Novak Djokovic alcanza su mejor tenis del año derrotando a Kei Nishikori

Foto: Wimbledon twitter

Se acabaron los destellos, las intermitencias, las declaraciones sosegadas intentando quitarse la presión y los partidos cuyo principal objetivo eran recuperar el ritmo. Novak Djokovic ha vuelto y lo ha hecho para quedarse. Wimbledon 2018 está siendo el escenario donde uno de los jugadores más dominantes de los últimos lustros está disfrutando del tenis de nuevo. Despojado de las sombras que han atenazado su ambición y nivel de competitividad así como de las molestias en el codo, el serbio vuela sobre el césped y despliega todo su arsenal de juego en una oda al tenis versátil.

Y es que Novak es capaz de hacer cosas imposibles y muy distintas entre sí. Su flexibilidad vuelve a asombrar, se desplaza como antaño haciendo que inestable hierba parezca un tapete idóneo sobre el que patinar como en tierra batida, y reconoce los momentos de partido en los que es preciso subir el nivel, gritar y cerrar el puño. Así lo hizo ante un Kei Nishikori que volvió a vivir su particular día de la marmota. Siempre intenso y motivado el nipón, sigue siendo incapaz de dar ese plus necesario para poder vencer a los mejores en partidos de este calibre.

Fue un duelo muy igualado, y si el marcador no lo muestra es por la carga psicológico que tuvieron un puñado de puntos. El primer set fue un duelo de tú a tú entre dos de los hombres que mejor se desplazan desde fondo de pista de todo el mundo. Kei ajustaba sus movimientos con pasos firmes y cortos que le permitían tirar golpes paralelos con garantías, mientras que Djokovic se afanaba en tomar la iniciativa y sacar a su rival de la línea de fondo. Se adelantó el serbio, equilibró Nishikori el marcador y encadenó Novak una serie de juegos simplemente brillantes que le otorgaron la ventaja parcial.

No desfalleció Nishikori, consciente de que había hechos muchas cosas bien y estaba en el camino adecuado. Así se encargó de demostrarlo el segundo parcial, donde se repuso de un 0-40 en contra en los compases iniciales y salió tremendamente reforzado. Novak tenía un puntito más de resistencia en las defensas pero perdió algo de agresividad en sus golpes, en una invitación clara a un Nishikori desatado para que desplegara su mejor tenis. Lo hizo el japonés, equilibrando el marcador y poniendo a prueba la resistencia mental del balcánico.

Con las espadas en todo lo alto y un pronóstico incierto se llegó al tercer set. Desde el inicio dio la sensación de que Djokovic había vuelto a dar un paso adelante y dominaba el partido. Sin embargo, se le escaparon unas oportunidades para abrir brecha y al juego siguiente, el nipón dispuso de un suculento 0-40. De nuevo esta situación y su desenlace fue clave; el serbio dio la vuelta al marcador, se puso por delante y ya nunca abandonó esa situación de privilegio merced a un juego completo e inasequible al desgaste físico acumulado.

Puso tierra de por medio con clase y carácter, dejando a Kei Nishikori sin argumentos en un abrir y cerrar de ojos. Y es que el cuarto parcial fue un paseo militar de Novak Djokovic, que tras recuperar un break inicial producido por un exceso de relajación, voló libre hacia la victoria, certificada con un marcador de 6-3 3-6 6-2 6-2. Triunfo muy importante para un hombre que se ha encontrado con su mejor versión en Wimbledon 2018 y que presenta sus credenciales con este partido a volver a reinar en un Grand Slam.


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