Escrito por Augustus Doors.
…Cuando abrió la puerta vio a Elena y pensó que estaba soñando.
No sabía qué hacer, se quedó sin palabras. Había pensado en ella por meses, la había idealizado de tal forma que la había colocado en un altar; y ahora sentía la lengua de plomo dentro de una cavidad seca y pastosa que no respondía órdenes. Él le quería decir lo que sea, antes que desapareciera pero no podía.
-Hola… -dijo ella con naturalidad y una pizca de sensualidad.
Pepe abrió la boca y no le salió ninguna palabra. Parecía un pez sacado del agua, que abría y cerraba la boca tratando de encontrar un poco de oxigeno.
-¿Me invitas a pasar? -pregunto en un tono casi celestial.
Pepe se hizo a un lado de la puerta y la vio entrar con un porte maravilloso, las piernas larguísimas y un ligero movimiento de caderas que lo sacudió en lo más íntimo.
-¿Qué hace aquí?-preguntó y enseguida se arrepintió de haberlo dicho.
-¿Tienes algo de tomar?
-Lo que quieras…
-Vino blanco
-Eso no tengo, pero tengo tequila…- le faltaba el aire.
-Estás muy nervioso siéntate un rato… -le dijo ella golpeando el sillón con la mano.
Garabato no estaba nervioso, estaba a punto de sufrir un infarto fulminante, sentía que su corazón bombeaba sangre de forma descontrolada, se imaginó el ridículo que estaba haciendo y eso lo puso peor... El detective de mil batallas, el hombre de mundo, el amante insaciable y el romántico soñador ahora era un auténtico desastre. Ni en sus peores pesadillas soñó que podía mostrarse tan patético.
*
Garabato conoció a Elena en un lujoso club clandestino en una de las zonas más exclusivas de la ciudad. El lugar era solo para miembros, y una vez al año abría sus puertas a invitados especiales.
Su amigo Manuel González, antes de su nombramiento como Secretario de Gobernación, le había hablado del lugar y se encargó de que le mandaran una invitación.
La noche de la fiesta, un chofer en una impecable camioneta Cadillac negra lo recogió en el lugar asignado por la invitación y se dirigió a la zona residencial de la ciudad. Por fuera parecía una mansión discreta con muros altos que no dejaban ver mucho; la camioneta entró y cruzó un pequeño bosque de cedros, desde donde se podía ver la mansión elegante, iluminada, llena de movimiento.
La camioneta se detuvo en la entrada principal donde fue recibido por un par de hombres que revisaron tu invitación antes de bajar del coche, y luego le revisaron con mucho cuidado de que no trajera teléfonos, grabadoras, cámaras fotográficas o micrófonos ocultos. Cuando terminaron de hacer su trabajo, se acercó una especie de Concierge que le dio la bienvenida, lo hizo pasar a un recibidor y le explicó las reglas de la casa, mientras le servían su primera copa de champagne.
Las normas eran sencillas: no peleas, no escándalos, acceso a cualquier lugar de la primera planta. Y a la segunda planta solo podía subir si iba acompañado de un miembro. Y la regla de oro: las damas eligen la compañía, nunca al revés.
Finalmente se le informó a Pepe que su anfitrión había hecho un deposito por los gastos y propinas de toda la noche. El bar estaba abierto, la cena se servía a las 10 en punto y la diversión continuaba toda la noche en las diferentes zonas de la mansión, y a la media noche en el salón principal una presentación especial.
Luego lo acompañaron hasta la siguiente puerta, donde un par de hombres vestidos de riguroso frac le cedieron el paso al bar.
Pepe había escuchado de estos lugares, pero nunca había sido invitado a uno. Existían varios en todo el país, célebres por sus lujos, sus excesos, y lo selecto de sus miembros. El de la ciudad de México era muy famoso por su discreción y porque era de los más exclusivos, en un día normal te podías cruzar con el presidente, secretarios del gobierno, embajadores y los ejecutivos de las empresas top ten del país.
Además del ambiente, era conocido por sus fastuosas cenas, por ejemplo esa noche estaba a cargo del famoso chef peruano Gastón Acurio, y según los rumores del bar el sábado estaría en la cocina el mismísimo Mario Battali.
Y si los chefs eran estrellas, no se quedaban atrás otros miembros del personal por ejemplo: el famoso barman irlandés Geogeo Maki y el sommelier francés Camille Boche eran los encargados de las bebidas. El barista Leo Livinio era el encargado del los cafés (178 diferentes tipos de granos de todo el planeta).
Y la belleza estaba a cargo de Madame Lulú, que era la encargada de seleccionar a jóvenes de buenas universidades, bellas , discretas y con buena conversación, una especie de geishas-dama de compañía-y puta de alto vuelo. Todas sabían la regla que las damas elegían a sus acompañantes, y ellas decidían si querían pasar a la zona de las habitaciones. Eso generaba un ambiente de nerviosismo y tensión en los caballeros que se esmeraban en el arte de la conquista.
Enmarcado en ese lujo decadente vio por primera vez a Elena, que entró al bar como una reina y dejó sin aliento a la población masculina de la habitación.
Ella se acercó directo con Pepe y pidió una copa de vino blanco de la casa. Parados en la barra platicaron y rieron como si se conocieran de toda la vida. Pepe se enamoró de ella a primera vista.
Elena, se sabía observada por todos los caballeros del salón, pero los ignoraba con una gracia que la hacía aún más atractiva.
Cuando ella le confesó que era fanática de América, Pepe sintió el impulso de pedirle matrimonio, pero se contuvo. Estaban en medio de la plática del once ideal del América de todos los tiempos, cuando Madame Lulú se acercó y le habló al oído.
Ella se despidió con un beso en la mejilla con olor a perfume Gardenia de Chanel y salió partiendo plaza ante las miradas de los caballeros.
El resto de la noche no se la pudo sacar de la cabeza, Manuel llegó con dos jóvenes preciosas, cenaron un Ceviche Mixteado, Tiradito de Hamashi, Causa Otoñal, Chaufa de Mariscos, Lomo de Huachinango, Anticuchos de Pulpo, Salteado de Salmón. De postre sorbetes de lúcuma, maracuyá, mamey y fresas. Trufas de chocolate, Picarones y suspiros a la limeña. Al final de la cena los comensales aplaudieron el trabajo del famoso chef.
Manuel le pidió al mesero que les sirvieran el postre y café en la suite, a donde fueron acompañados por las dos jóvenes: una graduada como doctora de arte en la universidad de Columbia, y la otra economista becaria de Harvard.
Entraron a la sala de la suite allí un pianista vendado de los ojos tocaba melodías románticas, mientras les servían los postres, el café y los digestivos. La suite tenía dos habitaciones donde cada uno entró con su pareja.
Solo hubo un problema esa noche: Pepe no se podía quitar de la cabeza a Elena y su cara, su voz, su olor, su piel se le habían metido por los poros. Sentía que la había dejado ir quedándose con la duda de haber perdido a la mujer de su vida.
Una año después la volvió a ver en un apartado del “Cielito Lindo”, había tratado de averiguar sobre ella, quien era, qué hacia, dónde vivía. Había tratado de investigar algo sobre ella. Pero parecía un fantasma.
La vio una vez más un fin de semana cuando llegaba al “Cielito Lindo” y ella salía del lugar rodeada de guaruras. Por un minuto se cruzaron las miradas y él quiso hablarle, pero el guardaespaldas lo movió, y en cuanto sintió que se paraba al lado de la dama, le cerraron el paso.
Después de tanto esperar la tenía frente a él, en su departamento y no sabía qué decirle.
*
El secretario de gobernación y su secretario particular cenaban en el restaurante La Taberna del León. El secretario estaba concentrado en comer su pechuga de pollo en salsa de pipián de la abuelita, mientras el secretario terminaba de darle su informe y comía indiferente unos panuchos de cochinita pibil.
-Lo más inquietante es la cantidad de información que tienen en su poder…
-Como la obtuvieron
-En eso estamos… pero no es difícil, una buena paga consigues cualquier cosa…
-Quienes más están implicados aparte del embajador americano
-El secretario de defensa, el presidente del instituto federal electoral, el comisionado de la bolsa de valores y el cardenal primado de la ciudad; además de un par de actores de Televisa, y unos futbolistas están en la lista, esos son los más importantes…
-Quiero a Garabato en la investigación.
-Señor, no es recomendable que participe… mire el enredo que armó con el hijo del juez… quedaron regados muertos por toda la ciudad…
-No sabemos si fue él…
-Él o sus compinches, da igual. El detective se mueve en límites peligrosos
-Como todos, sólo que nosotros lo hacemos a nombre de la seguridad nacional…
-Y él con nuestra protección puede ser doblemente peligroso.
-Lo único que me importa es que da resultados. Si usted tiene que mandar alguien a limpiar el tiradero me tiene sin cuidado.
-Si señor.
-¿Todavía lo tiene bajo vigilancia?
-Por su seguridad, sólo por su seguridad…
-Si como no. Usted siempre se preocupa de cuidarme las espaldas y eso lo aprecio… Pero le aseguro de que Garabato es un tipo de confianza.
-Si señor
-¿Sabe dónde está?
-Es su departamento encerrado con una vieja desde ayer.
-Eso es lo que me recetó el medico, pero todavía tengo mucho trabajo. Mándelo llamar, que se ponga los pantalones y me busque en la oficina.
El Licenciado Olmos se puso de pie en el momento que llegaba la Chef Mónica Patiño a saludar al secretario y preguntar si le había gustado la cena, Olmos los dejó hablando, afuera del restaurante Cero Maldad lo esperaba con la camioneta en marcha.
*
Habían pasado más de veinticuatro horas juntos. La confusión de Pepe en los primeros momentos se convirtió en la tranquilidad de tenerla a su lado. Ahora los papeles se habían invertido, ella que tenía el control de la situación, ahora estaba confundida, nerviosa, y contenta como hace mucho tiempo no se sentía.
Estaba sentada en la cocina vestida con una camiseta del América que le quedaba grande y viendo a Pepe como le preparaba el desayuno. El café estaba delicioso, en la mesa unas conchas recién hechas y un omelet de jamón con queso gruyere, espinacas y tomate.
Elena pensaba en lo bien que se sentía con Pepe, había llegado a cumplir con un trabajo, y había sido sorprendida con su cortesía e inteligencia.
Desde el primer momento le dejó claro que estaba más interesado en conocerla que en meterse a la cama con ella. Eso la halago.
Mientras ella revisaba las novedades en su librero, él terminaba de servir el desayuno.
Elena se había graduado de una universidad prestigiosa, y había hecho su doctorado en ciencias políticas, cuando hacía su servicio social dentro de la oficina de comunicaciones de la Secretaría de Relaciones Exteriores, allí fue donde recibió la invitación para una “fiesta exclusiva”, y supo inmediatamente que había encontrado el final de sus problemas económicos. Se había convertido rápidamente en una celebridad, por su belleza y sentido inalcanzable, como si fuese una gran estrella de Hollywood, deseada y temida por todos los hombres.
A diferencia de otras muchachas ella había sabido elegir, y tuvo relaciones con un hombre poderoso que la llevó al nivel de semidiosa, la rodeó de lujos y una fortuna considerable.
A la muerte del magnate tuvo que desaparecer por un rato, por su seguridad, pero fue rescatada por uno de sus mecenas, que le pidió que regresara a trabajar para él.
Ella en un principio se negó pero le debía tanto a su maestro que decidió hacerlo, como un favor final, para estar a mano con las deudas contraídas.
Le pidió que visitara a Garabato, ella no sabía qué esperar de aquella cita a ciegas, le recordaron que lo había conocido en una fiesta, pero ella conocía a mucha gente en esas fiestas. Temía que fuese uno de esos locos que se obsesionan con sus amantes y luego es difícil de sacudírselos, pero bueno un favor a cambio de todos los que debía era más que justo.
Lo que no sabía era que ese encuentro le iba a costar la vida.
*
Rolo regresó con un par de sus cuates al Auditorio Nacional, allí vio al acomodador de coches trabajando, se acercó y le tocó el hombro.
-Buenas tardes -le dijo, mientras el chico ponía cara de susto al reconocerlo.
-Buenas noches señor…
-¿Me conoces?
-No señor yo tengo mala memoria para los clientes.
-Eso me gusta muchacho, dime tu nombre.
-Eladio, pero me dicen la Rata señor…
-¿Has sabido algo del Cucaracho?
-Me dijeron que lo encontraron muerto en la colonia Taxquena…
-¿Te acuerdas lo que te dije?
-¿Que si no regresaba yo me quedaba como el dueño de esto?
-Si.
-Pero no se va a poder porque el Manotas ya dijo que él se hace cargo y la verdad es que no quiero problemas...
-¿Dónde esta el Manotas?
-Es el de camisa roja señor. Mire viene para acá…
-¿Algún problema con su coche señor? -preguntó el Manotas…
-No, pero quiero hablar contigo…
Los hombres de Rolo se movieron entre los coches y se colocaron por detrás del Manotas
-¿En qué le puedo servir?
-Solo quería aclarar que la Rata es el nuevo jefe de los acomodadores.
-¿Quién lo dice?
-Yo
-Usted no sabe como funciona esto, el jefe es el que tiene más antigüedad y más guevos….
El Manotas sacó una navaja del pantalón y la Rata dio un paso atrás. Los dos hombres de Rolo lo tomaron por sorpresa, lo arrojaron al piso, y mientras uno le ponía la rodilla en la nuca, el otro tenía el pie presionándolo contra el suelo. Rolo se acercó y le quitó la navaja, luego con un movimiento rápido le cortó un dedo.
-¿Sabes quién manda aquí?
El Manotas lloraba y sangraba.
-Desde hoy la Rata manda, y cuenta con la protección de mi gente… Rata estos dos trabajan para ti y quiero el treinta por ciento de lo que saquen. Tú, si le pasa algo a la Rata vengo por ti… ¿entendiste?
-Si señor… -contestó el Manotas desde el piso.
-Gracias…-dijo la Rata.
-Mi nombre es Rolo, y estos son el Perro y el Ninja… y trabajan para ti, ¿está claro?
-Gracias Don Rolo…
-Y si alguien te pregunta por mi…
-Yo no lo conozco…
-Chico inteligente, si hubiese más líderes como tú, la democracia en este país sería otra cosa…
Rolo se dirigió a la parada de taxis y desapareció en el tráfico en dirección al centro.
*
Elena seguía vestida con una camisa deportiva y unos jeans. Estaba metiendo sus cosas en una bolsa. Miró desde lejos a Pepe que estaba revisando su mail en la computadora, era un tipo raro, pero inteligente y divertido. Nunca nadie la había tratado así, nadie se había preocupado en escucharla, le gustó el tiempo que había pasado con él. Lo que no entendía era porque le habían pedido ir a ver al detective.
Sonó el teléfono y Pepe contestó.
-Tu taxi esta abajo… -dijo.
-¿Seguro que estás bien?
-Si…
-Gracias por la plática y el desayuno –dijo ella sonriendo.
-Aquí tienes mi tarjeta con el celular, y sabes donde vivo… Puedes venir cuando quieras…
Pepe se acercó y le dio un beso en la mejilla, ella le respondió con un beso en la boca. Cuando cerró la puerta Pepe estuvo tentado de salir corriendo detrás de ella.
Un minuto después, tocaban a la puerta. Garabato sonrió al pensar que había regresado tan pronto. Se imaginó que quería otro beso.
Abrió y se encontró con Cero Maldad en la puerta, se contuvo para no gritar del susto.
-El Licenciado quiere hablar con Usted, me pidió que lo llevara a su oficina. Lo espero abajo en la camioneta.
Este cabrón me acaba de dar una orden, y yo me cago de miedo de contradecirlo -pensó Garabato.
-Sí –contestó- ya bajo…
Se fue a su cuarto y mejor se apuró a cambiarse de ropa, no fuera hacer que el Cero Maldad se enojara por esperarlo tanto.
Se rió pensando: quién dice que los detectives no tienen miedo…
*
El jefe de la policía de la ciudad entró a la oficina del licenciado Olmos, los dos hombres se sabían peligrosos y por eso se respetaban.
-Jefe Trejo -dijo a manera de saludo el licenciado.
-Licenciado Olmos –respondió el jefe.
-No quiero hacerle perder su tiempo así que voy al grano…
-Como usted diga.
-Uno de mis hombres me acaba de avisar que en este momento hay varios hombres que parecen de su corporación, vestidos de civil, alrededor del departamento del detective Garabato.
-No sé de que me habla…
-Voy a ser claro… sus hombres creen que Garabato tuvo que ver con la muerte del teniente Cicerón Romero… y eso no es cierto.
-¿Y Usted cómo lo sabe?
- Porque el teniente Romero ya nos había tocado los tanates varias veces, y estaba fuera de control, es por eso que se le mando eliminar…
-Todos estamos embarrados hasta el cuello. Pero si no nos respetamos, la calle se va a volver peligrosa…
-Jefe, yo creo que sabe de donde vino la orden, y eso está muy arriba de su nivel.
-El teniente era uno de mis mejores hombres
-No lo dudo, pero tienen que saber que ellos también reciben ordenes y hay lugares y situaciones donde no tienen acceso… Una corporación sin limites es muy peligrosa… Jefe Trejo. Y usted está allí para controlar a su gente… ¿o no?
La pregunta lo agarró desprevenido.
-No pos si…-dijo el jefe, y Olmos lo interrumpió.
-Entonces no se diga más. Me alegra que estemos en a misma página, y por favor retire a esos hombres del parque, y le encargo personalmente la seguridad del detective. Si le pasa algo o si sufre un rasguño, usted le rinde cuentas al secretario…
gracias por venir…
Al jefe Trejo le enfurecía tratar con los mensajeros, pero sabía que Olmos tenía mucho más poder que él. Así que decidió irse callado y mirar para otro lado.
Ya habría tiempo de ajustar cuentas más adelante…
*
Rolo llegó al bunker, y vio que señora de la limpieza había arreglado y limpiado todo, le llamó la atención escuchar la impresora trabajando y se dirigió a ella. Cuando caminaba hacia la máquina sintió que alguien jalaba el agua del baño y abría la puerta.
-¡Qué bueno que llegaste! – dijo el Camote
-Que es tan urgente…
-¡Mira las fotos! - dijo mientras le pasaba un bonche.
-¡No mames!
-Lo mismo pensé yo… ¿Ya viste quién es? Y mira esta…
-¿De adónde salió esto cabrón?
-Yo nada… Le estaba dando un último vistazo a los mensajes del Juez Navarro-Hurtado y checando que todo estaba bien con su hijo, y encontré este archivo sin abrir en su basura.
-¿Los están chantajeando?
-No han pedido nada, pero sabes cuanto valen esas fotos, y deja que veas los videos…
-¿Le avisaste a Garabato?
-Le iba a hablar cuando escuché por la frecuencia de la policía, la orden de retirar todos los elementos del parque frente al departamento de Pepe…
-¿Y qué hace la policía cerca de Garabato?
-Yo creo que andan tras él…
Rolo marcó el teléfono de Pepe.
-Bueno –contestó
-Cabrón la poli te anda siguiendo los pasos… cuidado como te mueves… ¿dónde andas?
-Camino a una junta… en el centro.
-¿Vas con el macizo?
-Si
-Necesito verte antes de la junta…
-No puedo
-Es urgente…
Cuando Rolo decía que era urgente, algo serio estaba pasando.
-¿Dónde estás?-
-En el Bunker…
-Te veo frente al Reloj… en veinte minutos…
-¿Podemos hablar en privado?
-No
-Entonces te mando un sobre con uno de los mensajeros… Cuando termines te veo en el Sanborns de Azulejos.
-Estas muy misterioso…
-Nos pueden estar escuchando… ya verás que es serio…
Y colgó.
Pepe sintió la mirada de Cero Maldad que lo miraba por el espejo retrovisor.
-Antes de entrar al edificio tenemos que esperar unos minutos frente al Reloj…. por favor.
Cero Maldad pareció asentir con un gruñido.
Garabato se quedó intranquilo con la información de que los polis lo seguían, y qué tenía tan intranquilo a Rolo.
*
El Secretario de Gobernación estaba en su oficina con el Juez Navarro-Hurtado.
-Te quería agradecer personalmente lo de mi hijo –dijo el Juez.
-No tiene nada que agradecer señor Ministro…
-Creo que a puerta cerrada está bien tutearnos…
-De acuerdo… ¿dónde está tu hijo ahora? –preguntó el secretario.
-Lo mandé a España con sus tías, luego se va a quedar un rato en la casa de Miami, hasta que pasen un poco las cosas…
-Es lo mejor…
-No sé cómo pagarte lo que hiciste, Manuel…
-Ya sabes que es mejor que te deban un favor, a que te deban lana…
-Cuando quieras ya sabes…
-Tal vez muy pronto necesite de ti…
-Dime…
-No todavía no. Ando lidiando con un broncón de alto nivel…
-Arriba de ti solo el Presidente…
-Estate al pendiente porque cuando te hable, es porque hay que trabajar en control de daños…
-¿Así de grave?
-Si
-Bueno sabes que no me despego de mi teléfono celular. Al propósito los de inteligencia intervinieron mis teléfonos cuando paso el secuestro…
-Te aseguro que están limpios, me encargue personalmente…Pero igual ten cuidado por que las paredes tienen orejas…
-Lo sé. ¿Sabes algo del detective? …Quiero verlo.
-Si te esperas un momento, está por llegar…
-Si no te molesta lo espero, tengo algo que darle…
-Me pareció una buena puntada lo de la ambulancia al estadio…
-Si pero casi me sale el chirrión por el palito…
-No sabía que Garabato fuese tan aficionado –dijo el secretario.
-El americanista número tres, después del Azcárraga y el ¨Loco¨ Valdés… yo hace mucho que no voy al fútbol, allí puedes usar la suite cuando gustes…
-¿Tienes una suite?
-La compre cuando la misa del Papa Juan Pablo II, mi mujer estuvo chinga y chinga… mi hijo lo usaba a veces con sus cuates, allí está a tu disposición cuando quieras…
-Yo la verdad no voy mucho, prefiero los toros…
Al celular del secretario le entró un mensaje, lo abrió y se le quedó mirando al Juez.
-Viste lo que te llegó al buzón…
-No recibí nada –dijo el juez mientras miraba su teléfono.
-Estas entre los copiados…
-Deja ver… Tengo algo en la basura… ¡Dios mío qué es esto!
Si esto se llega a saber, van a rodar muchas cabezas…
*
Llevaban parados frente al Reloj un par de minutos y Cero Maldad estaba impaciente frente al volante. A lo lejos vio que se acercaba una moto con dos muchachos, se llevó la mano a la sobaquera, sacó su arma, le quitó el seguro y la dejó sobre el asiento tapada por un periódico. La moto se paró frente al coche y se bajó uno de los chicos con un sobre de manila en las manos. Cero Bajo la ventana del copiloto, mientras la otra mano la pasaba por debajo del periódico.
-¿El Señor Garabato?
-¿Quién pregunta por él? -contestó Cero Maldad
-Me manda Rolo con un paquete para él…
-Dámelo…
-Lo siento se lo tengo que dar al detective…
Garabato bajó su ventana y estiró la mano, el muchacho lo vio y se relajo.
-Aquí tiene Don Pepe… dice el patrón que lo espera.
-Gracias.
El coche se puso en marcha, llegarían en un par de minutos, mientras abrió el sobre y observó las fotos…Supo enseguida porque lo habían llamado con tanta urgencia… Se iba a armar un buen desmadre…
*
Elena recibió un mensaje urgente, no la habían dejado descansar ni un minuto y ya tenía su siguiente trabajo. Caminando hacia el baño fue desvistiéndose tirando la ropa, llegó desnuda a la ducha y se deslizó bajo el agua caliente. Pensaba que a veces le gustaría dejar todo eso y dedicarse a algo normal, al fin que dinero no le faltaba, pero era una adicta a la adrenalina de su trabajo. Se secó con la bata de baño mientras se hacía una cola con el cabello mojado, y se ponía un traje negro y un collar de perlas. Metió una pistola calibre veintidós en su bolsa de mano y salió a trabajar.
*
Cuando entró a la oficina del Secretario se sorprendió de encontrar al Juez Navarro-Hurtado, se les veía tensos y Garabato sabía por qué.
-Tengo un nuevo trabajo para ti… -dijo el Secretario.
-No gracias –contestó Garabato.
-Pero no sabes de qué se trata… ¿Porqué dices que no?
-Ya vi las fotos… es un problema gordo…
-¿Y se puede saber cómo las viste? No estabas en los copiados…
-Entramos a la computadora del juez, cuando estábamos buscando a su hijo. Nos topamos con esto de casualidad… Sabes que no voy a abrir la boca… Aquí están las únicas copias que se sacaron…-tiró el sobre de manila encima de la mesa, el secretario abrió el sobre y vio el contenido.
-Me acaban de llegar fotos nuevas… ¡esto es un desastre!
-No es asunto mío, con el perdón de Ustedes me retiro…
-Espere –dijo el juez- esto es para usted. Y gracias por lo que hizo por mi familia.
Le dio un cheque que Garabato lo guardó sin mirar la cifra.
-¿No va a ver la cantidad?
-No –contestó Pepe- Sé que usted es un hombre justo.
Cuando se disponía a irse lo volvió a llamar el secretario.
-Espera un momento… Necesito que investigues quienes están detrás de esto…
-Con el debido respeto, lo que veo aquí es que hay una filtración a gran escala no solo a los sistemas de seguridad, sino que saben el lugar y la hora donde tus personajes van a estar. Esto no es casualidad, y por las fotos es un asunto de seguridad nacional… yo soy un detective para encontrar mascotas perdidas…
-No te subestimes Pepe.
-Tu sabes que no tengo este alcance.
-Pero tienes el olfato que no tiene mi gente. Te puedo poner a la cabeza de un grupo de mis hombres…
-Con todo respeto Manuel, tus hombres son unos pendejos, no tienen idea quien hizo esto. Y así esperas que controlen el país…
El secretario lo miro serio, pero no abrió la boca.
-Lo siento- dijo Garabato- No es correcto lo que dije…
-Pero tienes la razón- dijo el secretario -…por eso te necesito…
-Pepe –dijo el juez- en ese ataque incluyen a mi familia. Mi hijo está fuera del país y si ves las fotos, las tomaron dentro del avión cuando iba rumbo a España… Están dos pasos delante de nosotros, y por lo visto los colombianos que colgaron solo fueron mensajeros. El que mandó a secuestrar a mi hijo está enviando el mensaje que viene por nosotros…tú y tu gente tampoco están seguros.
-Tú pon las condiciones –dijo el secretario.
-Quiero trabajar con mis hombres, ustedes nos cubren las espaldas y aguantan vara.
-¿Qué más?
-Deja lo hablo y regreso con la lista…
-¿Entonces cuento contigo?
-No tengo muchas opciones… voy a necesitar trabajar con tus hombres de inteligencia, pero que les quede claro desde el comienzo que yo llevo la investigación.
-Está bien, tengo a la persona indicada para que te organice a los de inteligencia, y te haga llegar todo lo que necesites. Y es de toda mi confianza.
El secretario levantó el teléfono y le habló a su secretaria.
-Dígale al comandante que entre por favor…
Se abrió la puerta y entró el comandante de inteligencia.
Garabato volteo y vio que entraba Elena a la habitación.
(Continuará…)
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