En una noche de locura total en el "Teatro de los Sueños", los Red Devils y los Cherries intercambiaron golpes en una batalla épica de ocho goles. Bruno Fernandes y Matheus Cunha parecían sellar la remontada, pero un agónico tanto de Junior Kroupi decretó unas tablas que saben a poco para los de Rubén Amorim.
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| Foto: AP |
Si alguien necesitaba pruebas de por qué la Premier League es la liga más espectacular del mundo, Old Trafford entregó anoche el manifiesto definitivo. En un duelo que desafió toda lógica defensiva y abrazó el caos puro, el Manchester United y el Bournemouth igualaron 4-4 en un encuentro que tuvo de todo: volteretas, golazos de tiro libre, errores garrafales y una tensión que mantuvo a los 75,000 espectadores al borde del infarto hasta el último segundo.
Un arranque engañoso y la respuesta de los Cherries El equipo de Rubén Amorim, que buscaba trepar al quinto puesto de la tabla, saltó al césped con ímpetu. Apenas al minuto 13, la conexión ofensiva rindió frutos cuando Amad Diallo, aprovechando un centro preciso de Diogo Dalot, cabeceó a quemarropa para vencer a Djordje Petrovic y poner el 1-0. Parecía una noche tranquila para los locales.
Sin embargo, el Bournemouth de Andoni Iraola, pese a llegar con una racha de siete partidos sin ganar, no se amedrentó. Al 40', un error en la salida de los Red Devils permitió que Antoine Semenyo fusilara a Senne Lammens para el 1-1.
Justo cuando el primer tiempo agonizaba, y la frustración crecía en las gradas, apareció la jerarquía de Casemiro. En el tiempo añadido (45'+4), el brasileño se impuso en las alturas tras un córner de Bruno Fernandes para devolver la ventaja al United (2-1) antes del descanso.
El "Blietzkrieg" del Bournemouth y la furia de Old Trafford Lo que sucedió al inicio del complemento fue un colapso total para los locales. Apenas 40 segundos después de la reanudación, Evanilson aprovechó una asistencia de Marcus Tavernier para empatar el juego (2-2). Old Trafford enmudeció.
Pero la pesadilla no terminó ahí. Al minuto 52, Tavernier, el orquestador de los visitantes, ejecutó un tiro libre magistral que superó la barrera y dejó estático a Lammens. En cuestión de siete minutos, el Bournemouth había dado la vuelta al marcador (2-3), exhibiendo las fragilidades defensivas que siguen atormentando la era Amorim.
La reacción de los líderes: Bruno y Cunha Con el orgullo herido, el United se lanzó al ataque. Fue entonces cuando apareció el capitán. Al 77', Bruno Fernandes frotó la lámpara y clavó un tiro libre espectacular al ángulo superior, un verdadero poema de gol que hizo estallar el estadio para el 3-3.
La inercia ganadora fue arrolladora. Solo dos minutos después (79'), Matheus Cunha, el fichaje estrella que empieza a justificar su precio, aprovechó un balón suelto en el área tras una jugada de Benjamin Sesko para fusilar la red y concretar la voltereta local (4-3). Old Trafford era un manicomio; la victoria parecía asegurada.
El balde de agua fría final El fútbol, sin embargo, tenía un último giro de guion. Al minuto 84, el suplente de lujo de los Cherries, Eli Junior Kroupi, encontró un espacio entre los centrales y definió con clase ante la salida de Lammens para poner el 4-4 definitivo.
El cierre fue de infarto. En el tiempo de compensación, el arquero del United, Senne Lammens, se vistió de héroe salvando dos remates claros de David Brooks que hubieran significado la derrota catastrófica para los locales.
"Fue un partido divertido para los neutrales, pero perdimos dos puntos por errores infantiles", declaró un visiblemente frustrado Rubén Amorim al final del encuentro. Con este resultado, el United se ubica sexto, mientras que el Bournemouth respira y suma un punto de oro en su lucha por la permanencia.
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