“Nomás tres goles…”




“Nomás tres goles…”
Escrito por el Gordo Cebollas.

“Ayer por la tarde viendo el partido de México con Uruguay, perdimos el control, y de veras lamentamos los insultos, las molestias a los vecinos, la agresión a transeúntes, los malentendidos con la policía, los daños causados a la propiedad pública, pero sobre todo el haberle gritado a la Ruperta: ¡Gorda!!!
Estoy arrepentido y le pido una disculpa pública”.

Esa fue la declaración que leí frente al juez, y el vejete no me creyó porque el Zapatos no paraba de reírse, y nos dio tres días más de cárcel, para que reconsideremos nuestra actitud antisocial.

Les cuento lo que pasó:

El Zapatos y yo quedamos en vernos antes del partido, pero no con la intención de verlo, sino con la idea de ir a cine, o pasar por unas cervezas a la cantina de Doña Flor, que ya había advertido, que en su changarro no se iba a ver el fútbol.

Ustedes se estarán preguntando porque dos aficionados de hueso colorado como nosotros, no queríamos ver el juego…

Muy sencillo, como aficionados mexicanos, hemos sufrido históricamente humillaciones sistemáticas (o sea un sistema matemático que explica porque somos loosers), que nos han hecho llegar a la conclusión que de nunca vamos a ganar nada importante.

Históricamente ganamos la Revolución, he igual nos chingaron. O sea que aún ganando perdemos… suerte de guajolotes navideños.

Buenos ya nos íbamos cuando vimos que la Ruperta, la Chaparra, la Suzi y la Margot (que es la más pedota de todas), ya habían puesto mi tele grandota en el patio, y prendieron mi asador para prepararse una carne asada y ver el partido.

El Zapatos dudó y me preguntó:
-¿Y si nos quedamos?
-No quiero más humillaciones, los uruguayos nos van a meter una goliza…Si quieres tu quédate con las viejas…. (Remarqué la palabra: viejas…)
El Zapatos muy orgulloso respondió:
-¡Mejor nos vamos!…
Ya estábamos en la puerta de la casa cuando el viejerio gritó:
-¡Goooool!!!!  ¡Gooooool!!!!  ¡Goooool!!!!!!! ¡de México!

No regresamos a ver la repetición, y lo gritamos mientras corríamos alrededor de la mesa del centro de la sala y nos fundíamos en un abrazo.

En ese punto yo corrí al refrigerador por unas chelas, en lo que el Zapatos arrimaban una sillas al patio.
-¿No que ya se iban? –preguntó la Ruperta.
-Nos quedamos un ratito, pero ya casi nos vamos… Una chela y nos vamos…
-Si –afirmó el Zapatos, sin despegar los ojos de la tele grandota.

Ya para la tercera cerveza saqué el tequila, y comenzamos a cantar los oles, el ¡México! ¡México!. Y hasta los pu…..os! cuando sacaba el portero uruguayo.

Para el medio tiempo yo bailaba el zapateado, mientras el Zapatos preparaba las margaritas con un poco de Coñac (es que el Zapatos cuando se pone borracho se siente francés).

Cuando Uruguay marcó el empate, el Zapatos trato de darle un golpe a la mesa, y falló por un metro, dándole un madrazo accidental a la chaparra.

A lo que la viejas reaccionaron violentamente, mientras la chaparra lloraba,  y la Margot pateaba al Zapatos en el piso. En ese momento la Ruperta cometió la imprudencia de ponerse frente a la tele.
-¡La carne de puerco no es trasparente!  -le grite.
-¿Qué dijiste miserable? –me preguntó con cara de asesina…
-¡Gorda, quítate de allí!!!!

No hay palabra que desarme más a la Ruperta, cuando escucha que le dicen “gorda” se desmorona. Porque me consta que lo ha intentado todo: weigth-watchers, la dieta de la luna; las pastillas de Nopalina; la dieta de la Thalía; las de tragar barritas doce veces al día; todas las ha intentado… pero siempre fracasa, y su voluntad flaquea cuando tiene en frente unos tacos de chicharrón en salsa verde, con unos frijoles refritos…

La gorda se puso a llorar y se fue a encerrar al baño.

Yo le iba hacer caso, pero el juego estaba emocionante, y decidí ir, después de que terminara el partido.
-¡Goooool de México!!!!, que digo gol… ¡golazo!!!! ¡azo! ¡azo!… cada quien con su botella de tequila brincábamos en el patio, mientras brindábamos por Rafa Márquez… ¡salud!; por el Chicharo… ¡salud!... por Guardado… ¡salud aunque lo hayan corrido!; por Osorio…no por ese pinche colombiano, no. Por Tala… ¡salud!
¡Goooool de México! ¡tres a uno!… ¡Gol! ¡gol! ¡gol!…

Sin darnos cuenta ya estábamos corriendo en la calle gritando el gol, y el Zapatos arrodillado en el pavimento daba las gracias a todos los dioses del Aztlán, mientras se bebía el anejo que se chingó de mi cocina.

Al escuchar el escándalo los vecinos salieron de sus casas y los abrazos al grito de ¡México! ¡México! ¡México! no se hicieron esperar. 

Y cuando menos nos dimos cuenta éramos un chingo de batos con banderas mexicanas brincando en la calle.

Allí vino el problema, según yo fue el grito de un infiltrado, provocador o méndigo americanista ardido. Mi vecino dijo que fue el Zapatos el que gritó:
¡Chinga su madre Trump! Y como movidos por una fibra patriótica invisibles,  surgió un sentimiento de ser sobajados por el hombre blanco, y a inercia de la hermandad alcohólica… se convirtió en enojo político… y alguien más gritó…
-¡Vamos a exigirles a los putos republicanos una disculpa!
-¡Siiiii ! -contestó la masa de borrachos… ¡Sus oficinas están a tres cuadras!!! --¡Vamos!
Ya en medio del relajo escuché una voz que gritaba:
-Compadre tráete los bidones de gasolina y unos cerillos…
En ese momento juro que no sabía para que…

La masa avanzaba por las calles de Huntington Park al grito de:
-¡Chinga su madre Trump! ¡Chinga su madre Trump!

Hasta que nos topamos con un muro azul de policías de la ciudad que nos impedían el paso rumbo a las oficinas republicanas.

Tras un momento de duda, las banderas apuntaron hacia el frente y como caballeros medievales emprendimos la carrera para embestir a los azules…

Hace años no me divertía tanto… hasta que sentí el garrotazo… y  de allí… ya no me acuerdo de nada.

Sigo en el bote, y la Ruperta en venganza de que le dije gorda, no le da la gana de pagar la fianza. Y lo peor es que no pudimos ver el juego de Golden State…

Juro que si me dejan  salir antes del siguiente partido, mejor me voy al cine y me entero de los resultados por la Red Deportiva Central…

GC

PD: El juez nos mandó a la celda unas camisetas rosa-mexicano que dicen: “No a la violencia” y nos la tenemos que poner hasta que termine la Copa América.

Además nos visitó en prisión el gordito de los comerciales de la Pizza Loca, y nos pidió encarecidamente que si nos vamos a poner pedos y brutos otra vez, que no salgamos con banderas mexicanas a la calle, porque cuando pasan las imágenes en los noticieros, los hombres blancos sienten que los mexicanos están invadiendo California… y no se les vaya a dar por votar por el muro. 

Mejor dejemos que la invasión continúe en silencio…

PD #2: A nuestro amigo Javier “El Uruguayo” que estaba muy sacalepunta, y muy agresivo apostando billetes grandes por la celeste, un saludo especial:

¡Uruguayo la porra te Saluda! Fiiii… Fiiiii…Fiiiii… Fii-Fii!!!!!!!

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