Yo he tenido algunas novias en mi vida, y cuando las cosas iban bien comenzaba a sospechar. Cuando eran muy cariñosas sabía que querían algo. Cuando soportaban mis chistes machistas, con una sonrisa, significaba que estaban tramando algo. Cuando se ofrecían a prepararme la cena, es que están mandando señales; y si además lavan los platos, es que en cualquier momento, te piden la llave de tu departamento.
Igual como aprendí a desconfiar de todo lo que te quiera mostrar solo el lado bueno de las cosas; Así me sentí en Rusia desde que llegue.
Me explico:
Desde que me subí al avión de Aeroflot, una guapa azafata me preguntó por mi nombre y después de checar en una lista y el número de asiento preguntó:
-¿Periodista mexicano? –a lo que conteste que sí.
Enseguida la maquinaria se puso en movimiento, me trajo almohadas extras, sirvió cocteles gratis; mis antenas detectaron una sospechosa amabilidad. Durante el vuelo traté de convencerme de que me estaba imaginando cosas.
Al llegar al aeropuerto en Moscú, presenté mi acreditación de periodista, junto a mi pasaporte y fui colocado en una línea aparte. No tuve que hacer cola, la maleta me la trajeron y no fui sujeto a revisión. Nos llevaron en limosinas hasta el hotel, y allí fuimos recibidos como si me conocieran de toda la vida.
En la habitación dejaron una botella de tequila, una lata de caviar, y una bolsa de recuerdos del mundial.
Todo el tratamiento desde ese momento fue de primera clase. Todas las dudas resueltas de inmediato, los problemas logísticos arreglados mágicamente. Siempre había alguien cerca dispuesto a ayudarnos.
Mi paranoia se activo de inmediato. Contraté a mi propia asistente (Sabrina) a quien conocí en un bar cuando le daba una golpiza a tres peruanos que habían hablado mal de su país. En ese momento decidí que necesitaba una traductora y además podía usarla de guardaespaldas. Ella aceptó de inmediato la chamba, acordamos el pago y brindamos por nuestro acuerdo de trabajo.
Bueno, pero les estaba contando de la sensación que me perseguía por todo Rusia, donde parecía todo funcionar al dedillo, la gente muy servicial, los funcionarios nos facilitaban todo. Cuando necesitábamos información, siempre estaba la información oficial lista.
Una noche, en el baño del bar del hotel, escuché a un par de hombres hablando de un grupo de turistas expulsados por expresar sus opiniones políticas.
Al día siguiente note algo molesto. No me había fijado antes, que no había basura, ni pobres, ni coches viejos, ni casas de gente jodida.
Cuando le pregunté a Sabrina, me contestó:
-A los periodistas hay que mostrarles lo lindo de la Madre Rusia, o acaso si yo fuera a México… ¿me llevarías a un tour por los basureros?
No, pos si. Tenía razón. Eso me tranquilizó un rato.
Luego una noche en el bar, se me ocurrió preguntarle a Sabrina por la oposición política, ¿qué si todos apoyaban a Putin?, ¿qué pensaba la gente de los gastos para realizar el Mundial?.
Los periodistas brasileños que estaban cerca, se cambiaron de mesa, y Sabrina me respondió que me dejara de preguntar tonterías; y de algún lado nos dispararon un par de rondas de vodka y terminamos bailando el Kazachok, ante los aplausos de todos.
Luego se me olvidó todo ante la vorágine del mundial, el escribir, hacer mis notas en la tele, ir a los estadios (Sólo eso toma en promedio seis horas).
Lo que si me di cuenta, es que no me dejaban salir de las rutas que ellos habían organizado. Y cada vez que hablaba de algo que no fuera fútbol, terminaba borracho en algún lugar, cortesía de alguien. Yo me deje querer…
¿Por qué escribo esto? Porque ayer a un compañero periodista que criticó las elecciones, le publicaron una serie de videos tomados en la habitación del hotel, en situaciones y posiciones un poco comprometedoras.
Hoy desayuné con Romeo (no es broma) y me dijo que el escándalo ya llegó a su país, y que su novia rompió con él. Que lo corrieron del trabajo y que probablemente lo espera la cárcel.
Lo traté de consolar diciéndole que pronto lo olvidarían, y como respuesta abrió su laptop y le puso play al video donde aparecía en un bacanal digno de Calígula.
- Te lo juro que no soy yo.
Bueno ese argumento no se lo creí cuando vi el siguiente ángulo, y se me quito el hambre.
-Te lo juro es mi cara, pero no soy yo…¡Quieren destrozarme!
Me dio lástima, pero ante tal evidencia lo van hacer pedazos...
Por eso y consiente de lo que he hecho en mi habitación, quiero dejar claro, que me gustan las mujeres, y de una a la vez (Excepto en San Miguel Allende que estuve con dos gringas). Y que si alguna vez ven un video con alguien parecido a mi, con alguien o algo del mismo sexo, ¡Es un montaje! ¡Es falso! ¡No lo crean!
Yo soy muy pinche hombrecito, y no me ando por la vida buscando aventuras fuertes.
Y digo todo esto, porque ayer en una entrevista para la tele española, que se realizó en el Bar Tolstoi, dije : “El Presidente Putin ganó las elecciones haciendo trampa, y está usando el Mundial para tapar todas sus mamadas”…
Insisto que a pesar de que reconozco que lo dije, estaba borracho y me acababa de pelear con Sabrina.
Y ahora estoy sentado en el baño del hotel, con miedo de que el Imperio, ordene mi destrucción moral… en cualquier pinche momento…
El Demoño.
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