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foto @atptour (X) |
En un escenario icónico como la cancha Philippe Chatrier, Rafael Nadal y Carlos Alcaraz iniciaron su participación en los Juegos Olímpicos de París 2024 de manera espectacular, venciendo a los argentinos Máximo González y Andrés Molteni con parciales de 7-6(4) y 6-4 en una hora y 40 minutos de juego.
El sueño de muchos aficionados al tenis se hizo realidad al ver a la leyenda Nadal competir junto a la joven estrella Alcaraz. Su debut como pareja en estos Juegos Olímpicos es un momento histórico, especialmente en un lugar tan emblemático como París, donde Nadal ha dejado una huella imborrable con sus 14 títulos de Roland Garros.
La atmósfera en la cancha Philippe Chatrier era electrizante. Cada grito de apoyo resonaba con fuerza, especialmente para Nadal, quien es considerado un ídolo en la capital francesa. El público, consciente de que esta podría ser la última aparición olímpica de Nadal, disfrutó cada momento del partido.
El encuentro comenzó con un ambiente cargado de expectación. La pareja argentina de González y Molteni no se dejó intimidar, ofreciendo una resistencia feroz. El primer set fue un verdadero duelo, con puntos disputados intensamente y una lucha constante por el control del juego. Nadal, aunque al principio mostró cierta duda, rápidamente recuperó su forma habitual, protagonizando puntos espectaculares. Alcaraz, por su parte, demostró su energía y determinación, complementando perfectamente a su experimentado compañero.
El primer set se decidió en un emocionante tie-break, donde la combinación de la experiencia de Nadal y la fuerza de Alcaraz resultó imparable, llevándose el set 7-6(4). En el segundo set, la dupla española enfrentó una dura resistencia por parte de los argentinos, quienes empezaron fuertes. Sin embargo, Nadal y Alcaraz lograron un quiebre crucial que les permitió cerrar el partido con un 6-4.
Nadal y Alcaraz jugaron con una química sorprendente, como si hubieran sido compañeros de dobles durante años. Alcaraz, admirador de Nadal desde su infancia, se mostró confiado y enérgico. Nadal, por su parte, demostró que su magia sigue intacta, guiando a su joven compañero y resolviendo momentos cruciales del partido con su habilidad característica.
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