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| Foto: @celtics (X) |
En un nuevo capítulo de la rivalidad más laureada de la NBA, los Boston Celtics impartieron una cátedra de baloncesto moderno y eficiencia ofensiva al imponerse con contundencia, 126-105, a Los Angeles Lakers en el TD Garden. El marcador final, aunque abultado, apenas refleja la disparidad vista en la duela, donde el arsenal de tiradores de Boston desmanteló sistemáticamente la defensa angelina, dejando estéril una noche heroica, pero solitaria, de Austin Reaves.
El encuentro quedó prácticamente definido en los primeros compases. Los Celtics, fieles a la filosofía implementada por Joe Mazzulla, salieron decididos a establecer el ritmo desde más allá del arco. Derrick White encendió la mecha con una ráfaga de tres triples consecutivos en los primeros minutos, forzando al entrenador de los Lakers, JJ Redick, a pedir un tiempo muerto prematuro con su equipo abajo 7 puntos y sin respuestas defensivas. El primer cuarto cerró con un lapidario 39-17, una losa de 22 puntos que marcaría la tónica del resto de la velada.
La primera mitad fue una demostración de fuerza bruta desde el perímetro por parte de los locales. Boston registró un asombroso 63% de acierto en triples antes del descanso, una estadística insostenible para cualquier defensa rival. La circulación de balón de los verdes generó tiros abiertos constantemente, exponiendo las rotaciones tardías de unos Lakers que se vieron superados en velocidad y ejecución. La ventaja llegó a estirarse hasta los 29 puntos, convirtiendo el mítico recinto de Massachusetts en una fiesta anticipada.
Del otro lado, los Lakers enfrentaron una tormenta perfecta. Llegando en el segundo partido de un back-to-back (juegos en noches consecutivas) tras un esfuerzo extenuante en Toronto, y lidiando con la gestión de cargas de sus principales figuras, el peso ofensivo recayó casi exclusivamente en Austin Reaves. El guardia no decepcionó en lo individual, finalizando con 36 puntos, 3 rebotes y 8 asistencias. Su línea estadística incluyó un eficiente 9 de 18 en tiros de campo y un casi perfecto 15 de 17 desde la línea de tiros libres, reflejo de su agresividad atacando la pintura ante la falta de espacios por fuera.
Sin embargo, Reaves fue un náufrago en su propio equipo. Los Lakers, como colectivo, sufrieron enormemente en la primera mitad, lanzando apenas para un 26% de campo. Aunque hubo chispazos de Gabe Vincent (18 puntos, incluyendo dos triples oportunos antes del descanso) y el esfuerzo habitual de Rui Hachimura (13 puntos y 7 rebotes) en la pintura, la ausencia de una segunda espada confiable que absorbiera la presión defensiva de Boston fue evidente.
El tercer periodo trajo un espejismo de competitividad. Los Lakers, con más orgullo que buen juego, montaron una racha de 9-0, seguida más tarde por un cierre de 8-0 que logró reducir la desventaja a 15 puntos (97-82), inyectando algo de nerviosismo en la afición local. Fue el mejor momento de baloncesto de los visitantes en toda la noche.
La respuesta de Boston al inicio del último cuarto fue quirúrgica y despiadada. Dos triples consecutivos nada más reanudarse el juego apagaron el conato de rebelión y devolvieron la ventaja a dígitos inalcanzables. La profundidad de la plantilla de los Celtics quedó de manifiesto: casi todos los jugadores que pisaron la duela anotaron al menos seis puntos, mostrando un ataque democrático donde el peligro llega desde cualquier posición. Incluso el novato Baylor Scheierman tuvo minutos en un equipo que funciona como un reloj suizo.
Con poco más de seis minutos en el reloj, y la diferencia nuevamente rondando los 25 puntos, JJ Redick ondeó la bandera blanca, retirando a Reaves y al resto de los titulares para dar paso a los "minutos de la basura". Bronny James ingresó en el cierre y sumó 5 puntos cuando el destino del partido ya estaba sellado.
Esta derrota por 126-105 deja a los Lakers con interrogantes claras sobre su capacidad para competir contra la élite de la liga cuando su plan A no está disponible al cien por cien, especialmente contra equipos con la potencia de fuego de Boston. Por su parte, los Celtics consolidan su estatus como el equipo a vencer en la Conferencia Este, enviando un mensaje contundente a toda la NBA: su volumen y efectividad en el tiro exterior es un arma capaz de desarmar a cualquier rival en cuestión de minutos.
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