Escrito por Augustus Doors.
Llevaban más de dos horas de vuelo y Garabato estaba tratando de darle sentido a la información que tenía en la cabeza. Habían secuestrado al hijo del juez un grupo de colombianos, en lo que parecía más un ajuste de cuentas, que un secuestro por dinero. Luego lo habían tratado de asesinar en Madrid, cargándose a sus tías y a la doméstica. ¿Por qué no lo mataron? O el muchacho era muy hábil para escaparse, o de plano había tenido mucha suerte. Tal vez existía una tercera posibilidad: que no quisieran matarlo, sólo querían mandar un mensaje.
¿Pero un mensaje para quién? ¿Para el juez o para el Delfín?.
Pepe sintió un movimiento raro en el avión, miró por las ventanillas y observó un caza de la fuerza aérea mexicana a corta distancia, como si los estuvieran observando. Abrió la cortinilla de plástico del otro lado y lo mismo: otro caza a una distancia que casi podías saludar al piloto.
-¿Negro qué pasa?
-Usted no se preocupe, solo andan checando que no seamos narcos…
-Pero este avión no es…
-Detective siéntese y tómese un trago… que en una hora llegamos.
-¿Una hora? ¿Y porque volamos tan bajo?
-Usted hace muchas preguntas mister…
-¿Trae drogas en el avión?
-Solo las de uso personal… ¿quiere un perico?
-No gracias, si tiene un tequila esta bien…
El Gulfstream 150 alcanzó los treinta y ocho mil pies de altura, y el piloto lo puso a su máxima velocidad 850 km por hora. Los cazas los acompañaron unos minutos y luego desaparecieron.
El piloto se apuraba para ganarle a la tormenta que iba en dirección de Toluca.
*
En Coapa, en las instalaciones del club América tres hombres entraron a las oficinas. Uno de ellos se dirigió al escritorio del presidente y prendió su computadora. Metió la clave que traía escrita en un papel y la máquina le dio el acceso. Colocó el USB y vació todo el contenido del disco duro. Luego metió otro USB y descargó unos programas en el sistema operativo.
Mientras los otros dos, instalaban micrófonos en los teléfonos de los ejecutivos, y dos micro-cámaras encima de los monitores de televisión.
Una vez terminado el trabajo en las oficinas pasaron a la zona de vestidores al lado del campo de entrenamiento y colocaron cámaras y micrófonos.
Cuando terminaron el trabajo limpiaron todo las partes donde hubiera podido quedar huellas digitales. Observaron que todo estaba en su lugar y uno de ellos marcó un número de teléfono. Fuera del club una camioneta prendía a control remoto las cámaras y micrófonos para hacer una prueba. Por el celular les indicó a los hombres que todo estaba conectado y funcionando.
Los tres hombres salieron por el muro que cubre el edificio y del otro lado la camioneta los estaba esperando para recogerlos.
La red estaba tendida, en unos días verían cuantos peces gordos podían atrapar…
*
Garabato estaba tan ensimismado que no se dio cuenta que Doroteo Mariscal estaba sentado a tres lugares de distancia.
Era un muchacho flaco, con las greñas largas y unos ojos enormes como de lechuza, que se veían aún más grandes con los lentes de aumento que traía.
-Hola soy Pepe…
El muchacho se puso de pie, sin soltar su lata de Coca-cola y lo saludo:
-Hola me llamo Doroteo pero en las redes me conocen como Dorothy. Gracias por ayudarme prometo que no lo voy a olvidar…
El chico hablaba a toda velocidad y empezaba las frases a un volumen y las terminaba hablando muy bajito.
-Eso está bien, porque ahora trabajas para mi.
-¡Yo no trabajo para nadie!.
-Entonces te bajas del avión -dijo el Negro en broma.
-Tú estás aquí gracias al Camote, él nos dio tu nombre y pidió que quería trabajar contigo…
-¿Tú conoces al pinche Camote?
-El Camote trabaja para mí y ha pedido la ayuda de tres hackers. Tu eres uno de ellos…
-¿Quién más?
-Ya lo sabrás cuando llegues…
-¿Hay paga?
-Eso lo discutes con el Camote…
-No te prometo nada hasta hablar con el Camote… ¿Tienes una computadora a la mano?
El negro desapareció detrás de una cortina, un minuto después regresó con una laptop y se la dio al muchacho.
-Chido…-lo dijo tecleando a una velocidad impresionante - ¡Qué pinche maquinón! ¿Todo tu equipo es así ? … ¿Con esto podemos hacer lo que quieras?... ¡No mames! Tiene una velocidad cabrona…
Dorothy se fue a sentar en una asiento cercano al baño, no paraba de aporrear el teclado y esperar respuestas…
Al poco rato levantó la vista y dijo:
-¡Eh Garabato! El Camote te manda saludos, dice que los tenías con pendiente. Que están en el Bunker con Rolo… que allí te esperan.
¿Rolo también trabaja para ti?
¿Quién eres Al Capone o el Chapo Guzmán?
Pepe lo quedó mirando y vio como Dorothy se relajaba, al comprobar que el Camote si trabajaba para él, luego escuchó varias risas…
-El jefe Camote ya me puso a trabajar el cabrón… ¡Oye! -le dijo al Negro- ¿Dónde hay más cocas y algo de comer?
El Negro se paró y le trajo dos latas de Cocas y un sandwich de jamón con queso. Dorothy no volvió hacer ruido el resto del viaje…
*
-¡Rolo, apareció Dorothy! -dijo el Camote…
-¿Quién chingaos es Dorothy?
-Doroteo, el hacker que faltaba en el equipo… me está mandando mensajes…
-¿Dónde está?
-Dice que en un avión bien chido con Garabato, y anda preguntando quién es Pepe…
-Solo dile que un amigo, no vayan a estar leyendo la comunicación.
-Dorothy manda todo encriptado en tres niveles, imposible de abrirlo.
-¿Y cómo tú lo puedes abrir?
-Porque el fue mi maestro y cuando me manda un mail, con las tres primeras letras, me indica cuál nivel de decodificación primario o secundario tengo que abrir…
-Suena complicado.
-Dorothy es el mejor de todos. Se está burlando de mí… llamándome patrón…
-Dile que los esperamos en el bunker… Y dale trabajo para que no moleste a Pepe.
*
El productor del noticiero nacional de Televisa retozaba en la cama, viendo a su reportera Ángela Contreras revisando su laptop totalmente encuerada.
-Si dieras las noticias en pelotas tendríamos unos ratings increíbles…
-Y si tu las dieras…
-¿Me estás albureando?
-¿Cómo crees?
El la jaló de la pierna para que se acercara, la chamaca tenia la piel tersa, los ojos verdosos y pelo chino castaño claro. Volvió a sentir un bulto entre las piernas y le acarició la pierna.
-Ven –le dijo en su mejor tono seductor.
-Espera, me dejaron varios mensajes en mi buzón. Uno sobre obras de arte y lavado de dinero. Y la otra sobre negocios ilegales de tus talentos en los noticieros…
-Son puros pinches chismes…
-Pos para ser chismes, ya nombraron a dos de tus jefes, y dicen que la revista Proceso está sobre la investigación. Mira aquí hasta aparece tu nombre.
-Deja ver…Chin… Ahora sí se armó el desmadre…
-No que son chismes…
-Claro que lo son, pero ya tocaron a un par de picudos, y créeme que esos no se quedan callados. Van a volar cabezas…
-Espero que no sea la tuya, porque si no me cogí al caballo perdedor. Y eso no se va ver bien…
-¡Cabrona!
-Ven… -le dijo ella haciendo a un lado la computadora.
-No, voy a la oficina, y si quieres nos vemos esta noche…
El productor se metió en la ducha, mientras hablaba con uno de sus talentos por el speaker. No se dio cuenta que desde la habitación ella estaba grabando todo con su iphone.
*
-¡Rolo! -gritó el Camote.
-¿Qué pasa? –dijo acercándose al monitor.
-Apareció la señal del avión…
-¿Estás seguro?
-La señal viene de la computadora de Dorothy, no de la nave. La otra posibilidad es que estén volando como Superman…
Rolo le dio un golpe en la nuca, con la mano abierta.
-¡No seas payaso!.
-Pero mira…
-¿Qué son esos dos puntos?
-Son dos aviones militares siguiéndolos a la distancia… los traen en la mira.
-En que se habrá metido ahora Pepe…
-No lo sé, pero esos aviones artillados tiene una efectividad del 99.8 % cuando quieren chingarse a alguien…
-Gracias por la información. No le quites los ojos de encima…
-Espera… -el Camote abrió una laptop y tecleó sin parar, y luego esperó el resultado de su búsqueda -¡Ya lo tengo!. Ese avión tiene permiso de aterrizar en el aeropuerto de Toluca en 51 minutos…
Rolo se quedó pensando qué hacer con esa información. Por lo pronto no se le ocurrió nada y decidió esperar.
*
Carmen Arismendi llegaba a su departamento de la Colonia San Ángel y vio a dos hombres a la entrada del condominio, bloqueando el paso. El chofer les tocó la bocina y los hombres se dirigieron al coche de la periodista.
-Pare Miguel, vienen para acá.
-Pero Señora pueden ser peligrosos.
-Si hubiesen querido matarnos, ya lo hubieran hecho.
El chofer detuvo el automóvil y Carmen abrió la ventana de la puerta trasera, uno de los hombres se acercó a ella, mientras el otro bloqueaba la puerta del chofer.
-Señora bájese, necesito hablar con Usted.
-Oiga ahora no tengo tiempo -dijo Carmen.
El hombre le mostró que llevaba una pistola en el cinto y repitió la orden.
-Bájese por favor necesito decirle algo en privado… -Y abrió la puerta del coche.
Ella bajo temerosa de saber que venían armados, pero decidida a no mostrar su miedo en ningún momento. Caminaron a unos pasos de distancia del coche.
-Le Mandan decir que no le ande rascando a cosas que no le importan, está poniendo en peligro a mucha gente.
-¿Me está ordenando que me calle?
-No Señora periodista, le están pidiendo por favor que mire para otro lado…
-¿Quién lo pide?
El hombre sonrió y encogió los hombros.
-Pues dígale a su jefe que mi trabajo es informar de las cosas que están mal en el país… y no ve voy a quedar callada...
-Mi jefe no es de los hombres que aceptan un no como respuesta…
-Pues dígale que yo no le tengo miedo a las amenazas…
-Señora no son amenazas... -le hizo una seña a su compañero.
El otro hombre sacó su arma y le disparó tres tiros a el chofer.
Carmen gritó y dio dos pasos topándose con la pared, el hombre que le había hablado hasta ese momento de forma amable, ahora los hacía de forma amenazante con el revólver en la mano.
-Su respuesta negativa le acaba de costar la vida a su chofer. Si usted no colabora se van a morir personas alrededor suyo, y cuando el jefe pierda la paciencia, vendrá personalmente a buscarla. Le aseguro que Usted no quiere eso…
Carmen no podía parar de llorar, el miedo le había golpeado en el estómago y no se podía contener, veía en el coche a su chofer recostado sobre el volante con un hoyo en la cabeza y la herida todavía humeante.
-¡Lárguese! –gritó y comenzó a vomitar contra la pared.
-Ya vio que hablamos en serio, no haga que la vuelva a visitar…
Los hombres se subieron en un automóvil pequeño y aceleraron en medio de la calle empedrada.
En ese momento salió el vigilante del condominio a ver si Carmen estaba bien.
-¿Señora está bien?
-¿Por qué no salió antes a ayudarnos? ¿No vio que nos estaban amenazando?
-Sí señora, pero ellos tenían armas, y yo lo único que cargo es un silbato.
Venga entre, no se quede afuera.
Carmen se sentó dentro de la caseta mientras el vigilante llamaba a la policía.
*
El avión aterrizó en el aeropuerto de Toluca en medio de una tormenta eléctrica y un aguacero brutal. Después de tocar pista se desviaron hacia la zona de los hangares privados al norte de la torre de control, recorrieron unos quinientos metros y giraron a la derecha para entrar en un enorme hangar con luces muy blancas. Frente a la nave un par de operadores le indicaban al piloto donde estacionar, y el punto exacto donde detenerse.
Cuando el ayudante del vuelo sintió la aeronave detenida, se apuró a abrir la escotilla y revisar que la escalera de salida estaba en posición correcta.
Luego asomó su cabeza dentro de la nave y le dirigió una mirada al Negro.
-Tenemos visitas inesperadas.
-¡Pinche suerte! -dijo el Negro.
-¿Qué pasa? -preguntó Garabato…
-Usted baje y si le preguntan algo, no sabe nada. Solo es un pasajero que viene de Guadalajara…
El Negro bajó primero seguido por el ayudante de vuelo, Garabato y detrás de todos Dorothy. Frente a ellos tenían tres Hombres del ejército mexicano y dos Jeeps artillados estacionados frente a la puerta de salida del avión.
El Capitán camino al encuentro con el Negro mientras gritaba órdenes:
-¡Deténganse!. Necesito la documentación del vuelo.
-Eso pregúntelo al piloto, está en la cabina, nosotros llevamos prisa -dijo el Negro.
-¡Nadie se mueve! Están todos arrestados por cruzar zonas aéreas de seguridad sin autorización, por no obedecer órdenes de las autoridades, y por un posible tráfico de drogas.
-¿Qué traemos drogas? ¿Está usted loco? –dijo Pepe.
-Están todos detenidos hasta que la autoridad termine la inspección del avión.
-Oiga usted no tiene ningún derecho… -dijo el Negro dando un paso adelante, y en automático los militares le apuntaron sus armas.
El Negro se detuvo cuando vio varios rayos verdes en su pecho y cabeza.
Una Suburban negra llegó en ese momento, y un hombre trajeado se bajó y se acercó al capitán entregándole un documento. Lo leyó, levantó la cabeza y preguntó:
-¿Alguno de Ustedes se llama José Garabato?
-Yo -contestó Pepe.
El hombre trajeado se acercó y le puso las esposas.
-Si me detiene, el muchacho viene conmigo –dijo Garabato.
Le pusieron esposas a Dorothy y luego los hicieron subir en la camioneta y desaparecieron en medio del aguacero.
El sonido de un celular rompió el silencio.
-¿Me permite contestar el teléfono capitán? –dijo el Negro.
-Sáquelo muy despacio.
-¿Bueno? No patrón tenemos una visita en el aeropuerto… Y al detective se lo acaban de llevar detenido. Capitán, mi jefe quiere hablar con Usted.
El militar sorprendido tomó el teléfono.
-Aquí el capitán Hernández, ¿con quién hablo?
El capitán parecía haber enmudecido, sólo escuchaba lo que le decían al otro lado de la línea. El Negro sabía exactamente lo que pasaba, y no se extrañó cuando el capitán empalideció y parecía que se iba a desmoronar en cualquier momento.
-Sí señor –dijo el capitán y le pasó el teléfono al Negro.
Mientras seguía la plática telefónica, el Capitán ordenó a sus hombres replegarse y subir en sus unidades. Cuando terminó el Negro la llamada, se acercó a él y le dijo en voz baja:
-Perdón por las inconveniencias señor…
-No se preocupe Capitán, agradezco su comprensión.
El capitán se dio media vuelta, se subió en una de las unidades y desaparecieron por donde habían venido.
El Negro se volvió hacia el ayudante de vuelo.
-Carguen combustible y abastezcan lo que necesite el avión, salimos en una hora y media.
-Señor la tormenta esta severa…
-Cuando hay órdenes del patrón, ni la mismísima muerte nos detiene… ¿Entendió?
-Si señor en una hora y media.
El Negro pensó que era tiempo de tomar una ducha caliente y esperar en la salita de los VIP del hangar. Pero primero le apetecía un trago…
*
En la Suburban el agente les quitó las esposas, y el detective preguntó enojado:
-¿Adónde nos llevan? Ustedes no pueden detenernos sin una orden de…
-Cálmese Garabato, Usted no está detenido, lo llevamos a una cita con el Secretario a la Ciudad de México… Era la voz de Cero Maldad que estaba al volante.
-¿Cómo sabían dónde estaba?
-Mientras esté al servicio del Secretario, nosotros sabemos todo lo que sucede en su vida… Y no digo esto para que se sienta importante, pero por ahora su vida es un asunto de seguridad nacional…
Garabato se quedó pensando en lo que acababa de escuchar, si sabían dónde estaba y con quién, por qué no detenían al capo. Dónde estaba la línea que dividía lo legal de lo ilegal.
Al salir del aeropuerto comenzó a ver por la ventana de la camioneta uno de los cinturones de miseria de la ciudad. Millones de seres viviendo a la sombra del hambre…
*
Elena estaba en las oficinas de la agencia de inteligencia mexicana, cuando recibió una llamada desde el aeropuerto de Toluca informándole lo ocurrido, de inmediato ordenó a dos miembros de su equipo, que investigaran la matrícula del avión, las rutas de la última semana, la compañía a la que pertenecía. Además de los antecedentes de los miembros de la tripulación.
¿Qué hacía Garabato en ese avión? Se dio cuenta que no conocía nada de él.
Un detective privado no tiene la lana para darse esos lujos, pero sus clientes parecía que sí. Tenía que saber para quién trabajaba.
Una hora después recibía los informes. Todo estaba en orden. Hasta los libros de contabilidad del avión y del hangar estaban al día. Elena sabía que cuando todo estaba en orden es que seguramente algo andaba mal.
Ya vería a Garabato y se lo preguntaría en persona.
*
El director general de Bellas Artes el maestro Enrique Sigler recibió al licenciado Olmos en sus oficinas.
-Cuando viene a visitarme supongo que no trae buenas noticias…
-No maestro lo siento. El Ministro Navarro-Hurtado firmó la orden de confiscación de toda la obra de la exposición “México en la Pintura”…
-¡Eso es imposible! Usted sabe que las exposiciones se consiguen por la confianza que ponen muchos coleccionistas al prestar sus obras. Si las retenemos corremos el peligro de que no vuelvan a confiar en esta institución.
-Maestro, el escándalo que se formó por las publicaciones de la prensa, han creado dudas no solo de su institución, sino del gobierno y directamente acusan al patronato de la primera dama de servir de escaparate para elevar los costos de las obras, y contribuir al lavado de dinero.
-Licenciado todas esas son sólo historias de la prensa para vender periódicos…
-¿Usted conoce personalmente a los coleccionistas que prestaron sus obras?
-No a todos. Pero algunos particulares o empresas son amigos de Bellas Artes por mucho tiempo, y ellos solo están prestando obra para que el público disfrute de la experiencia, ellos no reciben un solo quinto por la exhibición o la venta de reproducciones…
-No creo que su afirmación sea correcta maestro.
-¿Me está diciendo mentiroso?
-No maestro. Pero Usted como yo sabemos que la participación de una obra en una muestra especial en el Palacio de Bellas Artes, y la reproducción de esa obra dentro del catálogo de la muestra, eleva el valor de la pieza en algunos casos hasta el trescientos por ciento… ¿No es cierto?
-Se dan casos si…
-En el peor de los casos las obras suben un veinte o treinta por ciento, las exhibiciones públicas le dan prestigio y validez a una obra, sea quien sea el coleccionista.
-Hay algo de verdad en sus palabras…si.
-Ahora imagínese que algunos coleccionistas sean traficantes de drogas, o políticos corruptos que quieren lavar el dinero, con la obtención de piezas importantes.
-¡Sería una desgracia para el país!
-Lo es maestro. Por ahora sólo necesito que anuncie que por demanda popular se extienden las fechas de la exhibición. Nadie tiene que enterarse de que la obra está confiscada por el Estado por el momento.
Esperemos que la investigación dure poco y usted pueda devolver las piezas a sus dueños sin mayores complicaciones.
-Esta bien voy hacer lo que pueda, pero en dos meses hay una subasta en New York, y ya se publicó en el catalogo cinco piezas que tenemos en la muestra, como podrá suponer habrá mucha presión de Sotheby’s para que sean devueltas a tiempo…
-Ya lidiaremos con eso más adelante. Por ahora hay que taparle la boca a la prensa.
-Ya. Licenciado necesito que me haga un favor.
-Diga Maestro.
Sacó un sobre de su escritorio y se lo dio.
-Dígale al Secretario que le mando sus boletos para el Otello de Verdi, de la próxima semana, ya confirmó su presencia Plácido, y sé que su jefe no se lo va a querer perder. Le reservé un palco.
-Gracias maestro. Muchas gracias por su ayuda.
El licenciado salió de Bellas Artes pensando que no había sido muy difícil.
Dentro de su oficina el director prendió un cigarrillo, y pensó en las consecuencias que tendría si se enteraran que las cinco obras que se iban a subastar en New York, ya habían sido recogidas. En su lugar en las salas del segundo piso del Palacio se habían colocado unas hermosas copias de las obras.
El maestro Sigler se encargaría personalmente de que nadie se enterara que en el Palacio de Bellas Artes estaba colgada obra falsificada.
*
En la sala de juntas de la Secretaría de Gobernación se encontraban reunidos Manuel González, secretario de Gobernación; Reynaldo Noya, director general de inteligencia, y el ministro de la Suprema Corte Emiliano Hurtado-Navarro.
Alguien tocó tres veces y abrió la puerta. Cero Maldad dejó pasar a Garabato, y se quedó cuidando por fuera de que nadie los interrumpiera.
-¡Pepe ya nos tenía preocupados cabrón! –dijo el secretario rompiendo el hielo.
-Señor secretario, lo siento estuve unos días fuera de la capital.
-Bueno dime… ¿qué has averiguado?…
-No mucho, hay cabos sueltos por todos lados. Parecería que nada tiene sentido o conexión, pero tengo la impresión de que alguien está tres o cuatro pasos adelante moviendo las fichas a su antojo.
-¿Una corazonada detective? –preguntó con sarcasmo el director.
-Si señor, una corazonada por ahora…
-No puedo creer que estemos hablando de corazonadas en medio de un escándalo nacional…
-Tu eres el director de inteligencia con cientos de millones de dólares de presupuesto. ¿Dime qué información tienes? –dijo el secretario muy serio.
-Estamos investigando las fuentes de información, verificando la procedencia de las obras de arte y tratando…
-Tratando, intentando, averiguando… ¿no te das cuenta todas las pendejadas que dices? ¿Tienes algo concreto que informar?
-Bueno estamos cerca…
-¡No me jodas Reynaldo! No quiero que vuelvas a venir sin información concreta. Tienes veinticuatro horas para encontrar algo o me dejas tu renuncia en mi escritorio… ¿Entendiste?
-Si señor secretario…
-Ahora lárgate a trabajar y pon a todos los espías de mierda que tienes en la calle a ver si escuchan algo…
El director de Inteligencia bajo la vista, recogió los papeles de la mesa y salió de la sala de juntas.
Afuera Cero Maldad había escuchado los gritos del secretario, y vio salir al director derrotado y humillado.
-Lo acompaño a la salida señor director- dijo Cero Maldad.
-Gracias.
Los dos salieron caminando en silencio rumbo a la zona de estacionamiento, y dejaron a Dorothy sentado en la pequeña oficina. El muchacho miró la computadora frente a él y sintió la atracción inmediata. Era como poner un gramo de coca en frente de un adicto con síntomas de abstinencia. Se sentó frente a la computadora y empezó a teclear. Le tomó diez segundos entrar al sistema, y se puso a husmear entre datos, programas, memos, folders hasta que encontró los top secrets y un sobre titulado P. Cuando lo abrió supo que era el folder donde tenían la comunicación privada del secretario con el presidente.
Dorothy tuvo doce minutos de trabajo antes de que Cero Maldad regresara a la oficina, y lo encontrara sentado en el sillón donde lo dejó leyendo un número viejo de la revista Muy Interesante.
Dorothy había conseguido las llaves de la caja de secretos más importante de la Nación.
El licenciado Olmos cruzó la oficina rumbo a la sala de juntas y se detuvo en seco.
-¿Quién es este joven? -le preguntó a Cero Maldad.
-Amigo del detective -contestó Cero.
-¿Ahora también somos niñeras?
-Si señor…
A Dorthy le cagó esa actitud, ya se encargaría de hackear la computadora de ese sangrón y llenársela de basura.
El licenciado entró a la sala de juntas.
-Señor secretario vengo de Bellas Artes, por ahora todo está controlado, y el maestro Sigler está de acuerdo con nuestra idea de extender la exhibición un mes.
-¿Algo más?
-Me dio copias de la lista de coleccionistas y empresas que prestaron obras a la muestra, nuestros hombres ya están investigando.
-Pásale una copia a la comandante.
-Si Señor.
-¿Algo más?
-No señor, solo agradecerle al juez por su ayuda con los documentos legales para la confiscación de obra.
-De nada –contestó el juez- yo estoy para servirles.
Se hizo un silencio incomodo y el Licenciado Olmos se dio cuenta que estaban esperando que se retirara del cuarto. Salió rápidamente hablando mientras caminaba.
-Estoy en la oficina de su secretaria por si necesita algo…
El secretario lo vio salir. Luego hizo una pausa y miró al juez y a Garabato con mucha seriedad. Se notaba que tenía algo importante que decir y le costaba hacerlo.
-Tengo la sospecha de que una sola persona está detrás de todo esto…
-¿Quién? –preguntó el juez.
-¿Han escuchado hablar del famoso Delfín?
Un silencio de muerte se escuchó como respuesta en la sala de juntas.
*
Elena en las oficinas de inteligencia, leyó el reporte del asesinato del chofer de la periodista Carmen Arismendi, en la puerta de su condominio en la Colonia San Angel. Ningún sospechoso detenido, nadie sabía nada. Esa noticia iba a correr como reguero de pólvora, alimentada con el chisme de los fraudes de Pemex y la supuesta intervención del gobierno para proteger al Gobernador del Estado.
No hay nada que pueda hacer -pensó Elena- y decidió irse a casa y descansar unas horas. Cuando despertó por la mañana, el país se encontraba en estado de emergencia…
(Continuará…)
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