“Argentina: un Mundial de Terror.”



NOTA: Se le advierte al lector que este articulo desde Rusia, contiene descripciones de mal gusto, malas palabras, historias absurdas y muchas babosadas. Si Usted es una persona fina, culta y educada por favor absténgase de leer a este patán. La página de Red Deportiva Central no se hace responsable de las opiniones vertidas por este inconsciente, y de antemano pide sinceras disculpas a los ofendidos.

Anoche el Fiat 68 se nos quedó en medio de un bosque, y de pura suerte nos recogió en la madrugada un camión que trasportaba papas, dejándonos en el pueblo más cercano. 

Allí conseguí una habitación para escribir esta columna mientras Sabrina arreglaba el problema del automóvil.

Descanse un rato  y luego salí a comprar algo de comer. Mi sorpresa fue mayúscula cuando no encontré ni un 7-Eleven en el pueblo, tampoco había McDonalds, y no se diga de Starbucks. ¿Pero como pueden estas pobres gentes vivir decentemente sin estos tres establecimientos comercio-culturales?. 

Por fin encontré una señora que vendía en la puerta de su casa. Habían tres argentinos con sus camisetas (para identificarlos a lo lejos), que estaban comprando algo y preguntando por direcciones. 
Eso me animó a cercarme.
Cuando llegué al puesto no  habían dejado nada. Solo quedaba un tazón con ensalada de col y una ensalada de papas con cebolla blanca y aceitunas. 
Lo pedí para llevar, pero parece que la Doña no me entendió, porque primero me dió el tazón y luego una olla de barro con la ensalada, y extendió la mano. Yo saqué dinero del bolsillo y ella tomo los rublos que le pareció justo. 
Pero cuando vio que me alejaba con su olla y su pinche plato, dio de gritos y salieron sus hijos que me dieron una corretiza hasta el hostal.
Como tire el plato, la olla y las ensaladas por e camino, llegue agotado, espantado y con hambre. 

Entre al cuarto y traté de prender la tele, no funcionaba. 
Fui a la recepción y no me pude hacer entender. 
En este pinche pueblo nadie habla ni español, ni inglés. No porque yo sea un experto en inglés, pero me defiendo con preguntas claves como: Jau Mach? (¿Cuánto cuesta?) O Juere is McDonalds? (¿Dónde queda el McDonalds?). Pero la ignorancia de este pueblo solo compite con su pobreza.

De pronto sentí ruidos de una televisión y me asomé al cuarto contiguo, y era un bar con una tele y una barra, 
Estaba iniciando el Juego de Perú-Francia, así que me acerque a la barra y pedí una cerveza. Me sirvieron una sopa de cerveza, una líquido negro y espeso, con cachos de cascara de cebada, y tibia. 
La probé y no quise arriesgarme a darle el segundo trago, por el temor de un estreñimiento. Pedí una Coca Cola y el cantinero me sirvió otra cerveza.
Mejor me puse a ver la tele.

Lo que vi fue deprimente, no solo por el espantoso partido de fútbol, sino por la falta de técnica, sin estrategia, sin un plan de partido, sin lápices de colores, me corrió una lagrima por el cachete pensando como íbamos a extrañar al profe Osorio después del mundial. 

Pero regresando al juego, Perú es un desastre, un equipo de sinverguenzas dados a la mala vida, que no se pueden comprometer ni noventa minutos a jugar, sin pensar en distracciones, viejas y parrandas. Me dio pena por los miles de peruchos que gastaron sus dólares para seguir esta ilusión sin imaginar se iba a convertir en una pesadilla.

Por lo menos tenía el consuelo de que jugaba la Argentina, y ver al mejor jugador del planeta aparte de Maradona, Pele, Platini, Hugo y Cristiano. Pero algo es algo… 

Le pedí al cantinero de comer, asintió y desapareció en la cocina.

La idea de ver un buen juego y de una comida caliente me levantó el ánimo. 
Pero eso duró hasta que apareció el cantinero con un plato de sopa, que era la misma cerveza negra, solo que caliente y con unos trozos de papas y pedazos de conejo. 

Luego el desastre: Argentina decidió irse del mundial sin avisarle a nadie, y le metieron una goliza de antología y dejaron a los porristas cantando: “No llores por mi Argentina”…
Patética la actitud de los jugadores argentinos… Y la verdad valió la pena viajar hasta acá pa verles las jetas llorosas de tanto argentino mamón…

Yo sigo con hambre y no encuentro nada comestible y esto en medio de la nada sin noticias de mi asistente… Esto tiene mala cara, esta anocheciendo y la historia ya parece la primera escena de una película de terror donde el cantinero se disfraza de oso para asesinar a los huéspedes, que no se tomaron la sopa de conejo.

Bueno si mañana no aparezco, ya saben que ocurrió…

El Demoño


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