Arbitraje mexicano, de mal en peor



Por El ARTILLERO

Oiga usted, como diría aquel magnífico locutor taurino y de espectáculos don Paco Malgesto, otra jornada del fútbol mexicano plagada de errores arbitrales, algunos de ellos que rayan en lo imperdonable porque inciden en el marcador.

Isaac Rojas se cansó de marcar a destiempo, sin proteger la integridad física del jugador y de inclinarse por amonestar a quien protestaba y no a quien con entradas malévolas pudo lastimar seriamente a un compañero de profesión.

Todo lo anterior sucedió en el choque entre León vs Cruz Azul, que ganaron los guanajuatenses por 3 goles  2 , donde afortunadamente las lesiones  no fueron  de gravedad, pero que algunas merecían ser de Ministerio Público.

En el choque de Guadalajara contra Tigres, el silbante Erik Miranda realmente demostró que el carnet FIFA que le acaban de otorgar en lugar de su compañero Pérez Durán, le queda muy grande, yo diría que “guango”, pues el primer gol de los Tigres, el del empate a uno, fue notado en clarísimo fuera de lugar. ¡Incidió en el marcador final de 2-2!

Miranda es un muchachito que conocíamos cuando pitaba en el Ascenso MX con ciertos atributos que permitían suponer un desarrollo positivo en su carrera.  ¡Pero, oh, realidad!

Erik no tan solo se quedó estancado sino que ha sido señalado en diversas ocasiones, como en el juego Veracruz contra León. Una decisión tras otra dio al traste con el juego, no con el resultado que justificadamente ganó León 3-1. Su actuación dio pie a la cobarde agresión del dueño de los Tiburones Rojos a Edgardo Codesal.

Miranda se equivocó una y otra vez, para ambos bandos, hasta que quiso y como “premio”, ¡Uff! lo mandan al Guadalajara contra Tigres.

En este partido, sobre la grama del Omnilife, Erik demostró que su criterio es así de chiquitito, ínfimo, porque bajo la bandera de privilegiar la continuidad del juego dejó pasar entradas casi asesinas de Torres Nilo, que merecía irse al vestidor anticipadamente.

¡Pero no! 

Miranda se tragó el silbato una y otra vez, consintió el juego brusco y mal intencionado (algunos dicen que estratégico) para impedir avances de las Chivas Rayadas, sin olvidar que también algunos equiperos tapatíos, como Miguel Ponce, se las cobraron por cuenta propia.

Total, un trabajo malo, muy malo de Erik Miranda, que está más verde que la clorofila y no tiene tamaños para actuar en la Liga MX.

¡Solamente que en tierra de ciegos el tuerto es rey!

Lo dicho, en cada frente las quejas por el arbitraje se multiplican, porque los “nazarenos” creen que el espectáculo es suyo, que son los dueños del balón y se proclaman como los principales protagonistas, al imponer, sí, al imponer una autoridad carente de fundamentos.

Cuando entiendan que en el campo de juego son jueces, sí jueces para aplicar el reglamento con criterio, con sentido común, con la misión de impartir justicia y no de dañarla, entonces, tal vez entonces, cumplirían su cometido.

Codesal, como director de los árbitros, tampoco cumple, ni siquiera a medias, vaya ni a medias ni a cuartos.

¡Es como una verdad a media, que no deja de ser mentira!

Por eso los malos, pésimos y tendenciosos arbitrajes provocan enojos al por mayor, de los que ganan y de los que pierden.

¡Nadie queda contento!

Tienen razón, no se trata de que ayuden o perjudiquen a los equipos. Se trata de se objetivos, imparciales, con el verdadero espíritu de aplicar el reglamento en favor de la integridad física de los jugadores y….¡Del espectáculo!

Porque al fin y al cabo no se trata de lanzar a leones o a tigres o a fieras a comerse personas, se trata de un espectáculo que se llama fútbol, que reúne a familias enteras, que debe ser ejemplo para niños y jóvenes, en el sentido de competir con lealtad, limpieza y deportivismo..

Caray, ¡He dicho!

Por cierto que el dueño del Veracruz, Fidel Kuri, se llevó apenas un año de castigo cuando fue inhabilitado para intervenir en cualquiera actividad de la Federación Mexicana de Futbol. 

¡En cualquier actividad, que quede claro!

Pero……oh, tristeza, la sanción se quedó corta. Porque al cabo de un año don Fidel puede volver a las andadas.

Podrá ver por televisión los juegos de su equipo y, si quiere y puede, hasta entrar de incógnito a los estadios.


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