Pliskova se corona en Doha ante Wozniacki

Foto: Qatar Tennis twitter

Karolina Pliskova ha disputado 16 partidos en lo que va de temporada y ha ganado 15. El último, en la final de Doha, ante Caroline Wozniacki (6-3, 6-4), un triunfo que le ha dado su segundo trofeo del año y octavo de su carrera. La checa se ha paseado sin demasiadas complicaciones una semana más y se afianza en el número 3 del mundo, pero su objetivo no acaba aquí. En el horizonte asoman dos potenciales líderes como son Serena y Kerber, amenazadas por la explosividad de la tenista de Louny. Hoy, una que ya probó los mejores víveres del circuito, conoció de primera mano cómo se las gasta esta mujer.

Corría el viento con fiereza y amenazaba lluvia por momentos, pero el partido tenía que jugarse sí o sí. Hacía poco más de 24 horas que se estaban jugando algunos encuentros de cuartos de final y ahora, un día después, el título buscaba dueña. La meteorología y sus cosas. Llegaban ambas contendientes a buen ritmo, demostrando su superioridad a lo largo de toda la semana y aterrizando con la adrenalina a punto para la cita crucial. ¿Favorita? Seguramente Pliskova, aunque era la danesa quien dominaba el H2H por 0-3. Aunque claro, desde 2014 que no se veían las caras. Es decir, Caroline todavía no conocía a la nueva Karolina.

Pliskova ha pasado en tres años de luchar por cruzar el top25 a verse en el mismo saco que las mejores raquetas del vestuario. Todo empezó con un servicio imperial, definitivo, esto no ha cambiado. Luego fueron sumándose ingredientes, como una derecha voraz que agotaba cualquier intercambio que amenazaba con alargarse. Después, el revés. Luego, la mentalidad top. Y este año, para colmo, Karolina ya cuenta con la habilidad de la paciencia, la constancia, la capacidad de saber leer cada punto, de descifrar a sus rivales. Señores, esta mujer ya no es ‘solo un saque’, ha aprendido a pelotear y a generar jugadas. Hace unos años que sentimos lo mismo con Milos Raonic y ya vimos hasta dónde fue capaz de llegar. Pero la WTA es diferente.

Aquí no hay un Djokovic ni un Murray. Sí una Serena Williams, que juega menos de diez torneos al año. Y sí una Angelique Kerber que todavía está pagando la factura de sus grandes éxitos en 2016. Es el momento ideal para que Pliskova de un paso al frente y rompa el duopolio instalado en la cabeza. Y así lo está haciendo hasta el momento. También hay una Wozniacki, que parecía retirada hace unos meses y hoy ya es carne del top15. Sigue haciendo posados en bikini pero ahora los acompaña con tremendas actuaciones sobre la pista. Hoy, sin embargo, fue la de Louny quien mejor posó para la foto.

Más brillante la primera manga y más trabajada la segunda. En los dos ámbitos, Pliskova fue mejor. Primero arrasando, sin piedad. Luego con el mono de trabajo, rompiendo los esquemas en el décimo juego, el último del partido. Se trata del octavo título de la jugadora checa, segundo esta temporada tras el de Brisbane. Un arranque de calendario escandaloso, con un balance de 15-1 y la sensación de que, cuando está fina, no hay nada que hacer ante ella. Cuesta recordar una evolución y, sobre todo un asentamiento, tan bueno de una tenista en tan escaso tiempo. Pero Karolina, guste o no, ya está para todo lo que se proponga.


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