La vida sin fútbol…




“La vida sin fútbol…”
Escrito por el Gordo Cebollas.


Estoy realmente muy contento de haber empezado mi huelga de fútbol, allá afuera he descubierto un sin fin de posibilidades que hasta hace pocos días eran inimaginables. 

Tengo que decir que en esta aventura de la búsqueda por reemplazar al fútbol, me acompaña mi querido amigo, socio y colaborador el Zapatos Blancos. 

Hoy les escribo desde Santa Mónica donde presenciamos dos partidos de volleyball playero. Los encuentros estuvieron tan buenos que nos dejó de importar quien juega o quien gana, por ver a las esculturales jugadoras de pieles bronceadas. Una Chulada… Lo único malo es que no se puede chelear en las tribunas.

Ayer estuvimos en el campo de entrenamiento de los RAMS de Los Angeles, que se andaban dando de madrazos a cien grados de temperatura. Nosotros nos sentamos frente al grupo de porristas que ensayaba sus rutinas, y nos corrieron por que el Zapatos se entusiasmo tanto, que bajó a mostrarles una rutina que había visto en el table. En ese momento dos amables sujetos de cuatrocientas libras cada uno nos invitaron a retirarnos.

Un día antes fuimos a ver básquetbol femenino con las Sparks en el Staples Center, la verdad es que las chicas no tienen la habilidad de Kobi, ni la gracia de Shaq, ni la agresividad de Word Peace Panda. Pero hacen su lucha, y como resultado se ven juegos de hueva, en un estadio casi vacío. Y el poco público que va eran de mujeres vestidas de hombres, gordas y feas. 

Para quitarnos la depre nos fuimos al table.

Hace tres días fuimos a ver un juego de los Kings (hockey sobre hielo), nunca vi donde quedaba la pelota. Bueno ya se que no se llama pelota, pero sería mil veces más divertido que jugaran con una. Por lo menos veríamos cuando la meten en la portería. 

En el Hockey sólo te das cuentas que anotaron cuando suena la chicharra y se prende una luz roja, el resto del tiempo estas como idiota tratando de ver donde quedó el puck. 

Además afuera estaba a noventa grados y entramos con camisas hawaianas; dentro estaba como Chicago en Febrero, hacia un méndigo frío que a la mitad del segundo cuarto, decidimos irnos al table, a tomarnos un café con piquete.

Una nota aparte merecen los Dodgers, el equipo de beisbol de Los Angeles.
Quisimos conseguir boletos baratos, pero en buenos lugares: el más barato costaba de cien dólares, el estacionamiento veinte dólares; las cervezas quince dólares; los Dodgers Dogs son tan caros, que cuando te compras uno, te regalan una camiseta del equipo. 
Lo único barato en el estadio son las bolsas de tres kilos de cacahuates, pero eso lo hacen porque están tan saladas, que tienes que comprar cinco litros de cerveza para quitarte la sed. 
Bueno después de gastarte todo ese dineral, en el juego: no pasa nada.

Una bola de gordos fodongos tratan de pegarle con un palo a una bola, y corren a primera base, como si de ello dependiera su vida, y los marranítos llegan agotados después del esfuerzo. Si corren a segunda, el público los ovaciona; bueno si van a tercera el estadio de cae a pedazos. 
Y si corren las cuatro esquinas, la ambulancia los espera con oxigeno en home. 

Y luego me enteré que estos gordos ganan millones por intentar correr las bases, y pasarse el noventa por ciento del juego rascándose la cola, escupiendo tabaco, y ligándose a las “señoritas” de las sección VIP. 
No hay derecho, la vida es injusta… 
De coraje nos fuimos al table.

El boliche no nos funcionó. 
Parece fácil, pero cuando la bola se te atora en los dedos, y la fuerza del impulso te jala como un hoyo negro, y acabas tirando los bolos con la cabeza, es penoso. 
Eso le pasó al Zapatos, pero en su favor diré que ya se había tomado cinco chelas y no estaba en su mejor estado para jugar boliche. 
Fue entonces cuando decidimos que si de bolas se trataba, nosotros conocíamos un lugar mejor, y nos fuimos al table.


Con la natación tuvimos menos suerte, yo casi me ahogo; y al Zapatos lo detuvieron por mearse en la alberca delante de cientos de niños, que inmediatamente lo imitaron. 
La alberca del parque de Verdugo en Burbank la cerraron ayer por considerarla un peligro para la salud publica.

Un deporte que tengo que admitir nos llamó mucho la atención es el de las “Luchas en Lodo”. Es violento pero divertido. Rudo pero sexy, con una dosis de cachondería y de deporte de altísimo nivel. 
Las reglas nos son claras, pero con dos tequilas a nadie le importa. 

Todo iba bien hasta que el Zapatos me aventó al ring, y la luchadora güera tomó de forma personal, que yo le cayera encima, deteniéndome con las dos manos en sus nachas de acero. 
Las tres Viejas del ring se voltearon como pirañas que acaban de oler a su víctima, y se lanzaron sobre mí, ante el alarido de los borrachos.
Me hicieron todas las llaves y saltos que  tenían en su repertorio, y les juro que nunca había tragado tanto lodo en mi vida. 

Terminé en el Hospital General con unas costillas rotas, un esguince de tercer grado y los médicos están todavía tratando de encontrar donde quedó mi testículo izquierdo. 
El Zapatos también esta en el hospital, pero el vino por otra razón: le dio un ataque de risa y casi se ahoga. 
Desde mi cama en emergencias, por ratos puedo oír sus carcajadas del otro lado del cuarto.

Bueno después de una semana intensa, hemos descubierto que ningún deporte puede reemplazar al fútbol. Pero como buenos mexicanos tercos, seguimos necios con nuestra huelga de fútbol, para mostrar nuestro enojo por el siete a cero que nos metió Chile en la Copa América. (Creo que ya me alburie sólo).

El Zapatos sugirió irnos a Miami a ver el juego de pelota vasca y luego las carreras de galgos. 
Además hay una convención nacional de “baile en tubo”, que el Zapatos Blancos tiene la idea de proponerlo como deporte Olímpico. Pos viajamos mañana y ya les contaré como nos va el resto de la huelga. 

Por lo pronto, aunque no queramos admitirlo sólo ha pasado una semana y ya extrañamos ver fútbol. 
El Zapatos hace un rato, después de varias cubas de anejo, me confesó que está dispuesto hasta ver un partido del Galaxy… Yo pienso que los adictos deben de tener ese problema, y al final se conforman con meterse cualquier porquería…

Hasta la próxima.

GC

PD: Lupe por favor dígale a Don Rubeleone que mi siguiente cheque los mande al “Bar de al lado”, en Miami Beach. Y Que lo ponga a nombre de Marcela “La Balcera” Ariza. Que es la dueña del tugurio y nuestra anfitriona por unos días. Gracias.


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