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| Foto: dakar twitter |
Lejos de las dunas, el desierto y la aridez. En mitad de la Argentina verde, frondosa y húmeda, Sainz partió camino de otro pedazo de leyenda. Otro de los que emocionan, de los que crean afición 28 años después de lograr su primer Mundial de Rallies. Carlos Sainz tiró de paciencia, ritmo controlado y casi cero fallos para reinar en un Rally Dakar de los más complicados que se recuerdan.
La última etapa aún deparó trampas y escasa visibilidad con su orden de partida inverso, por lo que los líderes de coches tuvieron que sortear motos, quad y a los más lentos de la categoría. Aquí, en mitad de la sierra cordobesa, Giniel de Villiers se impuso para darle a Toyota un doble podio que sabe amargo. Pero Sainz, a pesar de ser 9º en la etapa, es el hombre del día.
Un hombre de 55 años que volvió a emocionarse al cruzar la meta lleno de polvo. Un hombre que ha vuelto a demostrar que su hambre de victoria y su nivel de competitividad son casi inigualables.
Sabe a despedida, aunque no confirmada, después de que Peugeot anunciase que este es su último Dakar y Sainz reconociese este sábado que puede ser también el último para él.
Atrás quedaron las dunas, los días complicados y el planteamiento día a día que han llevado al español a ganar por segunda vez la leyenda, la aventura sudamericana.
Ni un Peterhansel desatado, y desconocido, en los últimos días, puso nervioso al español de hielo. Sainz solo dejó aflorar su sonrisa una vez que el reloj paró de correr. Cuando todo estuvo decidido. Ni siquiera anoche cuando el francés 13 veces ganador del Dakar perdió más de una hora. Hasta el rabo todo era toro.
Peugeot se despide por todo lo alto, como soñó, aunque sin el doblete que parecía seguro en las últimas 48 horas. Los franceses echarán de menos al Dakar y viceversa. Pero El Matador se ha llevado la última ovación y en la 40ª edición, nada menos. Salida a hombros y palabras de agradecimiento para todos. Sainz, amplía su leyenda.
Fuente: Motorsport
