Juan Martín del Potro hace la hombrada al recuperarse de dos sets para vencer a Dominic Thiem

Foto: usopen twitter

Dominic Thiem y Juan Martín del Potro ofrecieron uno de esos partidos (1-6 2-6 6-1 7-6 6-4 para Juan) que realzan aún más las noches del US Open, siempre engrandecidas por un aficionado, valga la redundancia, aficionado a ponerse de pie, calentar la garganta y desgastarse las palmas de sus manos en cuanto la pelota comienza a golpearse con furia y los jugadores o jugadoras compiten al límite. Austríaco y argentino fueron parte de todo eso, en un duelo que se llevó finalmente el sudamericano, que encandiló a una grada que siempre estuvo de su parte para reavivar la figura del tandilense, cada vez más reconocido por su relación entre sus debilidades físicas y sus fortalezas psicológicas.

Los dos primeros sets explican bien un partido que torna en trámite cuando Thiem cierra la segunda manga: 6-1 y 6-2. Horas antes, la prensa argentina desplazada informa de que Juan Martín pasa por un proceso gripal, incluida fiebre, que le obliga a parar y a medicarse. Y así se observa desde el primer momento: Juan Martín apenas se mueve, pasivo y gastado, sin energías para correr detrás de una bola que llega quemada de las cuerdas de Thiem, que avanza firme, rápido y sin frenos hacia los cuartos de final.

En tales circunstancias no son pocos los que se confunden por la debilidad vista al otro lado y titubean a nivel táctico, cometen errores de más, golpean menos primeros saques y dejan entrar en calor a un rival que, en el caso de Del Potro, no opta por la retirada. Su experiencia para manejar el posible desgaste es superior a la posibilidad de que la gripe le apague por completo. La cara y los gestos del argentino se suman a toda una carrera de complicaciones y convivencias con el dolor y la baja deportiva.

Para Del Potro, hecho de costumbres ante la desdicha, generar un punto de inestabilidad puede ser suficiente para entrar en el choque. Thiem, un competidor muy irregular, con problemas para agarrar oportunidades en las grandes citas, pierde el saque nada más arrancar el tercer set, y el partido comienza de nuevo. Del Potro encuentra un motivo para despejar la frente, mover los pies, golpear en carrera tanto como en parado y hacer la pista tan o más veloz de lo que puede hacerlo Thiem. La bola quema desde ambos lados. 'Delpo' aguanta.

Pero en el cuarto ocurren varios partidos en uno que prometen lo que Del Potro fue cumpliendo en Rio o en la final de la Copa Davis ante Cilic: Juan esconde un peligro que una vez despierto responde ante cualquier rango jerárquico del circuito, como ocurrió con el croata, o con Nadal o con Djokovic en los Juegos. En esa cuarta manga, no obstante, también acude Thiem a rescatar el choque, pues domina 5-2 arriba, tiene dos bolas de partido para cerrar y cae finalmente en una muerte súbita en la que no comparece; en la que Juan Martín despide la pelota a la velocidad del sonido, ensordecedor siempre en Flushing Meadows.

Pero para redondear la fábula, el quinto set tiene su propia historia, igual de dramática y sufrida, increíble y apoteósica en momentos puntuales, como el mejor momento del partido. El argentino, que está cerca de consumar la remontada cuando camina 4-2 y servicio, es sorprendido por una nueva sacudida del austríaco, y desde ahí hasta el décimo juego, los jugadores sostienen sus servicios. En ese juego, con 5-4 para Juan y saque de Dominic, Del Potro tiene un punto de partido, salvado increíblemente por Thiem, en una sucesión de puntos que deja muda a la Arthur Ashe, desde la que se oye el griterío de la Grandstand.

El partido es de Del Potro, que se lleva una de las victorias de su carrera, y aunque su palmarés no sea muy amplio, son ya muchas en ese cajón. El partido tiene una lectura evidente: Thiem debió ganar esta noche, por cómo empezó, en las circunstancias que se produjo todo. Pero cayó presa de su inestable carácter y la estrecha relación que Del Potro ha labrado con las victorias significativas, de las que se alimentó en 2016 después de tres años vagando sin rumbo. Del Potro es un grande.


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