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foto @FCBarcelona_es (X) |
El FC Barcelona dio un nuevo paso hacia el título liguero al imponerse por la mínima al Mallorca (1-0) en Montjuïc. Fue una victoria sufrida, trabajada y con sabor a campeonato, de esas que separan a los contendientes de los campeones. Dani Olmo, con un gol al arranque del segundo tiempo, fue el encargado de destrabar un partido que amenazaba con convertirse en pesadilla.
La noche pintaba peligrosa. En medio de un calendario cargado —con la final de la Copa del Rey a la vista y las semifinales de la Champions en el horizonte—, Hansi Flick optó por rotar. Dejó fuera a figuras como Raphinha, De Jong o Koundé, y apostó por dar minutos a jugadores menos habituales como Héctor Fort, Ansu Fati y Èric García. El riesgo estaba ahí, pero el resultado terminó dándole la razón.
El Barça fue superior desde el primer minuto. En una primera parte de ritmo alto y fútbol convincente, el equipo catalán generó una avalancha de ocasiones (24 remates, 9 a puerta), pero entre el poste, el arquero Leo Román y la falta de precisión, el gol se resistió. Incluso Gavi se topó con la madera, mientras la parroquia blaugrana contenía la respiración. Para colmo, un tanto del Mallorca fue anulado por fuera de juego milimétrico. El descanso llegó sin goles, pero con el Barça acumulando méritos de sobra.
El alivio llegó nada más comenzar la segunda mitad. Dani Olmo, tras un pase filtrado de Èric García, encontró el espacio justo y colocó el balón al segundo palo. El 1-0 desató la euforia contenida en las gradas y otorgó al Barça la tranquilidad necesaria para controlar el resto del encuentro.
El Mallorca, aún con opciones de meterse en puestos europeos, no se dio por vencido. Buscó el empate con balones largos y centros al área para Larin, pero se topó con una defensa sólida y un Szczesny siempre atento. En el tramo final, Lamine Yamal tuvo el 2-0 en sus botas tras una gran jugada individual, pero definió al cuerpo del portero.
El pitazo final confirmó una victoria crucial. Con cinco jornadas por disputarse, el Barça duerme con siete puntos de ventaja sobre el Real Madrid, que visitará el miércoles al Getafe con la presión de no fallar. Son este tipo de triunfos, los que se logran sin brillo pero con autoridad, los que construyen campeonatos. Flick y su equipo han sorteado una trampa peligrosa, y ahora apuntan con confianza a la recta final del curso, con títulos en juego y una ambición intacta.
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