Andy Murray pasa su primer prueba en Roland Garros

Foto: P. Montigny/FFT


Es difícil calibrar las opciones de Andy Murray en Roland Garros y el debut en París del número 1 del mundo no deja demasiadas pistas para posicionarse en determinada dirección. Lo cierto es que el escocés, con sensaciones muy encontradas en pista y en sus siempre luminosas ruedas de prensa, ganó al ruso Andrey Kuznetsov de menos a más (6-4 4-6 6-2 6-0) y comenzando a ser consciente de que aunque necesite más tiempo para recuperar la pegada y la agresividad de sus mejores golpes, puede que no le quede más remedio que comenzar a tirar la mano antes de generar la confianza que dan las victorias. La eterna paradoja del tenis del máximo nivel.

Y este descubrimiento llegó cuando Kuznetsov empató el encuentro. En un primer set muy propio del Murray actual, con un 0-40 de entrada y una pérdida de saque posterior tras romper el de su rival, Andy titubea. A nivel de juego, los problemas de Murray han estado relacionados con una pérdida de seguridad en su toma de decisiones. Las derrotas han mermado su estado de confianza, seguramente insostenible por el carrusel de victorias que lo acompañaron en 2016, y que le ha visto ceder terreno a la hora de conectar con la pelota.

En esos dos primeros sets el plan del escocés es renqueante, con fogonazos que le hacen permanecer en igualdad pero sin la convicción que le aporta saberse tan seguro como antes. Entonces ocurre que por su cabeza pasa la idea clave de la contienda, que la tiene él porque es el jugador de mayor calidad y el que puede tomar riesgos asumibles y prolongados. En cuanto el de Dunblane tira la mano con su derecha, un golpe que depende más de otros factores, sobre todo en otras superficies, aparece en la Chatrier para no irse.

Los dos últimos sets son mucho más fluidos, viendo una derecha conectada con anticipación, variando con el paralelo en los primeros momentos del punto, poniendo a Kuznetsov en posiciones mucho más comprometedoras y mucho antes de lo esperado en cada punto. Con menos elaboración y buscando cerrar más en la red, Andy sutura cualquier posible herida buscando la agresividad, preguntando con mucha más continuidad y autoridad.

Sus celebraciones van en consecuencia, con la tranquilidad que le aporta el haber encontrado una solución que no siempre es la primera de Murray. Junto a su derecha agresiva, le acompaña un mejor resto para generarse oportunidades de break y mayor distancia en el marcador, cerrando un debut con sensaciones de nuevo irregulares pero con un respiro positivo. No se sabe aún qué papel desempeñará Murray en este Roland Garros, pues tanta inestabilidad podría de nuevo apagarle y verle en problemas en cualquier ronda... lo mismo también podría suceder a la inversa. Murray es una incógnita, pero también un potencial peligro.



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