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Foto: rolandgarros twitter |
Dominic Thiem luchará el próximo domingo por su primer Grand Slam en Roland Garros tras derrotar a la sensación del torneo, el italiano Marco Cecchinato, en tres mangas (7-6 7-5 6-1), dos de ellas extraordinariamente ajustadas. Fiel a su irrefrenable intensidad de juego, un sello de identidad que no tiene medias tintas ni negociación posible, el austriaco alcanza su primera final de un grande tras dos intentos previos infructuosos. Gracias a su persistencia por meter la máxima energía posible a cada tiro, Dominic sacó de la pista a un Cecchinato que intentó reducir a base de defensa y mano la demoledora potencia de su rival.
De la mano de esa inquebrantable identidad de juego, de pegarle a todo con una tremenda aceleración, Thiem construyó la semifinal con la iniciativa por delante, una velocidad de piernas necesaria para llegar con cinética a los golpes y una mentalidad que se probó crucial en los dos primeros sets. La experiencia sí fue un grado y Thiem pudo traducir su juego en ventajas y las dificultades en oportunidades para no dejar que Cecchinato, que tuvo setpoints en el segundo parcial, entrara en el partido y llevara la cita al terreno de lo emocional.
Y el italiano recobró el espíritu que Thiem estaba abrasando por partida doble. Primero en el parcial de apertura, cuando el austriaco dominaba con break arriba pero que se le escapó hasta el 4-4. Thiem disponía con su mortero de derecha y su incondicional manera de golpear, sin seleccionar ni reservar fuerzas. Con un ritmo machacón, basado y apoyado en una derecha que es prácticamente imposible de contrarrestar si no es con algún golpe cortado o una bola defectuosa, los intercambios, en cuanto a intensidad, pertenecían a Thiem.
Cecchinato, con gran parte de público de su lado, encontró en el servicio, la dejada y el cortado su manera de competir; de elaborar su fortaleza dentro de la semifinal. Aguantar todos los chaparrones, solventar con el servicio lo que fuese aconteciendo y ejecutar con la muñeca los tiros más templados. La habilidad del italiano para elegir y tocar la pelota, escapando del dominio de su rival desde el fondo, tuvo recompensa. Pero a largo plazo, sin que Thiem bajara el fuelle físico, tenía las de perder.
Fue en el segundo set donde estuvo la opción de que Cecchinato hiciera dudar a Thiem. Cuando el austriaco se zarandea mentalmente, su tenis pierde algo de estabilidad pues su manera de solucionar las cosas siempre está basada en meterle más motor a todos los problemas. Y en el tie break, cuando Dominic tira de experiencia y calidad diferencial para abrir brecha (6-3), surge el momento. En un tú a a tú de altísimo nivel, con mucha emoción para el espectador, Thiem cierra la puerta y ejerce de favorito para asestar un K.O. técnico a Cecchinato, quien, tras el esfuerzo, se desvanece en la última manga.
Sin exceso de euforia y con la tranquilidad que reporta la experiencia, sumando tres semifinales en París, Thiem cierra sin aspavientos ni titubeos, a piñón fijo, tal y como entiende este deporte un jugador seguramente destinado a levantar la copa en París en algún momento. Thiem quiere que sea mañana pero los rivales no son cualquier cosa. El domingo saldrá de dudas.
Fuente: Punto de break/ATP
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