Aprovechando la ausencia de Giannis Antetokounmpo, Brooklyn firmó una actuación ofensiva y defensiva perfecta para aplastar 127-82 a Milwaukee. La diferencia de 45 puntos empata la mayor paliza en la historia de los Nets.
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| foto: Heather Khalifa/AP |
En la NBA, cuando hueles sangre, debes atacar. Y eso fue exactamente lo que hicieron los Brooklyn Nets la noche de este domingo. Ante unos Milwaukee Bucks desarmados por la ausencia de su superestrella Giannis Antetokounmpo, el equipo dirigido por el español Jordi Fernández no solo ganó, sino que devoró a su rival con un marcador final de 127-82, escribiendo una página dorada en los libros de historia del equipo.
Desde el salto inicial, quedó claro que los dos equipos jugaban a velocidades distintas. Los Nets ejecutaron su plan de juego con una precisión quirúrgica, desmantelando la defensa de Milwaukee posesión tras posesión. Lo que comenzó como una ventaja cómoda se transformó rápidamente en una humillación deportiva. La intensidad defensiva de Brooklyn dejó a los Bucks en unos raquíticos 82 puntos, una cifra inaceptable para la NBA moderna.
El margen final de victoria, 45 puntos, no es un dato menor. Con este resultado, los Nets igualaron el récord de la franquicia de mayor margen de victoria en un solo partido. Es una validación contundente del sistema que Fernández está implementando en el Barclays Center: un baloncesto coral, agresivo y sin pausas.
Para los Bucks, la noche fue una pesadilla de la que querrán despertar pronto. Sin la gravedad ofensiva y la cobertura defensiva de Giannis, el equipo lució desbrujulado y sin alma competitiva. Los Nets olieron la debilidad y no levantaron el pie del acelerador hasta que sonó la chicharra final, regalándole a su afición una de las noches más plácidas y festivas de los últimos años.
Brooklyn envía un mensaje claro: con o sin estrellas rivales en la cancha, en su casa se respeta.
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