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Foto: ATPWorldTour twitter |
Definitivamente, algo ha cambiado en Novak Djokovic. Veníamos apuntándolo a lo largo de los últimos torneos, pero nos faltaba un gran resultado al que agarrarnos y así defender nuestra postura sin tanta réplica. El golpe sobre la mesa del serbio llegó este sábado superando a Jeremy Chardy en Queen’s (7-6, 6-4) y clasificando así a una final profesional casi un año después. Un rendimiento óptimo del balcánico que necesitará mantener mañana si quiere tumbar a un rival todavía más difícil, el croata Marin Cilic.
Pero no corramos tan pronto hasta la final, de eso habrá tiempo mañana. Antes tocaba tumbar a un oponente que llegaba fresco, cargado de confianza y armado de unos dotes para la hierba nunca antes vistas en su carrera. Con un título y una final bajo el brazo en las dos últimas semanas, el francés jugaba ya sin ningún tipo de atadura, pero eso no le quitaba el hierro necesario al asunto, un asunto grave siempre que tienes a Djokovic al otro lado de la red. El balcánico probó en dura, luego en tierra batida, hasta que finalmente, ha terminado siendo el pasto el que mayor alegría le ha dado. Con una semana muy completa en todos los sentidos, Nole salió a pista sabiendo que hoy lo fácil sería tener que ponerse duro en los momentos clave. Es decir, en los tiebreaks.
Ya lo había dicho Federer hace unos minutos tras acceder a su duodécima final en Halle: “Lo normal en esta época es que muchos sets en hierba acaben en tiebreak”. Pues con Djokovic y Chardy pasó lo mismo, en todos los sentidos. El serbio se hizo grande en el desempate y al francés le pesó la situación. El cuento de toda la vida trasladado de Alemania hasta Londres en apenas unas horas. Pero el billete todavía no estaba reservado al 100%, faltaba terminar de colocar bien las maletas. De nuevo la igualdad imperó en la reanudación, con un Chardy dispuesto a morir de pie y llevando la iniciativa de la mayor parte de los puntos. Esto le llevó a Novak hasta algún disgusto con el juez de silla, el clásico jueguecito de distracción que tanto entretiene.
Es el precio a pagar de jugar sobre pasto, donde todo se ajusta y se aprieta más sin importar el nivel o el ranking del rival. Un break justo sobre la bocina con 4-4 acabó con el sueño de Chardy e invitó a Novak a cerrar con su servicio, como los grandes. Final número 99 de su carrera, la primera desde la que ganara el verano pasado en el césped de Eastbourne. Parece que poco a poco el balcánico va sacando las garras y recuperando su instinto competitivo, un personaje principal que el tenis lleva echando de menos desde hace tiempo. Ahora falta ver si su cabeza y su raqueta están ya preparadas para batir a uno de los mejores del mundo y especialista en hierba como es Marin Cilic. En menos de 24 horas saldremos de dudas.
Fuente: Punto de break
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