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Foto: RogerFedererPy_ twitter |
Obtener el mejor resultado con el menor esfuerzo posible. Eso es la eficacia y eso es lo que Roger Federer transmitió con su tenis en los octavos de final del Masters 1000 Indian Wells 2018. No era un día para florituras; el agitado viento del desierto californiano hacía incompatible el tenis con el espectáculo pero el genio helvético encontró la manera de asombrar a todos: con una sencillez simplemente letal.
Le costó entrar en partido y muecas de desaprobación poblaban su rostro al verse incapaz de restar con profundidad. Jeremy Chardy se crecía y parecía querer convencerse a sí mismo de que la hazaña era posible. Cuando un halo de sospecha sobrevolaba el escenario, Federer incrementó su ritmo de piernas, lanzó tiros definitivos con elegancia y se puso el mono de trabajo. La respuesta del galo fue un temblor generalizado, materializándose en forma de dobles falta y errores a destiempo en el undécimo juego del primer set que decantó la balanza.
El zarpazo ya estaba dado y no era momento de arriesgar. A veces da la sensación de que el dominio de Roger es tal que maneja a rivales y aficionados como si de una marioneta se trataran. Ante Chardy parecía que el de Basilea se preocupaba porque los espectadores disfrutaran de un poco más de espectáculo, y caminó al ralentí hasta el octavo juego de la segunda manga. Allí, miró al frente, lanzó gritos de rabia con un par de errores y transmitió la sensación de que era el momento de vencer.
Y venció. Jeremy Chardy cayó como fruta madura impulsada por la ley de la gravedad; aquella incuestionable e irrefutable, única y maravillosa. La ley del mejor de todos los tiempos. Esa que ha regido el tenis mundial en los últimos lustros y lo seguirá haciendo un tiempo más. 7-5 6-4 fue el resultado final en favor de un Roger Federer cuyo siguiente rival será el joven surcoreano Hyeon Chung.
Fuente: Punto de break
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