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| Foto: EFE |
El apretadísimo Grupo F tiene en vilo a la selección portuguesa, amenazada de un estrepitoso patinazo. Si no logra ganar a Hungría en Lyon rozará la eliminación. Ni el empate quizá le sirva. Riesgo y esperanza, porque si las cosas le van bien a Cristiano y su gente podrían incluso entrar en octavos como líderes, privilegio que les daría el triunfo ante el cuadro magiar. Por tanto, está en manos lusas despejar nubarrones y avanzar por el torneo tras sus dos primeros empates, en sendos ejercicios de impotencia.
El atasco ante el gol lo personifica Cristiano Ronaldo, el mejor artillero del planeta, seco de repente. Tira y tira, pero nada. Hasta falló un penalti ante Austria. "Ya entrarán", dijo esa noche, y no habría que desatender su advertencia. Si hay un futbolista capaz de licuar toda la presión y las mofas en furia, es él.
Pero la presión a la que está sometida su estrella no ha tardado en estallar. En el paseo matutino de la selección portuguesa, Cristiano ha protagonizado un desagradable incidente con un periodista portugués de Correio da Manhã. El reportero se ha acercado al jugador del Real Madrid para preguntarle por el partido de hoy frente a Hungría. Al luso, que parece no haberle sentado del todo bien su presencia, no ha dudado en arrebatarle el micrófono, lanzándolo al lago.
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