Rafael Nadal se corona campeón en el US Open y alcanza su Grand Slam número 16

Foto: usopen twitter

Nueva York se vestía de gala para un domingo especial porque en Flushing Meadows se jugaba la final masculina del Abierto de los Estados Unidos, una instancia definitiva que tendría al número uno del mundo, Rafael Nadal, contra el trigésimo segundo mejor de la clasificación de la ATP, Kevin Anderson.

El español jugaba su final número 23 de este tipo de torneos, mientras que el sudafricano se estrenaba en este escenario, buscando romper esa estadística que decía que el de Manacor se había impuesto en los cuatros enfrentamientos previos.

Comenzaba el duelo con el arma principal de Kevin Anderson, quien iniciaba la final con su saque y desde el primer juego ya había indicios de que el compromiso sería muy luchado porque el sudafricano tuvo que emplearse a fondo desde el arranque de las acciones.

Nadal respondió para igualar a uno la pizarra, pero a partir del tercer juego la exigencia y el desgaste comenzarían a decir presente.

Anderson cometió su primera doble falta en el partido para el 30-30, caminó dos veces por la cornisa ante dos oportunidades de quiebre del español, pero escapó, supo pelear con su potencia y asumió riesgos desde la línea de base, y aunque cometió errores, pudo plantear batalla en el terreno de un Nadal que agazapado esperaba dos y hasta tres metros detrás de la línea de base para buscar dar el primero golpe.

Sobrevivió el vigésimo octavo favorito y tras más de 20 minutos acudían al primer descanso.

El número uno del mundo no pasaba turbulencia alguna en su turno de servicio, pero el de Johannesburgo tenía que batallar nuevamente para sostener, salvaba tres oportunidades de quiebre, incluyendo una que llegó tras una doble falta.

Como un gato, Anderson volvió a gastar otra de sus vidas y con golpes potentes y profundos, conseguía sostener con el servicio como su salvavidas.

El campeón de quince grandes no tenía dificultades para sacar adelante su juego de saque, una tranquilidad que le permitía seguir insistiendo y batallando ante la frustración de no romper.

Encontró el primer tesoro Nadal, un quiebre en un juego donde hubo otra doble falta, una ruptura que pudo conseguir a la primera oportunidad del game, y quinta del compromiso, luego de una derecha que Anderson mandó fuera.

El golpe había sido fuerte para el gigante sudafricano.

La fiera volvió a rugir en el siguiente juego y no esperó para cerrar con su servicio, sacó ventaja en el 30-40 y atacó con la paciencia de un arquero que ataja penales en el fondo de la Arthur Ashe.

Fue a la red y con una volea impecable quebraba por segunda ocasión para firmar el set inicial por 6-3 en 58 minutos de juego.

El comienzo del segundo no otorgó sorpresas, cada uno a lo suyo, se adjudicaba cada game de servicio hasta que Nadal dio un golpe sobre la mesa, uno que haría tambalear al gigante Anderson.

En 30-40 con saque del derecho de 31 años se invirtieron los papeles y fue el ibérico quien se lanzó a la red, atajó dos bombazos de Kevin y a la tercera definió para celebrar una nueva rotura de saque.

La ventaja ya parecía definitiva para un Nadal que confirmaba la ventaja y que cada vez estaba más cómodo y más cerca de un nuevo grande.

Esta vez cerró con saque Nadal, inteligente supo administrarse en cada punto y ubicó cada servicio de la mejor manera para adjudicarse el segundo set por 6-3 sin ceder ni un punto con su saque.

La gloria estaba cada vez más cerca y la “Bestia” no la dejaría escapar.

El golpe de gracia llegaría apenas arrancando el tercer parcial, Nadal remontó el primer game y a la primera oportunidad derrumbó las aspiraciones de Anderson al quebrar su servicio una vez más.

El libreto siguió su desarrollo con un Anderson que recibió atención médica, pero con un Rafa que no perdería el foco y la concentración hasta el cierre del partido.

Demoledor, no dio espacio para la sorpresa ni para la ilusión de un Anderson que batalló con toda su alma, pero que no pudo con una de las leyendas vivas y activas de este deporte, un Rafael Nadal que vuelve a escribir una nueva página del deporte blanco al conquistar su décimo sexto Major y tercer Abierto de los Estados Unidos con pizarra final de 6-3, 6-3 y 6-4.


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