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Foto: Wimbledon twitter |
El último hueco por ocupar en los cuartos de final masculinos de Wimbledon ya tiene nombre y apellido: Novak Djokovic. El serbio cumplió con el trámite que representaba Adrian Mannarino en la cuarta ronda (6-2, 7-6, 6-4) apuntándose una victoria que fue, hablando en plata, coser y cantar. Muy superior el serbio durante todo el encuentro, marcando constantemente las distancias entre quien era el 4 del mundo y el 51 pese a los problemas físicos que sufrió. Ya saben que en hierba las diferencias de ranking se suelen corregir e igualar levemente, pero hace tiempo que en Londres ya no juegan sobre la hierba de toda la vida y sí una más adaptada para el nivel medio del vestuario. Con muchas cosas por demostrar todavía, Novak tendrá mañana a su primer gran oponente en la quincena: Tomas Berdych
Estaba tan cabreado Djokovic por lo que sucedió ayer con la organización que quiso regalar la menor cantidad de minutos hoy en pista. Fueron un par de horas con la Centre Court libre de partidos mientras él y Mannarino esperaban a que terminase el Nadal-Muller de la Court 1. Al final no hubo modificación del programa y tanto el serbio como el francés aceptaron jugaron en días consecutivos la cuarta y quinta ronda. Quien ganase, claro, el otro simplemente estaba alargando un día más su estancia en Reino Unido. La cuestión es que nada más salir a pista, la noticia la encontramos en el cielo. La lluvia obligaba a cerrar el techo y eso significaba que el All England Club se iba a disfrazar durante unas horas del O2 Arena. Cero influencia meteorológica, más rapidez de la bola, menos tiempo de reacción y una sonrisa de oreja a oreja para uno de los grandes maestros del indoor.
Un 3-0 de salida amenazó con enviar a Mannarino directamente a rehabilitación por la que le estaba cayendo encima. Fuera la lluvia estaba golpeando fuerte, pero los ganchos más violentos estabas dándose en la cancha. El galo entró un tanto desorientado y sorprendido por el nivel de su rival y no fue hasta lograr ese primer juego del partido donde pudo encontrar algo de armonía en su raqueta. Djokovic pedía una pastilla en el primer descanso, algo no iba bien en su cabeza, aunque no se notara sobre la práctica. Sin embargo, la buena mano de Adrian dibujó alguna que otra oportunidad de break que no gustó nada al balcánico, quien con su solidez defensiva y su nuevo espíritu combativo (algo tendrá que ver Agassi) pudo enterrarlas sin problemas. Al final acabó siendo una primera manga correcta, un 6-2 con un segundo quiebre al final que nos señalaba el camino de este primer duelo del noveno día de competición.
Más preocupante que el resultado fue ver cómo Mannarino reproducía algún gesto extraño en pista, como una especia de cojera o alguna que otra mano tocándose la cadera en un par de ocasiones. Pero no, no era el francés quien tenía problemas, sino el serbio. Es cierto que se había llevado el primer parcial y que el segundo había empezado de igual forma, con 3-0 a su favor, pero esa cabecita le seguía dando vueltas y la pastilla no hacía efecto. Quizá por eso tenía más prisa que de costumbre por zanjar aquel pulso, aunque con las ganas de acabar no iba a ser suficiente. Tampoco sería suficiente para Adrian, envuelto en la maraña del de Belgrado y cometiendo siempre el último error. A veces salía todo ese talento de zurdo que guarda, pero a Novak no le importaba, a él le bastaba con un break por set y a volar… hasta que se pierde y te ves atrapado en un tiebreak con 4-2 abajo. Fue el punto de inflexión, donde se debatía si la batalla seguiría siendo batalla o pasaría a ser monólogo. Djokovic remó y consiguió apretar la segunda opción.
El tercer asalto fue de relleno para un Djokovic que, pese a estar tocado de su brazo derecho en el último, resolvió sus deberes un día después para citarse con Tomas Berdych en los cuartos de final de Wimbledon. Un rival al que ha ganado en 25 ocasiones pero que en hierba resulta más peligroso que en cualquier otro lugar. Tiene 24 horas para llegar al siguiente examen al 100%.
Fuente: Punto de Break
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