Taro Daniel le da la bienvenida a Novak Djokovic en su regreso a las canchas

Foto: ATPWorldTour twitter

Cuando todo el mundo esperaba a Novak Djokovic celebrando su regreso por todo lo alto, Indian Wells nos devolvió a una realidad mucho más oscura para el de Belgrado. Errático, sin ningún control en su revés y visiblemente castigado por los dolores en su codo, el que fuera número 1 del mundo tuvo el partido en su mano, luego recuperó la distancia pero terminó diluyéndose frente a un Taro Daniel que aprovecha la oportunidad para firmar la victoria más importante de su carrera (7-6, 4-6, 6-1). Momentos muy duros para el balcánico que deberá reflexionar seriamente sobre cuánto tiempo necesita para volver a ser quien fue.

Llevaba Novak unos días calentando su regreso en redes sociales en el buen sentido de la palabra. Subiendo fotos, animando a sus seguidores, incentivando a todo el mundo a reunirse este domingo en el segundo turno del Estadio 1 para disfrutar del regreso del 12 veces campeón de Grand Slam. Algo muy grande se estaba cociendo, al menos en la mente del balcánico, luego habría que ver lo que acontecía en la pista. Pero no mentía Djokovic, un espectáculo dramático y algo doloroso nos esperaba en California cuando nadie lo esperaba, Un sufrimiento del tenista serbio que nos hizo temernos lo peor.

Sin embargo, el inicio no pudo ser mejor para el de Belgrado. Es cierto que acumuló algunos errores, pero al fin y al cabo en una primera ronda de un Masters 1000 importa más el resultado que las sensaciones. Y el marcador indicaba un 5-2 a favor de Nole y una bola de break que, al mismo tiempo, era bola de ser. La situación estaba controlada, aunque todavía había mucho que mejorar. Algo muy diferente tuvo que pasar por la cabeza de Taro, quien se puso el mono de trabajo y decidió que, a partir de ahora, cambiaría los riesgos tomados por una defensa férrea de cada punto. El resultado no tardó mucho en llegar.

De repente, el serbio perdió la confianza, el rumbo del partido. Su revés se quedaba en la red, su saque no funcionaba y su cara… su cara era la peor noticia de todas. Triste, sin alegría, cabizbajo, pensando quizá en ese codo que hoy llevaba descubierto pero que por dentro le estaba volviendo a dar problemas. Pese a todo, todavía tuvo un 5-4 y servicio para cerrar aquel parcial. Pero no, no era el momento. El asiático le dio la vuelta a la tortilla para firmar un tiebreak impoluto (7-3) que le ponía por delante en la carrera hacia la victoria. La imagen de Novak era descorazonadora y ya no estamos hablando de jugar mejor o peor, sino de un hombre que no estaba disfrutando con aquello que más feliz le ha hecho en la vida.

Uno sabe que un tenista no anda bien cuando su cara es la misma ante un fallo que ante un acierto. Por un momento pareció que el propósito de Djokovic era mantenerse en la pista esperando una respuesta del cielo. Tampoco ponía de su parte un Taro al que era imposible arañarle una bola de break. Pero llegó, justo cuando el 3-3 del segundo set ya presagiaba un final rápido y fugaz para el ex número 1 mundial. Llegó la oportunidad, llegó el break y el japonés dio un paso atrás. Tenía todo a su favor para firmar la victoria más importante de su carrera, pero cuando perdonas ante los grandes lo normal es que lo acabes pagando.

Es lo que hubiera pasado en el 99% de los casos, pero no en éste. El segundo set había representado la última bala de Djokovic, desgastando la poca pólvora con la que cuenta en estos momentos. El tercer set fue una penitencia que se podía haber ahorrado, pero un caballero siempre muere con las botas puestas. El 6-1 final resultó un esperpento, aunque eso no le quitó la energía al de Belgrado para sonreír, levantar el dedo pulgar y felicitar a su verdugo. Campeón hasta en los peores momentos.


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