Rafael Nadal sale victorioso en duro partido ante Karen Khachanov

Foto: usopen twitter

No es sencillo escoger una sola palabra para definir y describir el que hasta el momento ha sido y será uno de los mejores partidos del torneo por la mezcla de ingredientes que se sumaron en el choque que midió a Rafael Nadal y Karen Khachanov sobre el infinito Arthur Ashe Stadium. Se impuso Nadal en otro de esos ejercicios de presencia, perseverancia y supervivencia a los que acostumbra, dominando a un rival que tuvo contra las cuerdas, en muchos momentos, pero sobre todo en el segundo set, el número 1 del mundo. El marcador (5-7 7-5 7-6 7-6) refleja lo que durante más de 4 horas de partido hizo vibrar a todo aficionado al tenis.

Que la derrota de Nadal fue una posibilidad real también puede servir para ilustrar y condensar en un puñado de palabras las serias dificultades que creó el jugador ruso, entrenado por Igor Andreev, al líder del ranking y vigente campeón del título. Completísimo en casi todas las facetas, la mayor sorpresa llegó cuando Khachanov, que comenzó invirtiendo en un ritmo de difícil prolongación en el tiempo, jugó de tú a tú, en los intercambios largos y en la batalla mental, con uno de los mejores jugadores de la historia jugando desde la línea de fondo. El resultado, una muesca más en el haber de Nadal, que aturdido durante dos sets, se inventó un nuevo partido y se abrió paso para competir, jugar y ganar.

En ese primer set, Khachanov fue a por los puntos de tres tiros: pies plantados, mucha potencia y golpe ganador. Así, en los primeros compases, se hizo con el break y vio desde arriba los albores del choque. Ese plan, a cinco sets, mezclando vértigo por acercarse a la victoria, inexperiencia en instancias y rivales similares y necesidad de no cejar en el empeño de jugarse más de dos tercios de los puntos a limpiar la líneas, exigía de Khachanov un salto al vacío que, en cierto modo, juega en favor del que, colmado por la calidad para encontrar soluciones y la mentalidad para esperar su momento en formato a cinco sets, da la vuelta a la situación.

Pero la situación fue transcurriendo tal que así. Con el primer set bajo el brazo, Khachanov complementó el plan con una movilidad lateral y una consistencia en el intercambio largo digna de elogio y mención. Nadal, que llamó al fisio para ponerse un vendaje compresivo en la zona del tendón de la rodilla derecha, característico cuando siente molestias o dolores, estaba aturdido. Rafa había decidido ponerse muy lejos a restar y obligado por el ímpetu y la claridad de su rival, a hacerlo también en mitad de los puntos. Así, Khachanov imploraba todo su tenis, el vertical y el horizontal, con la sensación de que podía con un Nadal interrumpido. No se percibía en Nadal seguridad en determinadas jugadas. Siempre encontraba respuesta en Karen.

Lo cierto es que, como tantísimas otras veces, con el partido a punto de irse al 2-0, con Khachanov sacando 7-5 y 5-4 para levantar más de la mitad del muro, Nadal rompió el saque de su rival y después cerró e igualó la contienda cuando todo estaba avocado a la remontada más heroica. El español celebró como deben celebrarse circunstancias así y la Arthur Ashe reconoció que lo que estaba por venir no iba a ser cualquier cosa. Podría haber Khachanov haber bajado la guardia pero, contra algún que otro pronóstico, el ruso levantó la rodilla y junto a Nadal, obraron el mejor tramo del partido, que fue, en tenis, alternativas y emoción, un momento formidable.

Porque el partido tenía guardadas sorpresas y giros de guion aún por comparecer. El partido siguió la escaleta ya comentada: los dos podían atacar, los podían defender, los dos iban al cuerpo a cuerpo sin que se distinguiera, más de la cuenta, que uno mide dos metros y juega plano y el otro elabora y acelera una vez descompone al rival. Nadal se agarraba a la pista y presentaba síntomas mejorados tras dos sets muy titubeantes, mientras Khachanov amortiguaba el golpe sufrido con mucha entereza en su juego y algún vaivén competitivo.

En el tie break del tercero, Nadal llegó a tener cuatro bolas de set y Khachanov revivió para poner a prueba, tras varias dobles faltas, la resistencia de Nadal, que es, a todas luces, y quince años después, inquebrantable. Nuevamente Nadal se erigió como el jugador dominante y puso una marcha más hacia la victoria. En el quinto y definitivo, nueva narrativa para agitar las butacas. Rafa, que rompía de entrada, veía como, con saque para cerrar, Khachanov rompía en blanco y llevaba el choque a un tie break que no tendría desenlace posterior en la quinta manga.

Fue un partidazo. Peor también un partido de circunstancias para rafa, que no encontró continuidad, que encontró un rival tan peligroso y fulminante como aguerrido y profundo; con molestias físicas en mitad del partido y con sensaciones encontradas por el positivo cambio que sufrió el partido y por el irregular juego mostrado. Pero Rafa ganó. Y eso cuenta mucho más para hacer lecturas y sacar pequeñas conclusiones de cara a los octavos de final, donde chocará con Basilashvili.


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