Entre salchichas, madrazos y cervezas…




“Entre salchichas, madrazos y cervezas…”
Escrito por el Gordo Cebollas.

(Advertencia: El abogado Luca de Brasi, representante legal de Red Deportiva Central y gato caro de Don Rubeleone, me pide que advierta a los lectores, cultos y finos que leen esta columna, que en la parte que se describen las peleas en el estadio de los Dodgers, el autor (o sea yo), usa lenguaje soez, ofensivo, no apto para personas sensibles, niños o adultos que sufran estreñimiento crónico. Se hace con el único propósito de reflejar la jodida realidad de la ciudad de Los Angeles.
Ya está avisado de las groserías, si sigue leyendo es su problema.)

Ya veía venir la catástrofe de las Chivas en el partido de vuelta, y por eso estaba buscando algo que hacer el domingo por la tarde, para mantenerme lejos de la televisión.

En eso llegó la Ruperta bailando de alegría hasta que se atoró en la puerta de la casa. Una vez que pudo pasar, me mostró dos tickets para el juego de los Dodgers que se había ganado en el sorteo de la iglesia del padre Benito.

-¿Para cuándo son? -pregunté
-Para el juego de hoy a las 5:10 de la tarde.
-¿Sabes con quién juegan?
-Sepa la bola, solo sé que los Dodgers dogs son buenísimos y están incluidos en el precio de los boletos.
-Ya.
-Le voy a hablar a la Margarita a ver si quiere ir… -dijo dirigiéndose al teléfono.
-¿No me vas a invitar?
-¿Tu quieres ir? ¿No vas a ver el juego de las chivas?
-No.
-¿Y eso?
-Nomás no. Tengo un mal presentimiento…
-Pos entonces ven conmigo y te disparo una chela…

Trágico error el ir al béisbol… ahora me explico…

Primero no sabía que era el día de “Viva Los Dodgers”, que quiere decir que se descuelgan todos los cholos y sus parientes de East LA con la firme convicción de acabarse toda la cerveza del estadio antes de la séptima entrada. 

Además invitan a bandas desconocidas y desafinadas para amenizar la fiesta. Y los locutores sin gracia de diversas radios locales se arrebatan el micrófono del escenario, en medio del estacionamiento, para gritar: ¡Viva Sinaloa parientes! Mientras los gringos miran con cara de ¡¿What?! 

Es un día de terror para los blancos, porque voltean desconcertados para todos lados pensando que están en el estadio de los Tomateros de Sinaloa.

Segundo: no me di cuenta que los boletos eran del pabellón (en inglés: Right Field Pavilion), o sea los boletos para los jodidos, el único lugar que le da el sol directamente hasta las diez de la noche. Y además de ser el lugar del estadio donde puedes comer todo lo que quieras hasta hartarte, incluido en el precio del boleto. 

Las salchichas saben raras, pero que más da, son gratis. Y los mexicanos somos de estómagos fuertes y hasta comemos hasta tacos de carne de perro en la capirucha.

Así que la Ruperta me mandó siete veces por su mugrosos Dodger dogs, y con las colas que había, no vi ni cinco minutos del juego sentado.

Pero eso no fue lo peor… Yo había huido de la casa para evitar la humillación de ver a mi equipo perder ante el América, y… ¿Qué creen que tenía frente a mi? 

Pos una veintena de americanistas con sus camisetas amarillas chingamelaretina, brincando todo el juego cantando porras del América… 

Estaban tan pedos que yo creo que se equivocaron de estadio por siete mil millas. 

Jodieron todo el juego, aventaron pelotas de playa amarillas al campo varias veces, hasta que llegó la seguridad y segundos después ellos también festejaban el gol que anotaba el América…maldita suerte…los de la seguridad también eran águilas.

-Gordo tráeme unos nachos con queso -me pidió la Ruperta
-Si sigues tragando así cuando regresemos no vas a poder pasar por la puerta de la casa –le advertí en buena onda…
-Y una Coca grande, y unos cacahuates…
-¡Dios mio es un barril sin fondo!…-pensaba mientras me dirigía a la cola nuevamente.

Los Dodgers estaban perdiendo pero en la tribuna seguía la fiesta por el triunfo de las águilas del América…

No les miento, esperé treinta y cinco minutos en la cola, y cuando regresaba con las manos llenas de los encargos de la Ruperta, tres americanistas que iban al baño se tropezaron conmigo y me tiraron las cosas…

-¡Ora güey mira por donde caminas! –dijo el güey número uno…
-¡Pinche güey pendejo…! -dijo el güey número dos.
Mientras al güey número tres, (como lo dejaron sólo y sin ayuda), se deslizaba por la pared de cemento, hasta azotar contra el piso por lo borracho que estaba.

El güey número uno me gritó:
-Ya viste lo que causaste…se nos cayó el güey. Güeyyyyy…
-Si güey… no mames… güey. –dijo el güey número dos.
-Yo no hice nada y con el permiso de los caballeros, me voy a formar otra vez para llevarle una Coca a mi vieja…
-¡Pinche mandilón! –dijo el güey número uno, tratando de insultarme.
-Güey y mandilón – repitió el güey número dos…

Mientras el güey número tres trataba de levantarse, en ese momento los Cardenales de San Luis batearon profundo al jardín derecho; y los güeyes uno y dos, trataron de seguir la pelota para agarrarla, arrollando al güey número tres, y a un grupo de cholos que regresaban con sus chelas. 

Volaron líquidos, mentadas y golpes, mientras la pelota caía en mi mano derecha, y el estadio explotaba en aplausos de admiración por mi atrapada. 

En la pantalla gigante aparecí con cara de sorpresa y con la pelota en la mano, mientras los americanistas y los cholos se madreaban a mi alrededor. 

Para colmo de males a alguien en el estadio se le ocurrió poner música de mariachis en las bocinas, y el logo de viva los Dodgers en la pantalla, mientras todos los jugadores volteaban a ver la batalla campal que se había desatado, y el público entusiasmado aventaban cocas, Dodgers dogs, y cuanta madre tenían a la mano.

Un grupo de monjitas aficionadas al béisbol, comenzaron a cantar: God Bless America, tratando de calmar los ánimos. A los cholos pareció no gustarles el tono en que cantaban y subieron a madrearlas a pura cachetada guajolotera. 

La policía miraba de lejos, sabiendo que no querían acercarse a esos energúmenos que no respetaban ni a las pobres religiosas que a estas alturas corrían como gallinas asustadas, sin dejar de cantar. 

Si quieres contener a esos borrachos peleoneros, solo hay una forma: haciendo la ola, se quedan mirando bobos de la emoción y se olvidan de todo con tal de brincar la ola y hacer ruido cuando pase… después de dos vueltas de la ola al estadio, todo volvió a la normalidad y se reanudó el juego, como si nada hubiese pasado.

Regresé a mi lugar con la Coca grande de la Ruperta, que andaba encabronada porque me tarde mucho…
-¿Y se puede saber dónde están mis nachos…?
-La última vez que los vi estaban en la cabeza de un pelón –dije yo en son de broma, mientras ella me daba un pisotón en mis deditos del pie, y cuando me di cuenta la cámara tomaban nuevamente la tribuna, como si yo fuera el único pinche mexicano bigotón en todo el estadio. 

En ese momento caí en cuenta que la imagen de la regañada y la agresión, no solo se había visto en el estadio, sino en el hogar de millones de angelinos, incluidos todos los trabajadores del Supermercado Vallarta, que veían como me maltrataba mi vieja a nivel nacional… Inmediatamente supe que iba ser la burla de todos, durante toda la semana en el trabajo…

El primer texto fue el del Zapatos Blancos: “No dejes que te golpee tu vieja, les estas dando ideas a las otras viejas, y se van alborotar. En cuanto veas la cámara dale un estatequieto…” 
No hubo chance.
Mejor me hubiese quedado a ver como perdían las Chivas… 

GC

PD: El Zapatos Blancos publicó hoy en su Facebook su foto con la camiseta de las chivas, y explicaba que estaba orgullosos de perder como los grandes. La verdad no sé a qué se refiere, porque los grandes ganan, arrollan, destruyen, humillan a sus odiados rivales deportivos. No se pierde como los grandes, porque los grandes no pierden… ¡Menso!.

El Zapatos se queja de la mala suerte; la mala suerte siempre está del lado de los perdedores. 
Y finalmente se queja de que el árbitro debió correr al portero del América. 
Si mi abuela tuviese alas se hubiese matado en un aterrizaje, porque era muy tonta la pobre…

Zapatos deja de decir tonterías, y mejor nos vemos en la semana, en la cantina de Doña Flor, a ver como pierde el América con el Monterrey… 
(Y que conste que no estamos ardidos…).


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