“El 10 de Mayo… valió madres…”
Escribe el Gordo Cebollas.
Sigo recuperándome del día de la madre…
En mi caso debería ser un día más en el calendario: mi madre se murió hace dos años; estamos peleados con mi suegra y no sabemos de ella hace cinco años; y Ruperta mi mujer, nunca tuvo hijos. Así que no hay nada que festejar y aparentemente ningún problema para cruzar esta delicada fecha sin problemas… ¡Están todos ustedes equivocados!
Desde hace unos años a la Ruperta se le dio porque quería ser madre.
Le compré un perro, que le duró dos meses porque se le escapó (de haberme sabido lo que iba a pasar, me hubiese escapado con él). Después de llorar por el perro tres días, la encontré esperándome una noche después del trabajo.
-Tengo que hablar algo muy serio contigo… -me dijo con tono de telenovela.
-¡Desembucha! –dije yo, que venía cansado y con hambre.
-¡Quiero ser madre de un niño de verdad…!
-Le dije que se fuera a trabajar como voluntaria al orfanato del padre Benito, y allí podría sacar sus instintos maternales con un montón de escuincles que no tenían madres.
-Acabo de ver en las noticias de Univisión a las once, que una abuela de ochenta años acaba de ser madre, y que hay una clínica en Los Angeles que da ese tratamiento.
-Ruperta piensa en nosotros –dije- yo no me veo como padre, y tu a tus cincuenta y cinco ya estás muy traqueteada…
-Cincuenta y cuatro -replicó enojada.
-Los que sean – dije yo- por qué no le alquilas su hijo a mi hermana. Cuidas del orejón un fin de semana y el lunes lo devolvemos por FEDEX.
Las mujeres siempre que quieren ganar una pelea primero chantajean, luego lloran, luego nos castigan con el látigo de su indiferencia, y finalmente nos ponen a dieta de comida y finalmente nos mandan dormir a la sala, sin sexo.
La Ruperta me aplicó todo junto.
A las tres semanas de tanto lloriqueo, la llevé a la Clínica del Doctor Chunga (no sin antes mandarle una carta al noticiero de Univisión a las once, mentándole la madre al productor por irresponsable).
En la clínica la pusieron a dieta, le dieron un tratamiento de hormonas, que parecía que me hacía más efecto a mí, porque andaba con una calentura.
Yo le insistía al Dr. Chunga cuando iba a entrar en acción, que era la parte que más me entusiasmaba del tratamiento. Muy serio me contestó:
-En este embarazo no necesitamos de Usted.
-¿Cómo es eso? - pregunté yo alterado.
-La Ruperta ya eligió de nuestro catálogo de donadores…
-Pero si aquí estoy yo esperando desde hace días, más que listo…
-Ella eligió un donador rubio, de ojos azules, inteligente, guapo y divertido. Una mezcla de Brad Pitt con George López. Usted va a ser el padre de una Hermosa criatura…
De Brad Pitt lo entiendo, pero de George López… ¡No hay derecho!
Enojado me fui al baño con una revista para caballeros.
Para no hacer el cuento largo el proyecto “Frankenstein” no prosperó, yo creo que ningún Brad Pitt o George López en potencia, querían tener una mamá con bigotes, así que huían despavoridos sin dar chance de nada.
La Ruperta insistió hasta que nos quedamos sin ahorros, hasta que un día saliendo de la clínica con la prueba de embarazo negativa, subimos al coche y me dijo:
-No más clinicas, desde hoy voy a ser tu mujer, tu amiga y tu madre -Eso parecía una canción de Amanda Miguel al pobre Verdaguer – pero me tienes que prometer algo…
-¿Qué?
-Que desde este año me vas a festejar el día de la madre…
-Yo con tal de no tener un hijo de George López le dije que si. Esa es la razón por la que hace tres años se comenzó a festejar el día de la madre en mi casa…
Ahora surge otro problema cada año…
-¿Qué quieres de regalo?
-Sorpréndeme…
-No, porque no te gustan mis regalos…
-¡Cómo quieres que me guste, la colección de Misión Imposible en DVDs!
-A mi me parece un buen regalo… pero por eso, dime ¿qué quieres?
-No lo sé… Mejor tu piénsalo… ven a ver la telenovela conmigo porque en los comerciales a veces se les ocurren buenas ideas de regalos…
Llegaron los comerciales y habían anuncios de coches, relojes caros, viajes en cruceros , diamantes y un plomero que arreglaba todo por 79 dólares.
La verdad dude si la Ruperta quería que le regalara un plomero, pero muy sus gustos…
-¿Ya me compraste mi regalo? me preguntó un día antes.
-No he tenido tiempo, mañana salgo del trabajo temprano y voy por él…
-No te preocupes -dijo en tono condescendiente.
-Mañana lo compro, ya sé lo que quiero para ti –mentí.
-El regalo no es lo importante… (en ese momento debí darme cuenta que mentía)
-¿Entonces qué quieres?
-Vayamos a comer tu y yo solos
-¿Por qué no nos quedamos a comer en la cama?
-No, invítame a un buen lugar…
-¿A dónde?
-Sorpréndeme.
Los caballeros que me están leyendo en este punto ya se pueden imaginar en el problema en que estaba metido. La tarde antes del día de la madre, sin un plan, sin ideas, sin reservaciones, eso me iba a costar un ojo de la cara…
Al día siguiente llegue del trabajo y la Ruperta ya me esperaba vestida con su mejor vestido y hasta de tacones.
-¡Feliz día mami! -le dije, mientras veía como se le llenaban de lágrimas los ojos.
Me bañe rápido y bajé listo para irnos…
-¿Dónde me vas a llevar? –preguntó
-Al Denny’s -le respondí
-No me gusta. -dijo categórica.
-Otra opción es el Mary Calendar’s
-Allí van puras viejitas con tanques de oxigeno –repeló.
A ti te falta poco -pensé yo-.
-¿A dónde quiere ir la reina? -Pregunté yo
-No lo sé.
-¿Quieres comida italiana?
-No
-¿Mexicana?
-No seas naco
-¿China?
-Eso comimos el domingo
-Vamos a la Carnicería Argentina
-Esta fea…
-Pero se comen unas milanesas buenísimas…
-Ok -lo dijo porque no le quedaba de otra…
Cuando llegamos, la cola de gente esperando llegaba a la esquina…
-Yo no quiero esperar –me dijo.
-Vamos a Portos -dije yo.
Pos allá vamos, hasta Burbank y Ruperta comenzaba a mostrar su incomodidad.
Cuanto llegamos a Portos la cola era de dos cuadras y ya había policía antidisturbios cuidando que la gente no se agarrara a madrazos por unos rollos de queso.
Cuando Ruperta vio el desmadre dijo:
-Mejor vamos a la casa y yo preparo algo…
-Tengo una idea -replique.
-¿Qué?
-Es una sorpresa…
A unas cuadras de distancia hay un restaurante familiar que nadie pela pero que se come decentemente y todos los meseros son mexicanos (como en el 97.9% de los restaurantes de la ciudad), la lleve al Coral.
Ruperta se relajó, comió como si no lo hubiese hecho en tres días, y hasta repitió postre. Todos contentos, pague la cuenta y salimos al estacionamiento para ir por el coche.
Fue entonces donde todo se arruinó.
La Ruperta comenzó a llorar en forma incontenible, los gringos que llegaban pensaban que estaban viendo un programa de Jerry Springer pero con mexicanos.
-¿Qué te pasa gordita?
-¡Gorda tu madre!
-Todo estaba bien… ¿qué pasó?…
-¿Ya viste como se llama el lugar donde me trajiste?
-El Coral…
-¡Lee bien idiota!
-El Corral…
Cuando mis amigas me pregunten adónde te llevo tu marido… ¿qué les contesto?
¡Al corral! se van a burlar de mi… ¡al corral como a una vaca!…
En ese momento cometí una estupidez: me eché a reír repitiendo: el corral…una vaca… Jajajaja…
La Ruperta se volvió un toro de lidia y me metió un derechazo igualito al del Canelo y a mi me pasó lo que al príncipe.
Se me apagaron las luces.
Cuando desperté estaba en la delegación de policía de Burbank, en una celda con el cargo de dormir en la vía pública. Un día de cárcel y 128 dólares de multa…
Yo desde ahora le digo a todos, incluidos a la Ruperta:
¡YO NO QUIERO REGALO EL DÍA DEL PADRE!
GC
PD: Al Zapatos Blancos le fue peor porque llevó a su Chaparra a la “Marisquería de la Costeña” en East LA, y allí lo reconoció una mesera que lo había conocido de soltero. Su mujer en un ataque de celos lo mandó al hospital con fractura de costillas y todavía no le pueden sacar un camarón de la oreja izquierda…
Desde aquí le mando un saludo…
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