La columna del aficionado - Gracias a la vida...



Gracias a la vida…
Escribe el Gordo Cebollas.

Estaba en la cafetería de Red Deportiva Central y entró el ingeniero de sistemas hablando solo, y tiró el periódico encima de la mesa mientras se servía café, en ese momento que se dio cuenta de que yo estaba allí…
-Hola Gordo.
-Cómo está Ingeniero.
-Yo no soy ingeniero, soy un hacker que trabaja por el sueldo mínimo…
-Yo creí que los que trabajaban en computadoras ganaban más…
-No los que acabamos de salir de la cárcel…
-Al rato lo iba a buscar porque el Jefe, me autorizó que me dieran una computadora…
-Claro que sí… Cuál quieres una PC o una Apple?
-Yo nomás quiero una computadora que escriba…
-Cómo eres bruto Gordo. En qué estas escribiendo ahora…?
-En el escritorio del difunto Demóstenes, encontré una máquina de escribir eléctrica, y esa es la que estoy usando.
 -Pasa al rato y te muestro varias opciones, eso si están viejitas… ahora que si quieres una nueva, conozco a alguien que recoge las que se caen de los camiones…
-No, prefiero una viejita…
-Pos si. A tu edad no necesitas más…
-Qué paso Inge…!
-Al rato lo veo allá abajo…
-Qué paso Inge…!  Se nota que acaba de salir del encierro…
-Qué paso Gordo!
Y se salió con una Coca y unas papitas Lays rumbo a su oficina en el sótano.

Nomás se fue y sonó el teléfono. Era mi vieja…
-Qué paso vieja…?
-Vieja tu abuela…
-No, ella está anciana…
-Bueno déjate de tonterías, te voy a pasar por el teléfono la lista que necesito que compres allí en el Supermercado Vallarta, para la cena de Acción de Gracias…
-Es muy grande?
-Pos si. Ya confirmaron los de siempre y como cinco más. Súmale los colados, vamos a necesitar poner dos mesas… Lo que necesito urgente es la masa de los tamales, el pollo y los chiles para empezar hacer el mole y las salsas…Y unas cervecitas para el comité de cocineras que ya empieza a trabajar mañana.
-Oye y si este año cobramos la entrada?
-Ya no digas tarugadas. Te veo al rato… Ah y habló la mujer del Zapatos para confirmar que vienen…
Y colgó.

Yo me quede pensando el día de Thanksgiving…  Cuando llegué a este país no entendía que se festejaba. Sólo sabía que era un día libre al año donde todos nos reuníamos al chisme y a ver partidos de fútbol americano. Luego el Zapatos (que lee mucho) me explicó que en la historia de los gabachos se festeja el día en que los colonos blancos hicieron una tregua en su guerra con los indios, para dar gracias a su Dios por todas las bendiciones… Terminaron de cenar y les siguieron dando en la madre... tradición que sigue hasta hoy, pero como se acabaron los indios, ahora nos joden a nosotros los mexicanos…

Al año siguiente, al Zapatos ya pedo, se le ocurrió escenificar la histórica cena. El se nombró el jefe de los blancos, y a mí me tocó ser el jefe de los indios (Toro Cagón), las cosas se pusieron feas cuando alguien aventó la primera pata del pavo. Todos los indios terminamos en la cárcel.

Otro año, la Tía Leonor llegó de México diciendo que ella sólo venía a las ventas del “viernes negro”. La chinche vieja nos hizo formarnos afuera de un Kmart tres días antes del méndigo viernes, con sus listas de encargos; y ese año cenamos tortas de milanesa y un vaso de agua de horchata en la banqueta. Luego cuando abrieron aquello, la multitud arrolló a la Tía Leonor y a mi pobre vieja que hasta terminaron en el hospital descalabradas, y la Leonor perdió sus dientes postizos, y al final no compró nada…

Al siguiente año el Zapatos nos trajo a la cena a un Jefe Indio “Big Thunder” que había conocido en el “Casino Morongo”. El Jefe cantó varias melodías (era más como un lloriqueo continuo, con finales de frase graves), mientras sacudía unas ramitas que luego se le ocurrió prenderles fuego, llenando la casa de humo y volviendo locas las alarmas anti-incendios. Después de abrir todas las ventanas y salir un rato al patio, y después de media botella de mezcal, nos explicó: “Sin los indios los primeros colonos no habrían sobrevivido; y los colonos se encargaron de mostrar su agradecimiento exterminándolos”… Cómo la cena se tornaba lúgubre, se me ocurrió pedirle al zapatos que cantara, y se arrancó con “Perjurio” , se siguió con “Gavilán o Paloma, y luego el Noa Noa. Todos terminamos bailando en trencito al ritmo de Juanga, hasta que llegó la policía a callarnos.

Pero todo cambió desde el año que sucedió los atentados de las Torres Gemelas, todos estábamos muy tristes por lo sucedido y con mucho temor del futuro. Así que ese año como mi vieja no estaba de ánimo de cocinar, cada quien trajo un plato diferente, lo que quisiera. Y esa noche la mesa se llenó de moles, tostadas de pollo, pupusas salvadoreñas, humitas peruanas, empanadas argentinas, y todos nos sentamos alrededor de a mesa y rezamos por los que ya no estaban, y por unos días mejores. Y eso nos lleno de paz…

Ese día comprendimos a nuestra manera, que era el “Día de Acción de Gracias” para nosotros. Era un día para hacer un alto en nuestra apurada vida en este país, y dar gracias a Dios por sus bendiciones; y también darle gracias a este País que nos ha brindado un lugar donde crezcan nuestras familias, nos permite ganarnos la vida honradamente, y tal vez más pronto de lo que pensamos, festejaremos con un Presidente hablando español en la Casa Blanca.

Y como mi jefe Don Rubeleone me insiste que ésta no es una columna para enterarse de los chismes de mi casa; sino un lugar para hablar de deportes, ahí les encargo que vean la programación en el periódico, porque hay partidos de liguilla del fútbol mexicano, partidos de fútbol americano, básquetbol, fútbol colegial y carreras en el hipódromo de Santa Anita. Así que abusados…

Feliz Día de Acción de Gracias!

PD: Si toma no se le ocurra manejar, porque los polis se ponen muy brutos este fin de semana…


GC.

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