con acento de Polanco- Pero pase… ¿Dígame que necesita? ¿Quiere ir a las oficinas? ¿Hablar con alguien? ¿Ir a la conferencia de prensa? Usted diga, porque nos han dicho que puede ir a donde quiera, solo que tiene que ir acompañado…
Garabato les respondió en un tono amable:
-La conferencia de prensa está bien por ahora, si gustan déjeme en la sala y cuando termine, me acompañan a las oficinas…
-OK –contestaron los dos al mismo y se adelantaron caminando rumbo a la sala de prensa y allí lo dejaron.

Garabato se quedó al fondo de la sala cerca de las cámaras para observar el movimiento de la sala y escuchar lo que allí decían. Se metió dentro de la selva de reporteros escuchando fragmentos de conversaciones:
-Ya viste lo que dijo el Antonio Carlos Santos: que el América no tiene personalidad…
-No Guey, fue peor lo de Zague, que dijo a los de ESPN que él no quiere regresar nunca al América…
-Se me hace que hablan por ardidos, porque no tienen chichi. Ahora se olvidan que cuando estaban cobrando en la nómina todo era maravilloso…
-Pos ni creas mira a Peláez, es el mandamás y su propia gente le está apedreando el rancho…
Pepe siguió caminando y lo paró una edecán…
-¿De qué medio señor?
-RDC respondió Garabato -era una página que leía a diario.
-¿Cuál?  -dijo la muchacha viendo la lista de medios
-Red Deportiva Central, es una página de web…
-Ah, los de internet están hasta atrás, esta zona es sólo para los periódicos y revistas importantes…
Garabato sonrió y regresó sentándose junto a un grupo de nerds que tenían metidas las narices en sus portátiles…

Uno de ellos lo saludo:
-A los de internet nos mandan a la esquina de atrás…  Allí está la clave de internet.
-No traje mi computadora- respondió Garabato. -Es mi primer día…
-No hay bronca, si quieres me das tu mail y te mando mis notas…
-¿No te importa?
-Claro que no, al final todos decimos casi lo mismo, palabras más palabras menos… A no ser que seas chiva y vengas con línea de joder a alguien…
-No.
-Entonces no me importa, aquí tienes mis datos…
Un flaco lleno de granos volteo su computadora mostrándola al grupo.
-Ya vieron lo que sacó el Record: que el presidente del América se reunió con la inteligencia del club… si esos son los listos como estarán los brutos…
Todos rieron sin dejar de mirar las pantallas de sus portátiles.

Garabato vio el monitor de la sala, donde estaban las estadísticas del Club: un ganado, un perdido, un empatado. Cuatro de nueve puntos posibles y séptimo en la tabla después de tres jornadas.
Siguiente juego contra los dorados de Sinaloa, entre ellos había tenido 5 enfrentamientos, cuatro ganados por el América y solo uno por Dorados.

En el papel un rival fácil.
El flaco de los granos volvió a hablar:
-500 pesos al que jaquee primero la red de ESPN y le ponga una jalada…

Mientras los muchachos se miraban entre si para ver quien aceptaba el reto, Garabato vio pasar por la ventana a su cuate, el jefe de seguridad del Estadio Azteca, salió de la habitación y le chifló.
Alfredo volteó sorprendido de ver a Pepe.
Se acercó nerviosamente hablando muy rápido:
-Aquí no. Te veo en media hora en el Starbucks de División del Norte.
Se dio media vuelta y entró en las oficinas del club, mientras Garabato se dirigía a la salida.

*

En el Starbucks el detective revisaba los mensajes en su celular, cuando llegó Alfredo y se sentó:
-Ya vi que tienes permiso de meter las narices, detective…
-¿Qué está pasando…?
-Todo… El otro día la balacera en el estadio. En el Club todos están nerviosos por la presión del centenario y al pobre Nacho están a punto de cortarle la cabeza.
-¿Peláez no lo va a defender?…
-Ese no protege ni a su madre, si está su cabeza de por medio.
-Ya le dieron el ultimátum, pero yo creo que están ganando tiempo para traer a su reemplazo… ¿Tú sabes algo sobre los muertitos…?
-Nada. Hasta ahora me parece que fue un accidente que se encontraran en el estadio…
-¿Accidente con todo ese arsenal?
-Cada quien iba cuidando a su gallo y se encontraron en medio camino, y ya vez que siempre hay alguien nervioso que jala el gatillo primero, y se arma el desmadre sin saber porque…
-No me lo creo…
-¿Tú que has escuchado?
-Sólo que el ejército estaba muy ansioso de no dejar rastros de lo que pasó… pero la familia del secuestrado tiene muchas influencias, y no tarda en ponerse fea la cosa..…
-¿Secuestro… qué secuestro?
-Oh, ya veo que no te dieron toda la historia… pregúntale al general García…No puedo decirte nada más. Suerte y me debes una.
Sonó el celular de Alfredo, vio la pantalla y salió en dirección a su coche.
-La llamada del jefe siempre es una emergencia…  te hablo luego…
Garabato se quedó pensando en que otra información le estarían ocultando.

Segundos después le entró un mensaje en su teléfono, era Alfredo y decía:
“A 200 metros dos hombres vigilándote”.

Volteó disimuladamente y vio el coche negro.

No eran los hombres del General.

*

Los siguientes días Garabato se encerró en su departamento y trabajando sin descanso, viendo las notas de prensa; jaqueando las comunicaciones del general.

Sólo paraba para dormir unas horas, o para ordenar comida por teléfono.

Por la noche le gustaba hacer una pausa para ver los resúmenes deportivos en la televisión o el internet. Esa noche puso Fox deportes, a la hora del programa “La última palabra” y escuchó que André Marín inició el programa diciendo que esa noche no iba a hablar nada sobre el América, a lo que el Ruso Brailovsky le contestó, que tuviera cuidado, que el América daba los raitings: “No te vayas a quedar sin leche para tus niños”.  Y Marín respondió “Este es un programa muy grande, para ese equipo tan pequeño… Y si no vean el 4-1”… Garabato pensó que era un pobre diablo y cambió de canal.

En los noticieros de Televisa anunciaban que el América viajaba a Sinaloa y que regresarían inmediatamente después del juego con Dorados, cuando comenzaron a hablar de tenis se quedó dormido.

El sábado se dedicó a recoger el tiradero de su departamento, y sacó las bolsas al basurero del primer piso, desde allí pudo ver un movimiento raro en la calle. Sin mostrar apuro volvió a subir a su departamento y observó por la ventana un coche negro, con dos hombres, en la esquina.

Tomó el teléfono y marcó… le contestaron rápidamente:
-Oiga general le pedí que me quitara a sus hombres…- dijo Garabato.
-¿Dónde está?
-En mi departamento.
-No se mueva de allí, que mando a alguien a checar… esos no son mis hombres… se lo aseguro.

Garabato lo sabía, pero quería crear la confusión para salir sin que se dieran cuenta.
A los pocos minutos un coche de militares se estacionaba frente al coche negro y los soldados encañonaban a sus dos ocupantes.

Pepe aprovechó para salir sin que lo siguieran.

Garabato estaba equivocado, a dos cuadras de su departamento una camioneta frenó junto a él,  tres hombres a punta de pistola lo subieron al vehículo y lo encapucharon. Durante horas lo trajeron dando vueltas, luego lo bajaron en lo que parecía un espacio amplio, por el eco de las pisadas.

Lo sentaron y lo dejaron con la capucha puesta y las manos amarradas a la espalda. Nadie hablaba.

Se dio cuenta de la hora porque uno de los hombres prendió la radio para escuchar el juego del América contra Dorados… sus vigilantes hacían ruidos cada que los amarillos anotaban, pero no soltaban palabra. Cuando el juego terminó apagaron lar radio.

Garabato pensaba en la ironía, el entrenador del América con ese resultado había ganado una semana más. El no sabía si ese era el último partido que iba a escuchar…

Bueno por lo menos el América había ganado tres a cero…

La cabeza del detective pensaba a mil por hora en medio de todo ese silencio…



(Continuará…)



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