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Foto: Roland Garros twitter |
No era sencillo y así se demostró en su arranque y en el desarrollo del cuarto set. Andy Murray tenía ante Martin Klizan una prueba importante para testar su capacidad de reacción, también una versión constante, que no logró encontrar del todo durante las tres horas y media de partido que pudo contemplar la Suzanne Lenglen. El número 1 pasó dicha prueba y estará entre los 32 mejores de torneo, un cuadro que avanza y en el que Murray va cumpliendo con el mínimo.
Victorias es lo que necesita por encima de todo el escocés, más en la superficie que históricamente más le ha costado, en la que más cerca está de vagar y dudar a nivel táctico, pues en momentos difíciles suele aparece la tentación de clavarse en el muro y aguantar un chaparrón o una mínima llovizna. En hierba te obliga la rapidez y las condiciones a discutir desde la acción y la variedad de direcciones, pero en tierra, ante un pegador como Klizan, surge esa opción de ponerse a defender y perder las referencias del choque.
Es un poco lo que volvió a pasarle al de Dunblane, que arrancó y discurrió por el primer parcial con irregularidad, tratando de ajustar la pista sin la claridad y el orden de los dos siguientes parciales. En su suerte o en su contrario está que el eslovaco Klizan juega también sobre un alambre ofensivo por el que camina con todas las de la ley. En su zurda descansa un cañón que se pone a trabajar en cuanto encuentra las primeras líneas.
En ese vaivén, la posición en la pista sirvió de explicación. Martin fue hacia delante y cerró muchas más jugadas, mientras Murray usaba sus golpes más arqueados y desplazados para poner bolas en pista. Una muerte súbita fue la encargada de dirimir esos primeros 13 juegos. En la reanudación fue Murray quien pasó al frente, como respuesta consecuente y sabida de lo que significa haber cedido el primero de los cinco parciales que un partido de Grand Slam tiene de margen.
Con paciencia, equilibrio y agresividad controlada, conceptos que manejan los mejores, y que activan cuando lo necesitan, Andy recuperó terreno en el marcador y el propio en la cancha para volver a igualar las posiciones con respecto a la red. El saque, sobre todo el segundo, recuperaron lustre y los juegos se sucedían con cierta velocidad. Con dos sets de ventaja, Klizan salió de la trinchera y fue a buscar la pelota, a reencontrarse con el winner y el primer servicio. Sabdo que Murray atraviesa mucha inestabilidad y que no goza del aura del verano, todo pareció encaminarse a decidirse en la quinta manga.
Pero Andy reaccionó y mandó un mensaje que fue definitivo. Klizan, que llegó a dominar por 3-0 y 4-2, se vio en 20 minutos tratando de sobrevivir en otro tie break... que terminó por ceder. Murray cerró otra victoria sumamente trabajada, ante un jugador siempre capaz de imponer su tenis ofensivo y molesto, para avanzar a la tercera ronda del certamen francés.
Fuente: Punto de Break
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