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Hoy la garra uruguaya no sirvió de nada.
El juego bonito y los clavados no funcionaron para Brasil.
Argentina se amotinó en contra de su entrenador, y perdió el rumbo.
Los peruanos con su indisciplina, se fueron temprano.
Costa Rica, se fue sin pena ni gloria.
Panamá nunca supimos cuando llegó, y cuando se fue.
Colombia se siente grande, y sigue jugando como los chicos.
Los mejor de México, su afición.
Y finalmente España mucho toque, poco gol. Fin de una era…
Hoy en el Kazán Arena tal vez vimos el final de una era en el fútbol mundial, Brasil jugaba como local por los miles de aficionados brasileros ilusionados con su equipo, contra Bélgica (el caballo negro de esta copa).
El toque, las paredes, la gambeta, el juego pícaro y mareador se enfrentó a un fútbol sencillo, de pases largos, de contraataque, de potencia física.
Y Bélgica desapareció a Brasil, le quitó el ritmo, le mató la ilusión y los mando en el siguiente vuelo a casa.
Las estrellas: Neymar, Suarez, Messi, Chicharito (tres niveles abajo), Iniesta, Falcao, James, y demás. No sirvieron para otra cosa que para vender camisetas y estampitas para álbumes de fútbol donde quedará la historia de su fracaso. Algunos por no ser campeones, otros simplemente porque no dieron lo que se esperaba de ellos.
Siempre pasa lo mismo… y nosotros, tenemos cuatro años para que nos vuelvan a ilusionar, hagamos todos los sacrificios posibles para llegar a Qatar y nos vuelvan a dar el la cara, con un golpe de realidad, que duele como si te hubiese dejado tu vieja.
Hablando de viejas, recuerdo que cuando era un adolescente, estaba perdidamente enamorado de una muchacha que vivía cerca del mercado.
Me ofrecía todos los días durante las vacaciones a cargarles las bolsas a mi mamá o a mis tías, con tal de pasar frente a su casa y verla por unos segundos.
Durante años busqué cualquier estrategia, por más rebuscada, para acercarme a ella. Pero parecía que siempre llegaba a destiempo.
Cinco años después, un día tocaron a la puerta de mi casa y cuando abrí, le quedé helado, más bien pendejo. Era ella: Amalia.
Con una sonrisa hermosa y sus ojos (dos) de ensueño…
-Te invito un helado- me dijo- ¿Escuchaste lo que dije? –repitió.
No podía contestar. Tenía la lengua pegada al paladar y sentía que me iba explotar el corazón.
-¿Vienes o no?- dijo ella y se puso a caminar rumbo a la tienda.
Yo la seguí tratando de calmarme, y pensando en algo inteligente que decir (eso es lo peor que puedes hacer con una chica).
Llegamos a la tienda, ella pidió un helado de fresa, yo uno de chocolate, y en ese momento me di cuenta que no tenía con que pagar.
-Yo invito- dijo Amalia quitándole importancia.
Nos sentamos en una banca a comer los helados.
-Sabes –me dijo- por mucho tiempo estuve enamorada de ti…
Ahora mi lengua se quedó pegada al helado, y comencé a babear chocolate.
-Y pensé que yo te gustaba…-Me dijo mirándome a los ojos.
Intenté decirle que todavía me gustaba, pero salió un ruido gutural de mi garganta y mi lengua congelada había decidido no moverse…
-Estaba tan enamorada que soñaba con perder mi virginidad contigo… -Me confesó con una sonrisa tierna.
Se me cayó la quijada, y enseguida imaginé la cara de imbécil que tenía, y traté de recomponer…
-Pero quería que supieras que ya se me pasó. Que podemos ser amigos. Es más te quiero pedir un favor de amigo. Quiero que me ayudes a salir con tu cuate Martín… Creo que estoy enamorada de él.
Me paré de la banca y corrí a mi casa sin parar, con el miedo de que alguien me viera, me encerré en mi cuarto y lloré tres días seguidos. En mi cabeza me repetía constantemente: Pendejo…pendejo… pendejo…
A veces las estrategia, las esperas, el juego bonito, los pases y los adornos, no son lo mejor para ganar un partido. Hoy Bélgica y ayer Francia, nos enseñaron que siendo decididos, directos, en cinco pases anotan.
Si yo hubiese pensado como los franceses o los belgas, me hubiese quedado con la virginidad de Amalia. Pero no hay hubieras en la vida. Ella se casó con Martin y yo ando de putas en Rusia.
La vida no es justa, pero a veces enseña cosas. Hay que aprender a ser prácticos, simples. Menos rebuscados y tratar de meterla, digo los goles. Y no dejar que otros los hagan por ti… Bueno creo que Ustedes entienden…
Habrá campeón europeo, y lo tenemos merecido.
Ahora tenemos cuatro años para volver a intentar algo nuevo.
Yo aprendí de mi historia con Amalia, que la distancia más corta entre dos lugares, es una línea recta.
Es lo que traté de explicarle a Don Rubeleone, cuando sacó mi boleto a Moscú con siete escalas, porque estaba 80 dólares más barato.
Pero lo barato sale caro y más vale pájaro en mano, que el árbol caído… o algo así…
Ya me voy a chupar que paga el jefe… a tomar pues… pinche gente…
El Demoño
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