QUE PAPELÓN DEL AMÉRICA Y QUE VERGÜENZA

Escrito por el Artillero

No hay palabras amables, bueno ni siquiera conciliatorias para expresar el papelón que fue a hacer el América a Japón.

¡Qué vergüenza!

¡Que fracaso!

Un partido a modo, que debieron ganar por lo menos con dos goles de ventaja, lo perdieron ante el equipo chino Guangzhou, con dos goles que Moisés Muñoz se “comió” increíblemente, para finalmente caer derrotado1-2.

También parece inaudito que Ignacio Ambriz, el director técnico americanista, enviará dos cambios inconcebibles, inoportunos, imprudentes, erróneos y fatales en el resultado.

Sacó al “Pipa” Benedetto para meter a Osvaldo Martínez, uff, y a Micky Arroyo por Darwin Quintero.

¡Catástrofe americanista!

Tal pareciera que Ambriz no quería ganar.

El equipo chino brincó de alegría cuando primero salió Benedetto, quien ciertamente no pudo anotar, pero era un constante dolor de cabeza para los asiáticos y además puso el servicio para el gol de Oribe Peralta.

A Darwin lo retiró del juego también en forma increíble. Bueno, los chinos y Luis Felipe Scolari, su entrenador, probablemente le agradezcan con una tarjeta navideña el regalo anticipado de Santa Claus.

Darwin fue una pesadilla que se movió por todo el terreno de juego, trajo a mal traer, casi locos a los chinos y Nacho Muñiz se atrevió a sacarlo.

Muchos aficionados le van a preguntar a Ambriz:

¿Con qué equipo juegas?

Aunado a eso hubo otros tres jugadores que al parecer jugaron dormidos. Me refiero a Sambueza, Andrade y Arroyo.

El primero nunca se encontró en el terreno de juego, su toque de balón errático y falto de inspiración, casi, casi predecible, muy predecible para los chinos.

Yo diría, creo que con propiedad, que Sambueza brilló….por su ausencia.

Estuvo en la cancha, sin embargo no pesó, no fue factor y, en cambio, facilitó a los pupilos de Scolari la recuperación constante de balones desperdiciados, mal servidos, salvo en una o dos ocasiones que no trascendieron.

Andrade fue un fantasma, si alguien lo vio lo felicito, porque ni sus compañeros y muchos menos los contrarios se percataron de su presencia.

Otra pregunta: ¿Ambriz o sus asistentes no se percataron de ello?

Solo que estén ciegos.

Lo de Miky Arroyo fue hasta cómico. Entró para enredarse con el balón, para hacerse “bolas”, para hacer el ridículo.

Pues a pesar de todo lo anterior, América tuvo todo para ganar, y para ganar cómodamente, sin mayores dificultades, porque se vio superior en numerosos momentos del juego.

Lastimosamente desperdició oportunidades, muchas oportunidades antes y después de su gol.

Yo diría que se vieron “sobrados” y en el pecado llevaron la penitencia.

¡Pagaron la factura a su soberbia futbolera!

Ni Scolari, ni el equipo chino pensaban en ese resultado, merced a la superioridad de los cremas, que en momentos les apedrearon el “rancho” y a que su portero fue la figura del partido.

El resultado fue un auténtico regalo de Ambriz a los chinos, aunque suene duro, porque al mundial de Clubes no se va a dirigir con miedo, con temor, con cábalas o con inseguridades.

Van a sobrar los “memes” y las críticas al América, a Ambriz y a Ricardo Peláez, quien se ”atravesó” por Nacho, desde que lo contrató procedente del Querétaro.

Dicen que Miguel Herrera se precipitó al irse a Tijuana, porque fácilmente hubiera regresado al América, pero como el “hubiera” no existe, ahora esta con los “Xolos” y tal vez con el pensamiento en el D.F.

Lo cierto es que el América fracasó, la regó, fue a hacer el ridículo a Japón, cuando pudo forjar algo por el prestigio del futbol mexicano, al que dejó por los suelos, porque a nivel mundial solamente se sabrá y se dirá que el campeón de CONCACAF perdió con un equipo chino.

¿Dónde quedó la “garra” que demostraron ante los Pumas, a pesar de jugar con 9 hombres y al que estuvieron a punto de eliminar?

Bueno, el América antes de jugar por el quinto o sexto lugar va a tener la oportunidad de pasear en el país de los cerezos y regresar con múltiples pretextos por su fallida actuación.

También, probablemente, aprovecharán ir de compras, al fin que la ocasión es Navideña y todo se perdona.