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foto Getty Images |
Wimbledon vivió este lunes uno de esos episodios que mezclan lo heroico y lo trágico. Grigor Dimitrov, a sus 34 años, estaba ofreciendo quizá el mejor tenis de su carrera reciente: superó con autoridad a Jannik Sinner, número uno del mundo, en los dos primeros sets (6-3, 7-5) y se colocó a un paso de sellar una de las grandes sorpresas del torneo.
El búlgaro, impecable con 14 aces, un servicio sólido y golpes precisos que desarmaron a Sinner, manejaba el encuentro a su antojo. Incluso el italiano tuvo sus propios problemas: una caída en el primer set le dejó molestias en el codo y lo hizo ver vulnerable.
Pero el destino tenía otros planes. Con el marcador 2-1 a favor en el tercer set, Dimitrov sintió un tirón en el músculo pectoral tras un potente saque. Intentó resistir, pero el dolor fue más fuerte: se dejó caer en el césped de la Cancha Central y, tras ser atendido, regresó solo para confirmar entre lágrimas que no podía continuar.
Sinner, aún tocado por su propia lesión, pasó a cuartos de final por cuarta vez consecutiva en el All England Club, aunque la forma en que se resolvió el partido lo dejó con un sabor amargo. “No considero esto una victoria real. Lo que hizo Grigor fue increíble; merecía algo más”, dijo el italiano, que ahora se medirá a Ben Shelton.
Para Dimitrov, el abandono confirma su calvario físico: acumula cinco retiros en fila en Grand Slam, justo cuando mejor estaba jugando. Su último triunfo ante un número uno databa de 2013, contra Novak Djokovic en Madrid, y parecía estar a punto de repetirlo 11 años después. Esta vez, la historia fue otra.
Mientras Sinner sigue su camino rumbo a un posible título, Wimbledon despide a un Dimitrov que sigue enamorando con su tenis… pero que no logra zafarse de su propia fragilidad física. El público lo ovacionó, reconociendo que, aunque el marcador diga otra cosa, el verdadero espectáculo vino de su raqueta.
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