“Dios y el fútbol”…
Escrito por el Gordo Cebollas.
El domingo la Ruperta me sacó de la casa y me llevó a la misa de siete.
Hacía tanto que no pisaba la iglesia que cuando el cura Benito me vio entrar puso cara de haber visto al chamuco.
-Bienvenido hijo, pasa a la primera fila…
Yo quería sentarme atrás para poder echarme una jeta, pero la Ruperta de un empellón casi me manda hasta la sacristía.
A lo lejos creí ver a alguien que manoteaba para llamar mi atención. Era el Zapatos Blancos, que estaba también en la primera fila pero del otro lado, con su mujer, la chaparra, que no le hizo mucha gracia verme en la casa de Dios.
El padre Benito durante la misa se encargó de pasarme primero el incienso; luego me aventó agua bendita, y el Padre Nuestro lo rezó a centímetros de mi cara, casi sentí como si me estuviera haciendo un exorcismo.
Cuando llegó al sermón esperaba lo peor, mínimo una mentada de madre.
Pero el curita ya encarrerado y con las orejas rojas de furia, gritaba desde el púlpito:
-¡El fin del mundo está cerca! ¡Las tinieblas se están apoderando ahora mismo de las calles para dar paso a los demonios que vienen en busca de pecadores!
La Ruperta tomó su Rosario y lo apretó entre sus dedos y comenzó a rezar mientras escuchaba el resto de la perorata:
-¡Ustedes son los culpables de que Dios esté enfadado con nosotros! –gritaba el cura- !Ustedes son las bestias que acabaron con su paciencia!
Me pareció que esto lo dijo mirándome y luego volteando hacia el Zapatos
-¡Ustedes almas pecadoras! ¡Ustedes malditos deben arrepentirse antes que nos arrastren a todos hacia el infierno! –continuó- Yo Señor como tu enviado en la tierra te pido que los perdones… porque no saben lo que hacen…
En este punto yo ya estaba tan aburrido que me saqué un moco de la nariz, para jugar con él…
-¡Estate quieto! -me dijo la dueña de mis quincenas, dándome un manotazo y hacienda que el moco volara hasta una viejita, que le cayó en el hombro. El moquito parecía un sapito verde y brillante a punto de brincar.
-¡Ustedes han olvidado el temor a Dios y se han vuelto unos holgazanes con sus obligaciones!… ¡Sólo se paran por aquí cuando los problemas los agobian!, ¡Cuando las enfermedades se acercan a sus puertas!, ¡Cuando la muerte ronda sus familias!… pero en tiempo de abundancia y alegría, no se acuerdan de Dios… ni del Señor Cura…
Me di cuenta que estaba enchilado porque seguro ya no le quedaba vino para sus comidas, y eso era lo único que lo ponía de malas.
-¡Las señales del final de los tiempos son claras… la corrupción, la desesperanza, la violencia son muestras inequívocas que el maligno está al acecho!…
La Ruperta dio un brinco sobre el asiento…
-¡El putrefacto aliento del demonio se siente antes de que veamos su presencia, y hay que combatirlo con firmeza, con valor y con dinero!…
En ese momento hizo una señal para que los sacristanes salieran con sus canastas a pedir no sólo la limosna, sino el tributo del pueblo para combatir al mal.
-¡Demuestren su voluntad para vencer los malos espíritus, sean generosos con la Santa Madre Iglesia que está dispuesta a luchar por la salvación de sus almas!…
Yo saqué mi cartera para buscar cinco bolas, y la Ruperta me la arrebato y tiró en la canasta todo el efectivo que tenía… setenta y tres dólares…
-¡No seas miserable! –me dijo- ¡Dios nos necesita!
Luego las señoras asustadas, se formaron frente al cura para la comunión.
De pronto el Zapatos Blancos gritó:
-!NOOOOOO!!!!!
Todos volteamos esperando ver un rayo celestial que lo desintegrara en el acto, pero lo que vi es que mi amigo tenía un radio portátil pegado a la oreja, y estaba escuchando la final de la Copa América incumpliendo nuestra huelga de fútbol.
-¡Puto Messi se perdió el penal!!! –gritó…
La Chaparra se salió de la fila para sacarlo de las orejas del templo, mientras los demás caballeros los seguimos hacia las puertas, tratando de salir lo más rápido posible, y cruzar la calle rumbo al bar de Doña Flor para ver el resto de los penales.
Argentina perdió y la sentencia de Doña Flor fue contundente:
-¡Es una señal de que el mundo se va a acabar!
Entonces todos los presentes, como una muestra de temor a Dios, nos pusimos lo que le sigue de borrachos. Algunos de nosotros hasta platicamos con el mismísimo Señor de la Tinieblas.
Y después de sobrevivir esa noche de ríos de alcohol y tentaciones, llegamos a la conclusión de que al Diablo le gusta el fútbol, y a Dios… pos quién sabe…
En lo que respecta al cura Benito, ahora anda jodiendo con dinero para los huerfanitos del pueblo de Santiago Garabato… que se lo crea su abuela…
GC
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